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El 'monstruo de Amstetten' esgrime ante el tribunal los malos tratos que recibió durante su infancia

  • Tuvo secuestrada a su hija durante 24 años y la violó persistentemente
  • Con ella tuvo siete hijos, aunque le acusan de haber matado a uno de ellos
  • Se enfrenta a una pena de entre 15 años y cadena perpetua por múltiples delitos
  • El jurado popular ha empezado a visionar el testimonio en vídeo de la víctima

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Comienza el juicio al 'monstruo de Amstetten'

Josef Fritzl, el jubilado austríaco que encerró durante 24 años a su hija, con la que tuvo siete hijos fruto de las violaciones y conocido como el monstruo de Amstetten, ha relatado en el inicio del juicio con la voz quebrada ante el tribunal que le juzga su dura infancia y que también encerró a su madre y tapió todas las ventanas para que no viera la luz del sol.

El acusado ha reconocido parcialmente los cargos en su contra por violación, incesto y privación de libertad, pero se ha declarado "no culpable" del asesinato de uno de sus hijos-nietos, al que supuestamente calcinó cuando era sólo un bebé.

Tembloroso y con apenas un hilo de voz, Fritzl, que en todo momento ha cubierto su rostro con un archivador, ha asegurado que en su "durísima infancia" sufrió numerosas agresiones por parte de su madre y que no tuvo amigos.

"Mi madre nunca me quiso. Ella ya tenía 42 (cuando él nació). No quería ningún niño y actuó en consecuencia. Ella me maltrataba", ha explicado a las preguntas de la juez Andrea Humer sobre su condición de hijo no deseado.

Ha relatado que las cosas cambiaron a medida que él crecía y su madre envejecía, y que con 12 años empezó a defenderse de las agresiones de su madre: "A partir de ese momento me convertí en el demonio para ella".

"Tapié las ventanas para que nunca viera el sol"

Ha sostenido que nunca recibió cariño de su progenitora y que no tenía ninguna "relación interior" con su madre, que murió también tras años de estar encerrada en el piso superior de su casa, donde él tapió las ventanas para que ella no viera nunca la luz de sol.

Explicó que, aunque era bueno en el colegio, sus padres no le pagaron estudios y aprendió un oficio. En una situación de penuaria financiera conoció a la que luego sería su esposa y su "primera mujer", con la que se inició sexualmente.

Fundó su hogar en la casa de su madre, que compartía con ella. En 1957 tuvo su primer hijo y, "cada tres años venía casi siempre otro", aseguró, para explicar que su mujer era muy casera y aspiraba a tener incluso diez hijos.

En 1974 comenzó una gran reforma de su casa, con la intención de agregarle viviendas adicionales y construyó un sótano, en el que en 1984 encerró a su hija Elisabeth, que entonces tenía 18 años.

Temía a su madre más que ninguna cosa

Según su informe psiquiátrico, desvelado por la prensa sensacionalista el pasado octubre, Fritzl confesó que temía a su madre más que a ninguna cosa y que la odiaba por sus continuos insultos, en los que lo tildaba de "satán, inútil y criminal" y le prohibía practicar deportes y tener amigos.

Aquel peritaje subrayó la falta de empatía de Fritzl con el sufrimiento ajeno y la instrumentalización de los demás en beneficio propio, algo producido por la falta de afecto de su niñez, que le ocasionó una gran inseguridad. Inseguridad que intentó ocultar con una creciente tendencia despótica sobre las personas que le rodeaban y que incluso le llevó a decir que siempre quiso "poseer una persona".

Pese a ese desarreglo de la personalidad, los peritos han establecido que el acusado está en pleno uso de sus facultades y puede ser enjuiciado.

El jurado ve en vídeo el testimonio de la hija

Tras la lectura de las acusaciones y las alegaciones de las partes, el jurado popular ha visionado la primera parte del testimonio de la víctima, Elisabeth Fruzl, once horas de declaración grabadas en una cinta de vídeo para evitarle comparecer ante su padre.

Tras ser liberada en abril de 2008, Elisabeth declaró a la Policía que su padre comenzó a violarla cuando tenía 11 años, que a la edad de 18 la encerró en el sótano, que la violó sistemáticamente y que dio a luz a siete hijos, uno de los cuales murió tras el parto. Esa declaración es la base de la acusación de asesinato que puede costar a Fritzl una condena a cadena perpetua.

Según el portavoz de la Audiencia Provincial de Sankt Polten, Franz Cutka, tras la proyección, el acusado fue interrogado sobre el testimonio de su hija, aunque no ha dado detalles.

El juicio continuará mañana con nuevos extractos del testimonio de Elisabeth, además de la testifical de varios peritos como un psiquiatra y un neonatólogo. No hay más testigos porque tanto la esposa como los otros hijos de Fritzl se han negado a testificar.

Respecto a la actitud del acusado en la sala, el teniente coronel Huber Günsthofer, de la prisión de Sankt Pölten, lo calificó como "sereno". En términos generales, el funcionario aseguró que el comportamiento en prisión de Fritzl pasa totalmente "inadvertido" e insistió en que el prisionero es "amable".