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El clan argentino de los Eskenazi, vencedor (de momento) en la expropiación de YPF

  • El Grupo Petersen posee el 25,46% del capital
  • Los Eskenazi deben más de 1.540 millones de euros a Repsol
  • La familia de empresarios argentinos ha perdido el favor de los Kirchner

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Brufau saluda a Enrique Eskenazi, patriarca de la familia de empresarios argentinos
El presidente de Repsol-YPF, Antonio Brufau, saluda a Enrique Eskenazi, patriarca de la familia de empresarios argentinos.

El Gobierno de Cristina Fernández expropiará a Repsol su parte de YPF, pero no hará lo mismo -al menos por ahora- con la participación de la petrolera en manos argentinas. El 25,46% de YPF pertenece al Grupo Petersen, propiedad de los Eskenazi, una familia de empresarios argentinos que entró en el accionariado en 2007 gracias a la presión del entonces presidente Néstor Kirchner.

El patriarca, Enrique Eskenazi, es un ingeniero químico de origen judío, curtido en múltiples sectores empresariales del país sudamericano y que, entre otras cosas, preside el Banco de Santa Cruz, la provincia originaria de los Kirchner desde la que fueron tejiendo sus influencias para ganar poder. Uno de sus hijos, Sebastián Eskenazi, ha sido hasta este lunes vicepresidente ejecutivo y consejero delegado de YPF, máximo responsable de la gestión en Argentina.

El principal argumento de la presidenta argentina para justificar la expropiación es la recuperación de la soberanía sobre la riqueza petrolífera del país. Por eso, en principio, no ha habido ninguna referencia a lo que ocurrirá con la participación de YPF que ya estaba en manos argentinas.

Una amistad rota

Sin embargo, ese "trato de favor" hacia la familia Eskenazi es solo aparente: el primer movimiento del Gobierno de Cristina Fernández ha sido arrebatar la gestión de la petrolera a Sebastián Eskenazi y en los círculos económicos bonaerenses se augura una venta de las acciones del Grupo Petersen a otro empresario más afín a la presidenta del país.

Las relaciones de los Eskenazi con los Kirchner -en otro tiempo fluidas y amigables- se han agriado en los últimos meses, debido a un enfrentamiento entre el hijo de los Kirchner, Máximo, y Sebastián Eskenazi. De hecho -como cuenta el diario argentino Página 12-, este último figuraba en la lista de personas que debían abandonar la sede de YPF desde el primer momento de la intervención.

Además, la expropiación de YPF deja a la familia de empresarios sin margen para pagar sus deudas con Repsol y los bancos que sufragaron su compra de acciones de YPF en 2007 y 2011.

En total, los Eskenazi deben 1.540 millones de euros a la petrolera española, que financió parte de la compra de acciones tanto en la primera entrada en el capital en 2007 como en la ampliación del año pasado. Esa deuda debía pagarse con parte de los dividendos destinados al Grupo Petersen, pero ahora, el Gobierno de Fernández ha impedido a YPF que retribuya a los accionistas con dinero en efectivo, ya que le prohíbe repatriar sus ganancias.

Otros 1.500 millones de euros en préstamos deben pagarse a un grupo de bancos que aportó el resto de los casi 3.000 millones de euros que le costaron las dos operaciones de compra de capital.

El reparto del pastel

Así, la única salida de los Eskenazi para saldar sus cuentas sería vender su participación en la petrolera, con el problema añadido de que las acciones han perdido un 40% de su valor en los últimos años debido a la reducción de la producción de crudo y el incremento de las importaciones de combustible necesario para mantener la explotación.

Según su tasación en la Bolsa de Nueva York, YPF vale esta semana 8.500 millones de dólares, por lo que el clan argentino habría perdido 1.500 millones de su inversión de 3.630 millones de dólares.

Esa pérdida de valor también puede afectar a Repsol. La empresa cifra en 10.500 millones de dólares el 57,4% de su participación en la  argentina YPF, según marca la Ley de Privatización y Estatutos de YPF, pero las bajadas bursátiles podrían justificar al Ejecutivo argentino para pagar mucho menos.

Repsol considera que para llevar a cabo la expropiación del 51% de la compañía, el Gobierno de Fernández debería lanzar una opa. Así, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha anunciado que la compañía pedirá a Argentina 18.000 millones de dólares, ya que al valor contable de la empresa deben sumarse todas las inversiones realizadas desde 1999 en el país.

Después de que Buenos Aires haya expropiado el 51% de YPF a Repsol, la empresa española se quedará con un 6,43% de la petrolera argentina. El 25,46% sigue, por ahora, en manos de los Eskenazi. Otro 17,09% permanecerá en Bolsa, la mayoría de esa participación seguirá en manos de fondos de inversión estadounidenses, a los que tampoco se expropia sus acciones.

Del 51% expropiado, el Estado argentino controlará un 26,03% (antes mantenía un 0,02%) mientras que las provincias del país se quedarán con el otro 24,99%.