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¿Cuál es el origen del término 'woke'?

Para Todos La 2 - La cultura woke. Jorge de los Santos

Hoy en día, el término woke suele utilizarse con un tono despectivo, especialmente desde sectores conservadores, para señalar actitudes que consideran excesivamente moralistas o ideologizadas. Sin embargo, su origen está muy alejado de ese uso. Nació en Estados Unidos, en los años 30, como una llamada a mantenerse alerta frente a la injusticia racial.

En el programa 'Para todos La 2', el escritor y artista plástico Jorge de los Santos analiza el recorrido histórico y el giro semántico que ha experimentado esta palabra con el paso del tiempo.

Un término con raíces sociales

Woke es una deformación coloquial de awake (despierto) que comenzó a utilizarse en las décadas de 1920 y 1930 en las comunidades afroamericanas. En ese contexto, aludía a la necesidad de mantenerse alerta frente al racismo sistémico y a las dinámicas de poder que lo sostenían. Ser woke significaba estar despierto, atento a las injusticias.

Con los años, el término fue adoptado por otros colectivos que se sentían oprimidos, ampliando su alcance. Pero en la actualidad, reconoce el autor, el uso que se hace de él ha cambiado notablemente: para muchos, designa una postura excesivamente rígida o extrema dentro del activismo social.

'Woke'

Unos jóvenes haciendo pancartas para una manifestación en Estados Unidos Getty Images

La evolución en el ámbito académico

Según explica De los Santos, el impulso contemporáneo del pensamiento woke tiene su origen en el entorno universitario anglosajón del siglo XXI, especialmente en Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. Su desarrollo teórico bebe de dos fuentes principales: la tradición puritana de esos países y la llamada “teoría francesa”, que agrupa a pensadores como Michel Foucault o Jacques Derrida, claves del postestructuralismo.

Desde esta perspectiva, el mundo se interpreta a través de una lógica binaria: opresores frente a oprimidos. Una visión que rechaza los matices, asume una confrontación permanente y desconfía de conceptos como la verdad objetiva, al considerarlos construcciones culturales atravesadas por el poder.

Cuatro claves del movimiento

De los Santos identifica cuatro pilares fundamentales del enfoque woke:

Lenguaje: se busca crear un nuevo código que evite cualquier carga opresiva o discriminatoria. El objetivo es neutralizar la semántica heredada del poder.

Minorías: solo quienes pertenecen a un colectivo pueden hablar en su nombre. Esta idea, al llevarse al extremo, puede aislar las voces y dificultar un debate abierto entre distintos colectivos, según el filósofo.

Cancelación: se cuestionan de forma constante las expresiones culturales del pasado y del presente, en busca de elementos considerados opresivos. De ahí surge el término “cultura de la cancelación”.

Deconstrucción: todo se somete a revisión crítica bajo la sospecha de contener estructuras de dominación, incluso conceptos que parecían indiscutibles como la verdad o la biología.

¿Respuesta al negacionismo o nuevo dogmatismo?

Aunque woke surge como respuesta a discursos negacionistas —desde la negación del racismo hasta el rechazo del cambio climático—, De los Santos advierte del riesgo de que acabe replicando los mismos mecanismos que critica.

“No es una simple pugna entre conservadores y progresistas, sino dos formas distintas de cancelar el debate”, apunta. A su juicio, tanto el negacionismo como el activismo más extremo comparten una raíz común: una lógica puritana que no admite disenso y que busca borrar todo lo que no encaja en su marco ideológico.