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Una guerra comercial provocaría pérdidas equivalentes a las de la crisis de 2008, alerta el Banco Mundial

  • Calcula que los flujos comerciales globales bajarían un 9%
  • Avisa de que también aumentarían los costes por barreras no arancelarias

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Un globo terráqueo de cristal sobre billetes de dólar y yuan
La imposición de aranceles entre EE.UU. y China tendrá un efecto cascada que afectará a los intercambios comerciales globales y a las cadenas de fabricación.

El Banco Mundial alerta de que una guerra comercial "podría provocar pérdidas en el comercio mundial equivalentes a las registradas durante la crisis financiera global de 2008-2009, con consecuencias especialmente severas para los mercados emergentes y en desarrollo”.

En su informe de Perspectivas Económicas Globales de junio (ver documento en pdf), el organismo internacional advierte de que "una escalada de las tarifas hasta los límites permitidos legalmente podría trasladarse en una reducción del 9% de los flujos comerciales globales, similar a la caída vista durante la crisis financiera de 2008-2009".

"Sectores con más protección, como la agricultura y los alimentos procesados, estarían entre los más negativamente afectados", señala el Banco Mundial, que también considera que aumentarían las barreras no arancelarias, con el consiguiente incremento de costes en el comercio internacional.

Efectos negativos en cadenas de producción y mercados laborales

Así, el informe constata que los costes derivados del transporte, la logística y los impedimentos legales y regulatorios "ya han superado por mucho el coste por tarifas arancelarias, especialmente en los países emergentes y en desarrollo".

"Si llega a materializarse, una escalada sustancial de las medidas restrictivas al comercio entre EE.UU. y China podría conducir a pérdidas económicas de estas dos economías y costes comerciales en cascada a través de las cadenas de producción globales", indica el Banco Mundial.

Las "perturbaciones" en los distintos sectores económicos asociadas a ese cambio de comportamiento en los flujos comerciales "podrían tener efectos negativos persistentes en los mercados laborales", añade el informe de verano del organismo internacional.

"Después de una década de recuperación desde la crisis financiera global, la actividad económica todavía va con retraso respecto a expansiones anteriores y se espera que se desacelere en los próximos años", recuerda el análisis, que advierte que "si esa ralentización será gradual -como se predice en estos momentos- o abrupta, dependerá de varios factores, entre ellos, la materialización de riesgos" como la escalada del proteccionismo y el consecuente aumento repentino de la inflación global, que "repercutirán en la confianza y llevarán a perturbaciones en los mercados financieros".

Un 50% de probabilidades de que haya otra recesión

El Banco Mundial destaca que, en la actualidad, hay una probabilidad baja de que se produzca una nueva recesión en las grandes economías, como EE.UU.. Esa posibilidad la sitúa en un 50% en 2018, pero prevé que aumente bastante en 2019.

La organización recuerda además que "la economía global ha experimentado desaceleraciones abruptas o recesiones cada diez años, que se vieron precedidas invariablemente por un período en el que una mayoría significativa de países operaron por encima de su capacidad", tal y como está sucediendo en estos momentos.

El debilitamiento del crecimiento y "unos costes de crédito más elevados" podrían "intensificar las preocupaciones por la estabilidad financiera y la deuda, mientras que el aumento del paro podría amplificar a su vez las incertidumbres políticas y las tendecias proteccionistas", remarca el Banco Mundial.

"La capacidad de muchos países a hacer frente a una ralentización sincronizada ha disminuido desde la crisis financiera global. La política monetaria en las economías avanzadas podría enfrentarse a renovadas limitaciones, ya que los tipos de interés están todavía en su mínimo histórico, y el margen fiscal se ha deteriorado tanto en las economías desarrolladas como en los emergentes y en desarrollo", subraya el informe, que añade que esto, unido al deterioro del potencial de crecimiento y el empeoramiento de las inversiones a largo plazo, "hacen que la economía global sea vulnerable a golpes adversos, que pueden así llevar a una desaceleración o recesión".