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Fútbol | Real Madrid

Luces y sombras en el teatro de Mourinho

  • El entrenador del Real Madrid dejaría el club sin conseguir la ansiada 'Décima' 
  • En tres años ha conseguido una Liga, una Copa y una Supercopa de España
  • Las relaciones sociales son la zona más oscura en su dramaturgia

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El Real Madrid no se deja ver

El fin de la relación contractual de José Mourinho como entrenador del Real Madrid se está manifestando como la polifónica crónica cantada de una 'espantá'. El desenlace del libreto comenzó a escribirse una mala noche de fútbol en un maldito escenario alemán, cuando sus amados y odiados pupilos volvieron a los cuarteles de Chamartín desconcertados y goleados (4-1) de su viaje a Dortmund, adonde llegaron confiados en que este año la consecución de la 'Décima' estaba más cerca que nunca.

La obtusa realidad se dejó ver a la vuelta en el Bernabéu para demostrarle a uno de los mejores entrenadores del mundo, que el principal objetivo para el que fue contratado por el mejor equipo del siglo XX, y posiblemente del XXI, se le negaba por tercer año consecutivo.

El luso de 50 años pudo superar la 'maldición de octavos', que duró seis años en la Liga de Campeones, pero no ha sido capaz de entregarle a público, jugadores y directiva más que tres semifinales consecutivas en otros tantos años de trabajo y la más que segura renuncia al trienio que le resta de contrato.

Historias de amor en el desamor

La prensa británica no tardó en orear el flirteo del 'Special One' con el Chelsea tras caer eliminado de la Champions pese a ganar (2-0), por primera vez tras cuatro intentos, al Borussia el pasado 30 de abril.

Aquella noche Mourinho volvió a sacar fuego por su boca indicando su desamor con el madridismo y su intención de estar "donde se le quiera", palabras más que suficientes para que el diario The Times titulara: "José Mourinho se declara listo para retomar su historia de amor con el Chelsea".

Una historia que se mantuvo desde junio  de 2004 hasta septiembre de 2007 y que se rompió por la mala relación con Roman Abramovich, el dueño del club inglés, pese al cariño demostrado por la afición tras haber conseguido dos Premier y tres trofeos en competiciones inglesas.

La negociación con el magnate ruso no debe ser fácil y ambos tienen por medio el gran escollo que significa la cláusula de penalización de 20 millones de euros entre Real Madrid y Mourinho si se rompe unilateralmente el contrato firmado hasta 2016.

Campaña de tierra quemada

Este podría ser el busilis de la cuestión por la que Mourinho ha organizado su huida con una campaña de tierra quemada, dejando como enemigos a quienes más quiere la afición, Casillas y Ronaldo, y sacrificando a quienes se mantuvieron a su lado, Pepe, cuando se disputaban las guerrillas hispano-lusas en un vestuario que ha terminado por manifestarse como un motín contra su gobernador y en el que el propio presidente, Florentino Pérez, ha tenido que intervenir en favor de la necesaria paz ante las próximas Final Four de baloncesto y Copa del Rey de fútbol.

Este es el único título que pueden conseguir esta temporada, valor tan insuficiente como necesario para calmar las aguas revueltas en las que el pescador portugués busca sus ganancias.

Si se consigue podría sumarse al magnífico título liguero de 2012 que tiene el récord de 100 puntos con 121 goles, al significativo copero de 2011 ante el Barcelona que puso fin a 18 años de sequía y a la importante Supercopa de España de 2012 también con derrota del eterno rival azulgrana.

La gran satisfacción que Mourinho ha proporcionado a la hinchada blanca han sido los resultados cosechados contra el Barcelona que, aunque tuvieron malos inicios con una goleada de mano (5-0) en la Liga 2010-2011, finalizan con la eliminación de la Copa esta campaña además de haberle mojado la oreja en Liga con victoria y empate y haberle ganado dos finales. A pesar de mejorar los resultados parciales, los globales continúan del lado barcelonés que en estos tres años ha conseguido más títulos.

Mourinho deja sombras muy oscuras en su paso por el Real Madrid, donde las penosas relaciones sociales con afición, jugadores, técnicos propios (Valdano y Toril) y ajenos (Guardiola, Vilanova, Manolo Preciado), prensa, árbitros, UEFA, etc., etc., etc... han sido provocadas por la puesta en escena de un gran dramaturgo además de entrenador.