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Juicio Alvia

Un formador de maquinistas califica de "evidente" el riesgo de la curva: "Tuvimos que convivir con ella hasta el accidente"

  • Se trata de una de las personas que recibió el correo que alertaba del riesgo en la curva de A Grandeira
  • "Luego se dieron cuenta de que había que poner una señalización ahí", ha afirmado en su declaración ante la juez

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Manuel González Sánchez, formador de maquinistas, a su llegada al tribunal durante el juicio por el accidente del Alvia
Manuel González Sánchez, formador de maquinistas, a su llegada al tribunal durante el juicio por el accidente del Alvia.

El formador de maquinistas Manuel González Sánchez, ha afirmado este jueves, en su declaración durante el juicio por el descarrilamiento del tren Alvia ocurrido en Santiago, que dejó 80 muertos y 145 heridos, que el riesgo en la curva de A Grandeira era "evidente" y tuvieron que convivir con ella "hasta el día del accidente".

"Aceptamos la curva de Angrois como animal de compañía y luego se dieron cuenta de que había que poner una señalización ahí", ha dicho el testigo ante la jueza Elena Fernández Currás en respuesta a las preguntas de la defensa del maquinista Francisco Garzón, que ha propuesto su declaración en el juicio por el accidente que se produjo el 24 de julio de 2013.

Un siniestro que cree que se podría haber evitado con algo "tan sencillo como la limitación de velocidad que se puso después" de la tragedia ferroviaria, son la cual "el chip de un maquinista en vía libre no implica reducción ni restricción" alguna. "El problema es cuando sufres un lapsus y no hay ninguna barrera que te corrija el lapsus. Ese es el problema de la curva de Angrois", ha afirmado.

Otros dos cargos del operador ferroviario convocados para este jueves, Rafael Sardón y Nicolás Izquierdo, finalmente no han comparecido, puesto que los abogados que los proponían han renunciado a ellos.

Se pasó de "improvisar" el punto de frenado a contar con alertas

Ante la respuesta que recibió el correo del jefe de maquinistas, José Ramón Iglesias Mazaira, en el que se alertaba del riesgo, asegurando que la señalización que había en la línea era "legal" y "se "ajustaba a norma", según ha afirmado González Sánchez, tuvieron que "cambiar el chip" y trasladar que "donde hay vía libre tengo que frenar", pese a que se trataba de "una contradicción".

A preguntas de uno de los letrados de Garzón, ha señalado que no persistió en el aviso de Iglesias Mazaira, ya que este recibió una respuesta "tajante" sobre que "eso (la línea en la que había que pasar de 200 a 80 kilómetros por hora tomando como referencia una señal que no está ideada para ello) era legal".

De hecho, ha explicado que lo que hicieron los maquinistas fue interpretar la señal de vía libre como momento para inicio del frenado, "lo cual es una contradicción", y ha añadido que el riesgo detectado por Mazaira afectaba para "cualquier maquinista", incluido él.

Se pasó de "inventar" o "improvisar" el punto de frenado, a contar con unas alertas que, bajo su criterio, deberían haber estado ahí desde la puesta en funcionamiento de la línea entre Ourense y Santiago, la del siniestro.

González Sánchez ha contradicho a uno de los testigos que declaró este miércoles, el cargo de seguridad de Renfe Ángel Lluch, quien volvió a insistir en su declaración en que "nunca" había recibido el correo de Iglesias Mazaira con la advertencia sobre la peligrosidad de la curva de A Grandeira. "Le dije: ¡coño, cómo no lo vas a recibir si lo tenemos todos!", ha asegurado.

"A la vista del precipicio, decidimos acompañar todos los trenes"

Tras la denuncia, según ha afirmado, no se modificó el itinerario formativo, según ha afirmado, pero acordaron, con el mando intermedio José Luis Rodríguez Vilariño, acompañar todos los trenes.

"A la vista de que había un precipicio ahí decidimos acompañar todos los trenes todos los días, desde el inicio de la explotación comercial hasta mediados de febrero más o menos, todos los trenes, todos los días iba un jefe de maquinistas acompañando el tren", ha explicado ante la jueza.

Esos acompañamientos en los viajes, según ha manifestado a continuación, los realizaron en trenes de media distancia, en los que trabajaba él como formador, por lo que no le correspondió hacer ninguno con el maquinista Francisco Garzón, uno de los dos acusados en el juicio, junto al ex director de Seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte.

En otro punto, este formador de maquinistas se ha referido a la "improvisación" con que actuaban en esa línea, por ejemplo con la generación de normas "nemotécnicas", y ha reprobado que no era completa sino "un cacho", puesto que contaba con el sistema de seguridad más avanzado solo entre dos puntos del trayecto.

"Yo me he inventado hasta el 0, 0, 0", ha apuntado. "Significa para el que conduce un Avant cuando tiene que poner tres cuestiones en cero", ha expuesto. "Es una regla mía", ha ahondado.

En otro momento, este testigo ha subrayado que "para nada" el cuadro de velocidades máximas indica el punto en que hay que comenzar a frenar, y ha resaltado que los maquinistas no tenían "contacto ninguno" con Adif.

También ha sido preguntado por el uso del teléfono móvil corporativo, al respecto del cual ha afirmado que estaban obligados a llevarlo operativo, puesto que es una herramienta de trabajo.

Acerca de si existía algún protocolo que regulase su utilización, ha comentado que había una guía de buenas prácticas, pero que eso "no es algo que tenga que saber obligatoriamente (el maquinista) y aplicar", ya que "son recomendaciones".

"¿Coger el teléfono en ese punto suponía algún riesgo?", le ha interrogado el representante de Garzón. "No, entiendo que no. Si tengo barreras que mitigan el riesgo, entiendo que no", le ha contestado este formador de maquinistas.