Enlaces accesibilidad
Elecciones 12J

Galicia y País Vasco empiezan una atípica campaña electoral marcada por la Covid-19 y en ausencia de líderes

  • La pandemia del coronavirus condiciona el texto y el contexto de las primeras elecciones en España de 2020
  • El 12J mide la crispación política actual a la vez que examina a los partidos nacionales y el espacio para el debate nacionalista

Por
Voluntarias participan en Marín (Pontevedra) en una prueba de las medidas de seguridad sanitaria en los colegios electorales gallegos
Voluntarias participan en Marín (Pontevedra) en una prueba de las medidas de seguridad sanitaria en los colegios electorales gallegos

Las primeras elecciones en España en 2020 ya tenían que haberse celebrado. El 5 de abril estaban convocados a las urnas los ciudadanos de Galicia y País Vasco para renovar sus Parlamentos autonómicos y que de estos saliesen sendos gobiernos. Sin embargo, también en esto la crisis sanitaria por el coronavirus SARS-CoV-2 hizo saltar la normalidad por los aires. Tres meses después, la alerta sanitaria continúa y la lucha contra la Covid-19 está lejos de acabar, pero la vida intenta abrirse camino de nuevo y la política se reanuda también.

Una pandemia como la que vive el mundo deja huella en todo lo que toca, también en el día a día de un proceso político tan aparentemente normal y predecible en una democracia como es una campaña electoral. La dinámica de las respectivas campañas autonómicas en el País Vasco y Galicia, en las que los candidatos de PNV, Iñigo Urkullu, y PP, Alberto Núñez Feijóo, aspiran como favoritos a renovar sus mandatos, también se ve afectada en las que serán claves de esta doble cita con las urnas:

1. El coronavirus confinó las elecciones de abril y la precampaña de julio

Feijóo y Urkullu convocan elecciones gallegas y vascas para el 12 de julio

Inmediatamente después de declarado el estado de alarma en España para hacer frente a la pandemia del coronavirus, País Vasco y Galicia decidieron aplazar las elecciones convocadas en ambas autonomías el 5 de abril. Entonces, la Covid-19 había dejado más de 300 muertos y 9.100 contagiados en toda España. Era imposible celebrar las elecciones en las debidas condiciones de salud y seguridad. Una decisión acertada a la vista de que en Francia, la celebración de elecciones municipales el 15 de marzo en medio de la crisis del coronavirus se vincularía meses más tarde con la muerte de media docena de alcaldes que se cree que se contagiaron en la campaña o en la propia jornada electoral.

Todo el proceso electoral tuvo que volver a empezar. A la vista de la evolución de la situación sanitaria, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y el lehendakari vasco, Iñigo Urkulli, decidieron el 18 de mayo que las elecciones se celebrarían el 12 de julio, tratando de anticiparse a una posible segunda ola de contagios en otoño, y la campaña ha llegado sin que se haya desplegado la tradicional precampaña.

2. Inicio de campaña sin líderes

Calvo y Mendia en apertura de campaña en Bilbao

La vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo junto a la candidata del PSE a lehendakari, Idoia Mendía. EFE

En medio de una crisis sanitaria, las prioridades y las agendas de los líderes nacionales de los partidos que concurren a las elecciones vascas y gallegas se han visto alteradas. Los líderes de PSOE y Podemos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, como presidente y vicepresidente del Gobierno de coalición, han estado centrados en la gestión de una crisis sanitaria y económica sin precedentes. En este arranque oficial de campaña la presencia de líderes será de un segundo nivel, con la vicepresidenta Carmen Calvo; el vicepresidente de Vox, Jorge Buxadé; y en Galicia, donde Ciudadanos concurre en solitario, estará la diputada Melisa Rodríguez en la pegada de carteles.

Las primeras paradas de Sánchez en campaña están previstas el sábado en Ourense y el domingo en San Sebastián. Hasta diez ministros socialistas estarán implicados también en la campaña gallega y vasca; en especial, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, que ha protagonizado la vida política en estos meses, será el más activo. Pablo Iglesias estará al menos una vez en Galicia, donde sí irá varias veces la ministra de Trabajo, la gallega Yolanda Díaz, y Elkarrekin Podemos ha reservado en el País Vasco dos o tres actos para la presencia destacada de líderes nacionales de la formación.

El líder del PP, Pablo Casado, muy participativo en todas las campañas desde que preside el partido, ya estuvo en Galicia el primer día del fin del estado de alarma, volverá este fin de semana y este jueves ha estado en Errenteria (Gipuzkoa), recordando al concejal Manuel Zamarreño, asesinado por ETA hace 22 años. Inés Arrimadas, de baja por maternidad, estará al menos una vez en Galicia, y se prevé un mitin conjunto en Euskadi con Casado, lo que sería un suceso histórico.

También hicieron pronto sus primeras visitas electorales los líderes de Vox. Su presidente, Santiago Abascal estuvo en un acto electoral de precampaña en Mos (Pontevedra) y el secretario general, Javier Ortega Smith, acudió el pasado domingo a un mitin en Gipuzkoa donde fue increpado por radicales.

3. Una pegada de carteles más "íntima"

Ciudadanos inicia campaña electoral en Vigo

La cabeza de lista por Ciudadanos en las elecciones gallegas, Beatriz Pino, en la pegada de carteles del inicio de la campaña. EFE

La necesidad de desarrollar actos electorales con poco aforo y manteniendo la distancia de seguridad de 1,5 metros para prevenir contagios de coronavirus, además de la ejemplaridad exigible a la clase política cuando las instituciones piden responsabilidad a los ciudadanos para evitar aglomeraciones, lleva por fuerza a que los grandes mítines de campaña lo serán menos y la pegada inicial de carteles, más discreta.

Esa será -o deberá ser- la tónica general de las dos campañas electorales. Los partidos gallegos y vascos encaran una campaña electoral inédita sin los típicos mítines en recintos abarrotados, con mayor presencia en las redes sociales y con predominio de actos de pequeño formato en los que habrá menos oradores y aforo limitado por la distancia de seguridad.

Aunque ningún partido renuncia a estar en la calle, combinarán en general dos tipos de actos para difundir sus mensajes: eventos sectoriales breves principalmente por la mañana pensados para los medios de comunicación y mítines por las tardes -retransmitidos en directo por internet- para no perder el contacto con los afiliados, aunque de pequeño formato.

4. Galicia y País Vasco, primeras comunidades en salir del estado de alarma

Sucedió también que Galicia y País Vasco fueron las primeras regiones en salir oficialmente del estado de alarma y entrar en la conocida como 'nueva normalidad'. Los primeros, los gallegos, el 15 de junio, seis días antes que el resto de España. Y el 19 de junio, entraron a la vez País Vasco, Cantabria y Cataluña, y el lehendakari Urkullu se fundió en un simbólico abrazo en la frontera con Cantabria con su homólogo, Miguel Ángel Revilla, para celebrar la recuperación de la movilidad entre ambas comunidades.

Sin embargo, pese a la buena evolución en general de la pandemia en estas comunidades, ninguna de las dos empieza la campaña exenta de la preocupación por nuevos brotes: en el País Vasco, en sus tres provincias, vinculados sobre todo a hospitales y residencias de anciancos, destacando los 50 casos detectados en el hospital y residencia de Basurto, en Bizkaia; y en Galicia, en las provincias de Lugo y A Coruña.

5. Feijóo y Urkullu, favoritos que afrontan la campaña gestionando la nueva normalidad

Son los presidentes en el cargo, son los favoritos en las encuestas y han tenido y tienen un protagonismo informativo mayor por ser los principales responsables políticos en la etapa de la nueva normalidad, que pilla de lleno en la precampaña. La gestión local de cuestiones tan esenciales como la sanidad y las políticas sociales, competencias en manos de las comunidades autónomas, ha sido crucial estos meses y los venideros, y será una baza que jugarán todos los candidatos, a favor y en contra de los responsables de turno, unida también a la recuperación económica.

En este capítulo, destaca la cuestión de la industria, de plena actualidad en Galicia con las múltiples protestas llevadas a cabo por los trabajadores de las plantas de Alcoa, en Lugo, y de Alu Ibérica, en A Coruña, y la drástica caída del empleo y de la facturación en el naval y la automoción.

6. ¿Qué mensajes se han lanzado en el arranque?

Al margen de los típicos mensajes para pedir la movilización del electorado propios de la jornada inaugural de toda campaña, tanto en el País Vasco como en Galicia el reto de hacer frente a la crisis del coronavirus ha copado buena parte del discurso de todos los candidatos, que han hablado sin embargo de "esperanza" y "pactos" ante un horizonte aún incierto para la recuperación.

Arranca una atípica campaña para las elecciones vascas con sus candidatos centrados en la crisis del coronavirus

Los denominadores comunes son paralelos. Los candidatos al frente del gobierno autonómico han defendido su gestión al frente de la crisis, ante la cual en concreto el candidato a lehendakari, Iñigo Urkullu, ha postulado el autogobierno como clave. Por otro lado, los partidos de la oposición (salvo, como es natural, el PSOE) han sido críticos con la gestión gubernamental y también con la autonómica y se han reivindicado como "alternativa" ante lo que han coincidido en señalar como "un momento histórico".

Comienza la campaña electoral en Galicia entre la defensa de Feijóo a su gestión y llamadas al cambio político

En Galicia, el adjetivo de "histórica" también se ha aplicado a la oportunidad de que estas elecciones sean las de una alternativa de gobierno progresista que desbanque al Ejecutivo 'popular' de Feijóo, quien ha apostado por la defensa de su "gestión, gestión, gestión" y la necesidad de evitar "experimentos" que comprometan lo hecho y por hacer.

7. ¿La crispación a nivel nacional se trasladará a estas dos comunidades?

El debate político durante los meses del estado de alarma ha estado capitalizado por la discusión y la dureza de las acusaciones mutuas. La crispación se adueñó de la escena política y alejó la posibilidad de un pacto por la reconstrucción, con duros reproches entre el Gobierno por un lado y PP y Vox por el otro. Aunque se mantengan ciertas complicidades, entre PSOE y Unidas Podemos por un lado y entre Ciudadanos y PP por otro (sobre todo estos últimosen el País Vasco), a diferencia de la competencia encarnizada de las citas electorales de 2019, cabe esperar los ataques más duros al hablar de la responsabilidad por las muertes de la pandemia, el colapso de los servicios sanitarios y la hondura de la crisis económica.

La aritmética de los pactos postelectorales está bastante limitada en estos comicios. En Galicia, las elecciones son casi en exclusiva un dilema entre la mayoría absoluta de Feijóo y la alianza de todos los demás; y en el País Vasco, aunque los socialistas puedan ser llave de dos posibles combinaciones de gobierno, lo más probable es la repetición de su pacto con el PNV, al igual que los nacionalistas apoyan con su voto al gobierno de coalición en Madrid. Eso limita los bandos y quién será objeto de ataque. Todo apunta a que el tono entre los principales partidos lo elevará sobre todo un Partido Popular que ha optado por una vía política dura en Euskadi con la candidatura de Carlos Iturgaiz.

8. Estreno de fusiones y escisiones de siglas

Estas elecciones vivirán una coalición histórica entre PP y Ciudadanos, que han decidido presentarse juntos en el País Vasco con el 'popular' Carlos Iturgaiz como candidato a lehendakari, en un gesto "en favor del constitucionalismo" que no convenció a Núñez Feijóo en Galicia y que pretende imitar ex-ante los pactos de gobierno que ambos partidos mantienen en cuatro comunidades autónomas.

Ciudadanos, que será oponente del PP en Galicia y aliado en Euskadi, ha planteado las campañas "sin frentismos" y jugando al centro, en línea con la estrategia que lleva a nivel nacional negociando con el Gobierno socialista. En el partido 'naranja' no ven que haya contradicción y dicen estar "muy cómodos" en el espacio de centro, arrimando el hombro en la crisis de la Covid-19 con el PSOE y a la vez apostando por los gobiernos de coalición que tienen con el PP en Madrid, Andalucía, Castilla y León y Murcia.

Por otra parte, en Galicia el proyecto político de En Marea que en 2016 logró convertirse en la segunda fuerza más votada, igualada a escaños con el PSdeG, se deshizo y sus partes se han recompuesto en dos formaciones, en la que los pesos políticos han cambiado. Si hace cuatro años el movimiento de la izquierda rupturista pivotaba sobre las Mareas y un candidato nuevo, el juez Luís Villares, ahora el peso de la coalición Galicia en Común lo lleva Podemos, y el candidato a presidente, Antón Gómez-Reino, es directamente un hombre de confianza del líder del partido morado, Pablo Iglesias, para cuya designación costó poner de acuerdo a Anova, Esquerda Unida y las Mareas participantes, Marea Atlántica y Compostela Aberta.

Uno de los diputados fieles a Villares que acabó la legislatura en el Grupo Mixto, Pancho Casal, es ahora el rostro de Marea Galeguista, la coalición que a última hora han formado los restos de En Marea, junto a Compromiso por Galicia y el Partido Galeguista.

9. Exámenes parciales para el PSOE, PP y Podemos

Como otras elecciones, las de Galicia y País Vasco plantean desafíos estratégicos a los principales partidos nacionales. La izquierda que representan PSOE y Unidas Podemos y que gobierna el conjunto del país se enfrenta a varios exámenes. En cuatro décadas, los socialistas no han gobernado más que seis años en Galicia (dos de ellos, gracias a una moción de censura) y solo una legislatura en el País Vasco, con el apoyo del PP. Y estas elecciones podrían someter a estos partidos a nuevas tensiones.

En Galicia, las fuerzas progresistas llevan una década ancladas en la oposición, y llamadas a la movilización aparte, se asume que Feijóo parte en una posición ventajosa para revalidar el gobierno, toda vez que las escisiones de las Mareas pueden dividir el voto y el posible crecimiento del PSdeG puede ser insuficiente. Y en Euskadi, la única altenativa real al PNV pasa por una coalición de izquierdas en la que tendría que entrar Bildu de manera activa -a diferencia de la abstención en Navarra- y que crearía un terremoto político. Podemos, que sí está dispuesto a explorar esta posibilidad, tensa el tablero plantando oposición al PNV mientras el PSOE reclama los votos de los nacionalistas vascos en el Congreso. El apoyo de Bildu al Gobierno para derogar la reforma laboral también tensó a los jeltzales, por lo que pudiera tener de ensayo.

Si se atiende a las encuestas electorales, el futuro Gobierno gallego descarta la combinación de una alianza de centro-derecha porque apuntan a una victoria del PP en solitario, sin que aparezca en el escenario diputado alguno de Ciudadanos ni Vox, que de confirmarse las tendencias seguirían siendo extraparlamentarios y residuales.

La coalición de 'populares' y naranjas, que en Galicia no ha sido posible, se ensaya en el País Vasco y pondrá a prueba la hipótesis del PP de 2019 de que las candidaturas separadas de ambos partidos restaron fuerza al centro-derecha, y al mismo tiempo emitirá una respuesta parcial de qué PP tiene más éxito, si el del ala moderada que representa Feijóo o la versión más combativa de Iturgaiz.

10. El lugar del nacionalismo y el independentismo

La crisis sanitaria del coronavirus y el estado de alarma han hecho palidecer cualquier otro tipo de debate político, en unas elecciones en dos territorios con una fuerte identidad cultural y política con sendos partidos nacionalistas con pretensiones de aumentar su soberanía e incluso plantear la independencia del resto de España.

En el País Vasco, EH Bildu, camino de cumplir una década, afronta las elecciones del 12J con el reto de afianzarse como la principal fuerza de oposición en Euskadi y también como referente hegemónico de la izquierda vasca, a través de nuevos discursos y prácticas políticas que conviven en equilibrio y contradicción con sus herencias del pasado de Batasuna. Bildu, que juega con su influencia política en Madrid, ha hecho un giro hacia la "política real". Sin embargo, la vía de alcanzar el poder pasaría por un pacto de izquierdas con Elkarrekin Podemos -que insiste en proponerlo- y el PSE-EE, una posibilidad que el líder abertzale Arnaldo Otegi calificó el 7 de junio de "ciencia ficción".

La candidatura que encabeza Maddalen Iriarte intentará presentarse en la campaña como alternativa de Gobierno ante un PNV cuya capacidad cuestiona este grupo, que incidirá en casos como la tragedia de Zaldibar o la crisis de la covid-19 para desmontar el "mito de la buena gestión" del PNV.

Y en Galicia, el BNG que logró en 2019 volver al Congreso de los Diputados busca hacerse mayor y dar la sorpresa en Galicia. La líder del Bloque, Ana Pontón, que en 2016 logró mantener seis diputados en el Parlamento Gallego, llega ahora con unas expectativas electorales muy elevadas, camino de doblar con holgura su representación y, en la mejor de las previsiones, sueña con disputar la segunda plaza y el liderazgo de la oposicion a los socialistas gallegos. Como en otras campañas, los nacionalistas gallegos podrán vender su defensa de la soberanía y de los intereses de los ciudadanos sin "obediencia", ataduras ni consignas venidas de Madrid.