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Seis de cada diez mujeres en Europa parieron solas en la pandemia: "Quería el apoyo en ese momento"

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Una mujer embarazada en un hospital
Una mujer embarazada en un hospital

“Sentí que nos habían robado algo, el momento compartido de poder ver salir a mi chiquitín”. A Patricia se le quiebra la voz al otro lado del teléfono cuando cuenta lo que supuso para ella parir a su hijo, en noviembre de 2020, sin poder agarrarse a la mano de su marido “para dar el último empujón”. El pequeño venía con complicaciones y, “en el último momento”, el equipo médico no dejó entrar al padre en el quirófano en el que daba a luz.

“Soy enfermera, trabajo en la unidad de cuidados intensivos y entiendo que las familias a veces no pueden estar presentes. Pero bajo mi punto de vista, mi marido en ese momento no entorpecía, se habría queda conmigo ayudándome a sacar al peque”, mantiene. “Lo dejaron esperando en un pasillo, se llevaron a mi bebé intubado y yo me quedé en quirófano mientras me terminaban de dar los puntos”. La espina se le ha quedado clavada, más incluso que las “durísimas” dos semanas posteriores en el hospital.

Grandes diferencias entre países

Patricia expresa el vacío que muchas mujeres han sentido durante la crisis sanitaria en todo el mundo. En Europa, el 62 % de las mujeres no pudieron estar acompañadas por una persona de su elección durante el parto, según un estudio de la Universidad de Gotemburgo y la Universidad de Lund publicado en The Lancet. Pero las cifras varían mucho entre países europeos: en la encuesta, han declarado que parieron ‘solas’ durante la pandemia casi todas las mujeres en Serbia y Rumanía (99 % y 94 %, respectivamente) y más de la mitad de las madres en Italia, Noruega, Alemania o Suecia. En cambio, en España, la cifra cae a un 12,6 %.

En nuestro país, diversas denuncias y los protocolos oficiales de algunas comunidades autónomas y hospitales tomaron mucha relevancia al comienzo del confinamiento, pero los datos apuntan que la experiencia ha sido menos frecuente que en países del entorno. La sociedad española respondió: cuando en marzo de 2020 la Generalitat Valenciana publicó unas directrices que impedían el acompañamiento de una persona de elección durante el parto, la Asociación de Matronas de la Comunitat se movilizó en contra y en cuatro días consiguieron que la conselleria se retractara.

En paralelo, una campaña en Change.org pedía que se desterrara esta medida de los protocolos de todos los hospitales y, finalmente, el Ministerio de Sanidad indicó que “no hay por qué restringir el acceso al acompañante de la mujer en el parto si se toman las debidas medidas de protección”, en un documento actualizado por última vez en junio de 2020. Aún hoy, a veces, las dudas y la falta de comunicación atemoriza a las madres por no saber hasta el último momento si estarán acompañadas durante el parto, como recomienda la Organización Mundial de la Salud.

En España, muchas estuvieron solas durante la dilatación

Pero la experiencia de las madres españolas durante la pandemia está salpicada de otros matices. Natalia pasó sola cuatro horas de contracciones en el hospital, desde que entró por urgencias hasta que salió de la sala de dilatación hacia el paritorio. “Me dijeron: hasta que no te ponga la epidural no puede entrar”, relata. “Yo quería el apoyo en ese momento, porque me estaba partiendo en dos con las contracciones y estaba totalmente sola en una habitación llorando. Entonces, me dijeron que mi PCR había sido negativa, me pusieron la epidural y le dejaron pasar”.

Ella sí pudo dar a luz a su niña junto a su marido. “Yo ahí ya era feliz de la vida, pero la parte mala la pasé sola”, señala, sin ocultar su sorpresa porque a él no le realizaron una prueba del coronavirus. Otras mujeres consultadas por RTVE.es, en otras comunidades autónomas, comparten la misma vivencia y la misma crítica, sin acabar de entender cuál es el criterio para no dejar entrar antes al acompañante y que luego pueda pasar sin un test COVID.

Otras restricciones se han mantenido a lo largo de los dos años de pandemia, como tener que entrar sin acompañamiento a las consultas prenatales durante el embarazo. Sanidad justifica la decisión por la necesidad de “limitar la exposición del personal sanitario al mínimo de personas imprescindibles para que todas y todos podamos seguir contando con su ayuda”, pero es otra de las principales quejas de madres y padres.

“El día que me dijeron que Guille venía malito, mi marido estaba fuera y a mí me soltaron el jarro sola”, expone Patricia. En su caso, el equipo de obstetricia reaccionó y, finalmente, invitaron al padre a pasar para explicarle también las complicaciones. “Es una pena para el padre porque no pueden compartir ese vínculo con el bebé hasta que sale”, completa Natalia, cuyas ecografías y pruebas no revelaron nada malo. Ella lamenta, además, la soledad durante el postparto: “me hacían falta mi madre y mi hija mayor, y no las tenía”.

España, la segunda mejor atención a la maternidad de Europa, según un estudio

Entonces, ¿ha empeorado la atención a las gestantes en España por la pandemia? “Durante los primeros meses, hubo mucho revuelo de cómo estaban tratando a las mujeres en los paritorios. Nos daba la sensación de que la violencia obstétrica se estaba volviendo muy virulenta. Para nuestra sorpresa, no fue así”. Quien habla es Desirée Mena-Tudela, enfermera e investigadora de la Universitat Jaume I de Castellón, cuyo grupo ha llevado a cabo otro estudio centrado en nuestro país.

Sus resultados preliminares son muy parecidos a los de otra investigación que hicieron previamente y que cifró en un 38 % las mujeres que habían percibido “violencia obstétrica” en su atención, de acuerdo con los criterios de la Organización Mundial de la Salud, con otros factores como descalificaciones a las madres, uso de maniobras desaconsejadas, etc. En global, “no hay diferencias entre pandemia y prepandemia”, asegura, sobre un problema que considera “arraigado”, pero la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia niega que sea estructural.

Con todo, la calidad de la atención materna y neonatal en España obtiene un sobresaliente en el estudio de The Lancet, solo por detrás de Luxemburgo y seguida de Alemania, Francia, Noruega y Suecia. En la cola quedan Rumania, Croacia y Serbia. No obstante, las experiencias españolas destacan por lo negativo cuando hablamos de un alto número de “cesáreas de urgencia antes del parto” (45 % en España frente al 33 % de media en Europa), “falta de consentimiento para el parto vaginal instrumental” (79 % frente al 54 % de media) y los “abusos físicos, verbales o emocionales” durante el trabajo de parto (21 % frente al 13 % de media).

Sobre esto último, los mismos autores del artículo advierten que en “entornos donde la población está más empoderada”, las mujeres pueden “tener mayores expectativas” en cuanto a la calidad de la atención a la maternidad, y añaden: “los datos de España, uno de los tres países con mayor proporción de mujeres que declaran haber sufrido abusos, deben interpretarse teniendo en cuenta tanto los grandes estudios recientes que informan de altas tasas (38 %) de violencia obstétrica, como los importantes esfuerzos coexistentes de muchas agencias y organismos durante los últimos 15 años para promover el concepto de atención materna respetuosa”.

La enfermera Mena-Tudela no cree que nuestro país esté “especialmente sensibilizado” sobre los derechos de las embarazadas, si bien reconoce que en el último año el debate ha estado presente en programas televisivos muy populares. “Las mujeres que hayan podido tener curiosidad en estos últimos meses sí que es cierto que han podido buscar mayor información”, afirma. El camino hacia la maternidad respetuosa es delicado y solo podrá andarse con buena información y la escucha a madres, médicos y sanitarios.