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Aniversario del accidente nuclear

Fukushima, una década después: 36.000 desplazados y más de un millón de metros cúbicos de agua contaminada

  • El plan de Japón para desmantelar las instalaciones y limpiar el complejo durará entre 30 y 40 años
  • España estaría preparada para un accidente similar, según el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)

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El desastre de Fukushima, diez años después

Han pasado diez años desde que un potente terremoto de magnitud 9,1 en la escala Richter provocara un tsunami en el noreste de Japón, que dejó más de 18.000 muertos y desaparecidos y causó el segundo peor accidente nuclear de la historia en la central de Fukushima Daiichi.

Los trabajos de desmantelamiento de la planta continúan en fase inicial, mientras que más de 36.000 personas que fueron evacuadas todavía no han vuelto a sus viviendas. La mayoría de los afectados sufre ahora problemas relacionados con el estrés y se ha registrado un aumento en los casos de cáncer de tiroides, aunque la ONU afirma que “no se ha documentado ningún efecto adverso de salud” entre residentes de Fukushima “directamente atribuible a la exposición a la radiación”.

La peor catástrofe nuclear registrada tras Chernobil llevó a que otros países analizaran sus reactores nucleares y España estaría ahora preparada para hacer frente a un accidente de este tipo.

La central nuclear continúa parada 10 años después

Alrededor de 5.000 personas siguen trabajando en el desmantelamiento y la descontaminación cada día en la planta nuclear de Fukushima Daiichi, que permanece cerrada desde que el 11 de marzo de 2011 cuatro de sus reactores se vieran gravemente dañados por el tsunami generado por el fuerte terremoto.

Los reactores que sufrieron más daños se mantienen refrigerados con agua continuamente, porque “si dejan de verter esa agua, el accidente se reiniciaría”, según explica a RTVE.es Raquel Montón, responsable del área de Energía de Greenpeace.

“Ahora mismo la central nuclear está parada, siendo refrigerada, y está controlada. La situación actualmente no causa problema, porque está siendo continuamente monitorizada”, afirma Carmen Muñoz, técnica del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) de España.

Después del accidente todos los reactores de Japón fueron paralizados para reforzar las normativas nacionales sobre seguridad nuclear. Actualmente, de los 56 reactores nucleares que había en el país nipón en 2011, sólo funcionan nueve.

“Como consecuencia de Fukushima, Japón paró muchísimas centrales nucleares y las sometieron a todas a una revisión exhaustiva. Han ido arrancando a medida que han ido cumpliendo los criterios de seguridad que el organismo regulador japonés ha impuesto”, añade Muñoz.

El vertido controlado del agua contaminada al mar, la opción más viable

Japón debe abordar tres cuestiones importantes: el desmantelamiento de los reactores de la central nuclear de Fukushima Daiichi y la reconstrucción de Fukushima; la mejora de la gestión de eliminación de residuos nucleares y combustible empleado; y la recuperación de la confianza pública mediante la transparencia de políticas energéticas.

El desmantelamiento de los reactores de la central es el desafío más importante al que se enfrenta Japón, ya que hasta que no se complete, la crisis no terminará. El plan del Gobierno para desmantelar las instalaciones y limpiar todo el complejo durará entre 30 y 40 años.

14 horas - Japón plantea verter el agua radiactiva de Fukushima en el mar - escuchar ahora

Uno de los mayores problemas es el agua empleada para refrigerar los núcleos fundidos de los reactores nucleares dañados en 2011, que se recupera y se guarda después en grandes bidones. A pesar de que se está empleando la ingeniería química más avanzada, se trata de un problema tan complejo que no es posible eliminar todos los componentes radiactivos, entre ellos el tritio, según detalla la responsable del área de Energía de Greenpeace.

Actualmente, la cantidad acumulada desde el accidente es de 1,2 millones de metros cúbicos, equivalente a casi 500 piscinas olímpicas, y uno de los debates en Japón es que el Gobierno plantea verterlos al océano Pacífico. Tanto el Ejecutivo como la empresa de la central nuclear, Tokyo Electric Power (TEPCO), consideran que es la mejor alternativa y subrayan la importancia de resolver el problema de la acumulación de agua contaminada en la planta.

“Los volúmenes de agua que necesitan para ir refrigerando todo el reactor de Fukushima son muy altos (...) pero tienen un océano y pueden hacer determinadas diluciones de una forma controlada y adecuada para que la contaminación que se produzca sea la mínima y no genere un impacto ambiental inaceptable”, recalca Nieves Sánchez Guitián, presidenta de la Asociación Profesional de Técnicos en Seguridad Nuclear y Protección Radiológica.

El accidente nuclear no causó muertes por radiación

La contaminación radiactiva no produce muertes inmediatas, excepto si una persona recibe un impacto inminente de una explosión. Por ello, el accidente nuclear no causó bajas directas por radiación, aunque sí hubo una diseminación en el aire de isótopos radiactivos, como el yodo 131, que ha afectado a la población, según indica a RTVE.es Cristina Roig, coordinadora del Movimiento Ibérico Antinuclear.

En Fukushima se ha observado un aumento de los casos de cáncer de tiroides a consecuencia de la puesta en marcha de un programa de cribado de niños potencialmente expuestos. Según datos de febrero de 2020, se han registrado 237 casos de cáncer de tiroides y 187 de cirugía de tiroides.

“El tiroides es especialmente sensible a la radioactividad porque de ahí se absorbe el yodo 131 que es radiactivo y es especialmente preocupante en organismos en desarrollo, como es el de los niños”, señala Roig. “Se acumula el yodo 131 y son emisiones de radioactividad internas que habitualmente producen cáncer”, añade.

El Comité Científico de la ONU sobre los Efectos de la Radiación Atómica (Unscear) ha emitido un informe en el que afirma que “no se ha documentado ningún efecto adverso de salud entre los residentes de Fukushima que sea directamente atribuible a la exposición a la radiación” por el accidente y atribuye la subida de los casos de cáncer de tiroides entre jóvenes al uso masivo de modernos métodos de diagnóstico para detectar problemas en esa glándula.

Durante los tres primeros meses, la evacuación también provocó más de 1.000 muertes prematuras, sobre todo entre personas mayores que tuvieron que abandonar sus viviendas y pacientes hospitalizados que se encontraban en estado crítico y tuvieron que ser evacuados. Según el informe de la ONU, entre los evacuados hay datos de aumentos de obesidad, problemas renales, diabetes mellitus y presión alta, algo que se asocia al estrés y al cambio de vida antes que a la radiación.

Ciencia ciudadana para analizar la radiación

De las más de 160.000 personas que se vieron obligadas a evacuar, al menos 36.000 siguen desplazadas, a pesar de los esfuerzos del Gobierno por descontaminar y revitalizar las localidades que rodean a la central nuclear de Fukushima Daiichi.

El suelo contaminado todavía no se ha limpiado por completo –un 2,4% de la superficie de la prefectura de Fukushima sigue designada como “zona de difícil retorno"-- y las reclamaciones de compensaciones aún se están procesando. La mayoría de los ciudadanos ha decidido comenzar su vida en otro lugar en vez de volver para no correr los riesgos de la radiación.

Reabren dos playas en la prefectura de Fukushima que quedaron devastadas tras el tsunami de 2011

En la zona más cercana a la central nuclear tan solo han vuelto el 1,8% de los habitantes y muchos de ellos han creado “laboratorios” para poder averiguar cuánta radiación hay en el ambiente y recuperar una sensación de control. Muchos ciudadanos llevan allí también diferentes productos, desde verduras hasta leche materna, para analizar la radiación.

A finales de este mes y coincidiendo con el décimo aniversario de la catástrofe, la prefectura de Fukushima ha sido elegida para acoger el arranque del relevo de la antorcha olímpica en Japón. El relevo pasará por pueblos dentro del “radio maldito” de 20 kilómetros alrededor de la planta nuclear, como Futaba, Namie o Tomioka y el embellecimiento de estos lugares por parte de las autoridades, incomoda a los ciudadanos.

“Es un poco el intento del Gobierno de decir: ‘Hubo un gran accidente, fue una tragedia, pero esto ya terminó’, pero la verdad es que no terminó ni por los niveles de radioactividad ni por la descontaminación de las zonas”, asegura Cristina Roig.

La industria pesquera local, la más afectada

Antes del terremoto y el tsunami de 2011, el marisco y el pescado de la prefectura de Fukushima era conocido por su calidad. La industria pesquera local se reanudó un año después del desastre, pero la desconfianza de los consumidores mantiene el negocio bajo mínimos.

En la prefectura de Fukushima se capturaron en 2020 hasta 4.500 toneladas de marisco y pescado, comparado con las 122 de 2012. Sin embargo, esta cifra supone menos de la quinta parte de lo que se capturaba antes del accidente nuclear, según datos del sindicato de pescadores de Iwaki.

Los pescadores de la región, así como grupos ecologistas y gobiernos de países como Corea del Sur o China, critican la propuesta del Ejecutivo nipón de deshacerse de las aguas procedentes de la central nuclear lanzándolas al mar.

España estaría preparada para un accidente similar

Tras el accidente en Fukushima Daiichi, en toda Europa se hicieron “pruebas de estrés” para los reactores nucleares en las que se analizaron los suministros de energía eléctrica, de agua y los emplazamientos. En España se hizo un plan de refuerzo de seguridad en las centrales y ahora cada instalación cuenta además con un almacén centralizado en Madrid, que ofrece servicios a todas las centrales con material como grupos electrógenos o bombas de inyección de agua autónomas, según explica Carmen Muñoz, del Consejo de Seguridad Nuclear.

“En cada emplazamiento se construyó un centro alternativo de gestión de emergencia, porque una de las cosas que se aprendió de Fukushima es que no había manera de gestionar la emergencia ya que la zona de control se perdió”, detalla Muñoz. “Ahora mismo tenemos los medios disponibles y los procedimientos adecuados para hacer frente a un accidente de este tipo”, asevera.

Según Sánchez Guitián, en España debería haber una ley de residuos radiactivos para “regular y establecer un marco jurídico en la gestión de esos residuos de alta actividad”. “Además debe contemplar una forma de gestionar estos riesgos distinta de la que ha habido hasta ahora porque es un problema que va a afectar a varias generaciones”, añade.