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Análisis | Muere Gorbachov

Gorbachov, un gigante del siglo XX o el hombre que perdió un imperio

  • Los rusos no perdonan a Gorbachov la destrucción de la URSS y la decadencia internacional que siguió
  • La popularidad del presidente Putin no se entiende sin el sentimiento de humillación nacional

Por
Anna Bosch: "Para los rusos Gorbachov es el hombre que perdió el imperio"

Mijaíl Sergueyevich Gorbachov fue el líder comunista que le cayó bien a uno de los grandes ídolos conservadores, la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher, “podemos trabajar juntos”. El presidente de la Unión Soviética al que el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan le pidió que “demoliera este muro”, y no hizo nada para impedir que los alemanes lo derribaran a golpe de pico y mazo la noche del 9 de noviembre de 1989.

Muere Gorbachov: Analizamos la figura del último presidente de la URSS

Mijaíl Gorbachov no mandó los tanques del ejército soviético para aplastar las revueltas en Alemania del Este, Polonia, Hungría o Checoslovaquia como sí habían hecho sus antecesores décadas antes en Budapest y Praga.

Sí, en el otro lado de la balanza Gorbachov fue también el máximo mandatario de la URSS cuando el 26 de abril de 1986 explotó el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil. Él presidió una gestión desastrosa y un intento de ocultar la gravedad del accidente. No es descabellado datar en la tragedia de Chernóbil y su nefasta gestión el inicio del fin de la URSS.

Gran figura del siglo XX

Quien no vivió aquellos años no puede hacerse una idea del impacto nacional e internacional que tuvo Mijaíl Gorbachov. Una de las grandes figuras del siglo XX. La Rusia urbana de la Perestroika sufría desabastecimiento en las ya de por sí pobres y desangeladas tiendas soviéticas, pero desbordaba esperanza por un futuro incipiente de democracia y capitalismo.

Esos sueños pronto se convertirían en pesadillas, pero en ese momento Gorbachov era portador de buenos augurios en casa y en el mundo occidental. Por la democratización, por su voluntad de acabar con el enfrentamiento Este-Oeste, por las iniciativas de desarme, y porque además los Gorbachov fueron estrellas mediáticas.

Después de décadas de gerontocracia, la URSS tenía un líder joven que quería modernizar su país. Por primera vez había “primera dama” soviética. La prensa anglosajona lo apodó Gorby, y hubo Gorbymanía fuera de la URSS igual que veinte años después habría Obamanía.

Humillación intolerable para los rusos

Pero para la gran mayoría de los rusos Mijaíl Gorbachov es, sobre todo, el líder que no logró salvar, aunque quiso, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Los ciudadanos rusos pasaron de pertenecer a una potencia que se repartía el mundo mano a mano con los Estados Unidos, a ser ninguneados en la escena internacional dominada por una única potencia, su rival, EE.UU. Los rusos lo viven como una humillación intolerable.

Al desmembramiento de la URSS le siguieron años de golpes de Estados y guerras en varias repúblicas. En Rusia, la heredera del arsenal y los restos del imperio soviético, impera el caos y el latrocinio de las privatizaciones bajo la presidencia de Borís Nicolayevich Yeltsin.

Cuando la Nochevieja de 1999 Vladímir Vladimirovich Putin sustituye por sorpresa a Yeltsin empiezan una concienzuda operación para recuperar el orgullo nacional ultrajado por Occidente y el control de la economía y el Estado.

La antítesis de Gorbachov

A punto de cumplirse los veintidós años de la ascensión de Putin y treinta y uno de la caída de la URSS, el panorama que tenemos es lo opuesto a lo que pretendía Gorbachov y anhelaban quienes secundaron sus reformas. Rusia es una democracia sólo formal donde la disidencia se paga con el exilio, la cárcel o la muerte.

Moscú ha invadido Ucrania, se ha exacerbado el enfrentamiento Este-Oeste y volvemos a estar en una carrera armamentista. No es el futuro que imaginábamos bajo el influjo de la caída del muro y la Gorbymanía.