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8 de marzo | Día de la mujer

Café con aroma feminista: así es la única asociación de caficultoras de Colombia

  • 500 mujeres integran la única cooperativa de caficultoras que hay en el país caribeño y que nació hace 20 años
  • El café les ha permitido "cultivar" su lado feminista y hacerse con un sector del que tradicionalmente de hombres

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El café de Colombia con aroma feminista
De izquierda a derecha: Fabiola, Alba Mery y Doris, integrantes de la cooperativa.

En un cafetal, en el departamento del Cauca, Alba Mery y su hija Fabiola se reúnen con una veintena de mujeres productoras de café. En el grupo, entre las agricultoras experimentadas, hay más jóvenes que quieren entrar a formar parte de AMUCC, la única asociación de caficultoras de Colombia, que nació hace 20 años con el objetivo de empoderar a las mujeres de esta zona rural del país.

El café les ha permitido "cultivar" su lado feminista y hacerse con un sector del que tradicionalmente solo se encargaban los hombres. Pero el camino no ha sido fácil y les ha costado tener que enfrentarse a sus maridos.

El café de Colombia, con aroma feminista

Varias de las mujeres trabajadoras sentadas en la entrada de la hacienda. BEATRIZ VIAÑO

"Ser independientes y no depender del marido", algo "impensable" hace años

"Antes, para todo necesitábamos al esposo, y si él no quería no te daba nada. Hasta para comprar un champú le tenías que pedir permiso. Cuando yo empecé a ir a las reuniones para capacitarme me decía que me quedara a cargo de los niños y de la casa. No le gustaba", confiesa Fabiola, una de las caficultoras que ha abanderado este proyecto y que sigue trabajando para que otras mujeres se sumen a la iniciativa.

"Contratamos a un psicólogo y empezamos a visitar una por una a todas las mujeres con él. En las reuniones también estaba el esposo, los hijos... y en los encuentros les hacíamos ver sobre muchos temas. Nosotras, como mujeres, queríamos ser independientes y no queríamos depender ciento por ciento del esposo", afirma Fabiola, quien ha logrado lo que para ella era impensable hace unos años, que su marido la apoye en su faceta empresarial.

Su empoderamiento es hoy una realidad gracias a los procesos formativos, donde además de adquirir los conocimientos necesarios para desarrollarse profesionalmente, han recibido educación en materia de igualdad de género.

"Solamente eran los hombres los que trabajaban. A las mujeres no les valoraban nada. Antes, yo ni salía de la casa y ahora en las reuniones de mujeres ya he perdido el miedo y también puedo hablar", nos cuenta Doris, otra de las agricultoras, que ha tenido que luchar contra la doble discriminación por ser mujer e indígena.

El trabajo en el café, un impulso para empoderarse ante la violencia machista

Tomar las riendas de la producción de sus fincas les ha mejorado la calidad de vida y ha contribuido a que sean menos vulnerables ante la violencia de género.

"Antes había mucha violencia intrafamiliar. Violencia que no solo afectaba a las madres, también perjudicaba a los hijos porque lo vivían. En mi casa yo la viví. Conozco a muchas de mis compañeras que vivieron esa violencia y hoy no pasa eso", asegura Fabiola.

Cerca de 500 mujeres son socias de la cooperativa. Entre las productoras de café hay amas de casa, cabezas de familia y madres que enviudaron tras el conflicto armado, que en esta región de Colombia dejó medio millón de víctimas.

Alba Mery perdió a su marido hace treinta años cuando lo asesinaron las extintas FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Con 74 años, la pasión que conserva por su plantación, es la misma que le ayudó a salir adelante.

"Cuando se me murió mi marido pensé que el mundo se me derrumbaba porque me quedé con seis hijos. Seis hijos y eran tan pequeños, pero, mire, que con la finca yo les eduqué y pudieron estudiar todos. Mucha gente dice que las fincas no dan dinero, yo puedo confirmar por mi experiencia que sí da, porque gracias a ella yo saqué a mis hijos adelante. ¡Sola! Sin esposo", explica Alba Mery.

300.000 kilos de café para poder "seguir siendo independientes"

Estas caficultoras del Cauca producen al año unos 300.000 kilos de café. Al otro lado del Atlántico se encuentra uno de sus principales clientes y la mitad de su cosecha se consume en los hogares españoles.

"Cada vez que un consumidor compra nuestro café, está contribuyendo a que las mujeres rurales de esta región sigamos siendo independientes" asevera Fabiola.

Cada socia tiene que aportar más de la mitad de su cosecha a la cooperativa. Por cada kilo vendido ganan unos veinte céntimos de euro, una cantidad que pueden doblar si lo que cultivan es café orgánico. Con vistas a la demanda actual de productos más naturales, su objetivo es seguir aumentando la producción ecológica.