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Declaración completa de Josef Fritzl, 'monstruo de Amstetten', a su abogado

Este es el texto completo de la declaración del 'monstruo de Amstetten' a su abogado, traducido a partir del texto ofrecido por The Times.

Por

"Me crié en una familia pobre. Mi padre era un mal canalla que siempre engañaba a mi madre y al que ella echó de casa cuando yo tenía cuatro años... e hizo muy bien. Después de eso, nos quedamos los dos solos.

Mi mamá era una mujer fuerte. Ella me enseñó disciplina, orden y diligencia. Me permitió una buena educación y una preparación profesional y trabajó duro  constantemente, cogiendo empleos difíciles sólo para sostener a ambos.

Era tan estricta como fuese necesario. Era la mejor mujer del mundo. Y yo era su marido, de algún modo. Ella era la jefa del hogar, pero yo era el único hombre de la casa".

Al ser preguntado si fue agredido sexualmente por su madre, ha dicho: "No, nunca. Mi madre era decente, decentísima. La amaba sobre todas las cosas. La admiraba. La admiraba mucho. Pero naturalmente no hice nada. No hubo nada".

Al ser preguntado sobre si tuvo fantasías sobre su madre, ha dicho: "Sí, probablemente, pero yo era fuerte, casi tan fuerte como mi madre, y por eso controlé mis impulsos".

Conoce a su mujer y viola a otra

"Después, me hice mayor y empecé a salir y a tener varias relaciones amorosas. Y entonces encontré a Rosemarie[, mi mujer]. No tenía nada en común con mi madre. Pero, sin embargo, había algunas semejanzas [entre ellas]. Era también maravillosa, pero maravillosa de un modo diferente. Era mucho más tímida y débil que mi madre.

Siempre quise tener muchos hijos. Ningún hijo que tuviese que criarse solo, como yo, sino hijos que siempre tuviesen alguien con quien jugar. Soñaba con tener una familia amplia desde que era pequeño.

Rosemarie parecía ser una madre adecuada. El motivo [para casarme con ella] no era malo. Y es verdad: siempre la amé y siempre la amaré".

Al ser preguntado  sobre lo que ocurrió cuando violó a una mujer en 1967, ha dicho: "No sé lo que pasó en mí. Pero también es verdad que siempre quise ser un buen esposo y padre.

Admito que siempre he valorado la decencia y el buen comportamiento. Me crié en la era nazi y la severidad y la disciplina eran muy importantes entonces. Probablemente, heredé algo de eso, lo que es normal".

El 'monstruo' se mira desde fuera

"Pero no soy la bestia que los medios quieren hacer de mí".

Al ser preguntado sobre lo que pensaría de un hombre como él, ha dicho: "Visto desde fuera... probablemente pensaría que es una bestia o un monstruo".

Ha rechazado las afirmaciones, hechas por su hija Elisabeth, de que empezó a abusar de ella cuando tenía 11 años, y ha dicho:

"Fue aproximadamente dos o tres años después. Debió ser en 1981 o 1982 cuando empecé a convertir una habitación de mi sótano en una celda. Metí una pesada puerta de acero y hormigón y la equipé con un motor eléctrico con control remoto, que se abriría sólo al ser introducido un código numérico. Aislé todo el búnker para hacerlo a prueba de sonidos. Instalé un lavabo, un váter, una cama, una cocina y un frigorífico. La luz y la electricidad ya estaban instaladas.

Quizá alguien se dio cuenta de los trabajos de construcción. Pero no habría supuesto ninguna diferencia si se hubiesen dado cuenta o no. El sótano de mi casa me pertenecía a mí y sólo a mí, era mi reino, al cual sólo yo tenía acceso. Todos los que vivían allí lo sabían. Mi mujer, mis hijos, mis invitados. Y nadie se habría atrevido a entrar en mis dominios o incluso preguntarme lo que hacía allí.

Le dije a todo el mundo que allí estaba mi oficina, llena de archivos privados que eran de mi exclusiva incumbencia y eso era suficiente... todos aceptaron mis reglas".

Encarcela a su hija

Hablando sobre Elisabeth, ha dicho:

"Desde que entró en la pubertad dejó de aceptar las reglas, quería pasar noches enteras en bares de mala muerte bebiendo alcohol y fumando. Yo sólo intenté sacarla de esa desgracia. Le conseguí un trabajo como camarera, pero ella no quería trabajar por días. Incluso se escapó en dos ocasiones y pasó ese tiempo con mala gente que no era una buena compañía para ella. La devolví a casa en esas ocasiones, pero ella intentaría escapar de nuevo.

Por eso tenía que hacer algo: tuve que crear un lugar donde mantener a Elisabeth, por la fuerza si fuese necesario, alejada del mundo exterior".

Él ha negado haberla esposado o haberla sujetado con una correa, como ella ha dicho a la policía, y ha dicho: "No habría sido necesario. Mi hija no tenía posibilidad de escapar. Era un círculo vicioso, un círculo del cual no había salida... no sólo para Elisabeth, sino también para mí.

Cada semana que pasaba teniendo a mi hija presa mi situación enloquecía. Pensaba realmente si debía dejarla ir o no. Pero no era capaz de tomar esa decisión, aunque -o quizá precisamente por eso- sabía que con cada día que pasaba sería más severamente juzgado. Pero tenía miedo de ser arrestado y de que mi familia y el resto de gente de fuera averiguase mi crimen... y por eso pospuse mi decisión una y otra vez. Hasta que un día era demasiado tarde para liberar a Elisabeth y subirla de nuevo [del sótano]".

El sexo con su hija era "como una adicción"

Ha dicho que comenzó a comparar a su hija con su madre:

"Pero el impulso detener sexo con Elisabeth se hizo más y más fuerte. Sabía que Elisabeth no quería lo que yo hacía con ella. Sabía que la estaba hiriendo. Pero finalmente el impulso de ser capaz de probar el fruto prohibido fue demasiado fuerte. Era como una adicción.

En realidad, quería tener hijos con ella. Elisabeth tenía naturalmente miedo de dar a luz pero le llevé libros médicos al sótano, para que se preparase para el Día X. Le llevé toallas, desinfectantes y pañales.

Yo esperaba a mi vástago. Era una idea preciosa para mí, tener una verdadera familia, también abajo, en el sótano, con una buena mujer y una par de hijos.

Hice preparativos para todas las posibilidades. Cada vez que abandonaba el búnker, activaba un cerrojo temporal, que aseguraba que se abrirían las puertas del calabozo si no regresaba después de cierto tiempo. Si yo hubiese muerto, Elisabeth y los niños habrían sido liberados.

Después de que [el niño más joven] naciese a finales de 2002 di a Elisabeth incluso una lavadora para que pudiese lavar las ropas y las sábanas de los niños y no tenerlas que lavar a mano en el lavabo.

Siempre supe a lo largo de todos esos 24 años que lo que estaba haciendo no era correcto, que debía estar loco para hacer algo así, pero que podía llegar a ser un acontecimiento normal llevar una segunda vida en el sótano de mi casa".

Sus hijos-nietos le llamaban abuelo

Al ser preguntado sobre si veía a sus prisioneros como una segunda familia, ha dicho: "Eso era exactamente lo que sucedía".

También ha dicho que Elisabeth nunca dijo a los niños que eran fruto de una relación incestuosa. Sus hijos en prisión siempre tenían que llamarle abuelo.  Ha dicho:

"Elisabeth siempre ha cuidado de las cosas por el bien de la familia. Yo he intentado proveer a mi familia del sótano de lo mejor que era capaz. En cualquier momento que iba al búnker, llevaba a mi hija flores y peluches además de libros para los niños. Yo veía películas de aventuras en vídeo mientras ella preparaba nuestras comidas favoritas y después nos sentábamos en la mesa de la cocina y comíamos juntos".

Ha dicho también que los niños sufrían a menudo infecciones, ataques de tos, dolor en el pecho y ataques epilépticos. Ha afirmado que planeaba integrar su familia del sótano con la del piso superior. Ha dicho:

"Quería llevar a Elisabeth [y a los niños] a mi hogar. Me había hecho viejo entre tanto, ya no era tan ágil y simplemente sabía que en el futuro próximo sería incapaz de sostener a mi segunda familia en el búnker.

Se suponía que Elisabeth y los niños contarían su historia, que habían estado en un lugar secreto con una extraña forma de organizarse hasta que fueron puestos en libertad".

Riesgo de traición y amenazas

Ha dicho también que deseaba ser capaz de escapar de su crimen: "Por supuesto esto es lo que deseaba, incluso aunque esa esperanza fuese débil. Existía siempre el peligro de que Elisabeth y los niños podiesen traicionarme, pero aceptaba ese riesgo y lo he aceptado mientras la tragedia [con la hija mayor] se intensificaba".

Hablando de la enfermedad de la hija mayor, ha dicho: "Se arrancaba las ropas de su cuerpo y las lanzaba en el váter".

Al ser preguntado sobre cómo hizo para impedir la fuga de su hija y los niños, ha dicho:

"No era difícil. No necesitaba usar la violencia física. Elisabeth y los niños me aceptaban como el supremo cabeza de familia, no se habrían atrevido nunca a atacarme. Aparte de eso, también sabían que era el único que tenía el código numérico para manejar el control remoto que podía abrir y cerrar las puertas del calabozo".

Al ser preguntado acerca de si les amenazó con gas envenenado si trataban de escapar, ha dicho: "Sólo les expliqué que no debían juguetear con la puerta de la mazmorra o sufrirían un 'shock' eléctrico y morirían".

Al ser preguntado si ahora deseaba morir, ha dicho: "No, sólo quiero redención".