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El trabajo, clave para la independencia de las mujeres con discapacidad

El trabajo, clave para la independencia de las mujeres con discapacidad
Una mujer con discapacidad junto a sus compañeras de trabajo Getty Images / Maskot

La discriminación que sufren las personas con discapacidad está intensificada por cuestión de género. El 78% de las mujeres de este colectivo están desempleadas. Muchas empresas las descartan desde un primer momento, a pesar de tener formación y experiencia suficientes. ‘Para todos la 2’ habla con dos mujeres que sí han logrado trabajar y vivir con autonomía.

Marta Arce, fisioterapeuta y deportista de alto rendimiento con albinismo, tiene un campo de visión reducido al 10%. Clara Garrido, letrada de las Cortes Generales, ha perdido por completo la capacidad de ver. Ambas, además, son madres de tres hijos. Su testimonio pone el foco en un aspecto clave: la independencia económica. Contar con ingresos propios no solo les permite evitar la dependencia de un familiar, sino que también les otorga la libertad de tomar decisiones sobre su propia vida. A largo plazo, el trabajo no solo representa un sustento, sino una fuente de confianza en sí mismas, una prueba diaria de que pueden lograrlo solas.

Marta Arce

Marta Arce en las olimpiadas de París

Los mismos resultados, de diferente forma

La jugadora paralímpica insiste en un punto esencial: ella puede hacer de todo, solo que su manera de hacerlo es diferente a la de la mayoría de personas. Y esa diferencia no debería ser una barrera. Comprender esto es clave para avanzar hacia la equidad. No se trata de que todas hagan lo mismo de la misma forma, sino de reconocer que hay múltiples caminos para llegar a un mismo resultado.

Clara lleva 10 años siendo letrada de las Cortes Generales y accedió haciendo el mismo examen que el resto de opositores. Explica que su condición es sensorial y que lo que realmente le cuesta es acceder a la información. Pero una vez la obtiene, tiene las mismas capacidades que cualquier otra persona para procesarla.

Clara Garrido

Clara Garrido trabajando en su oficína. Se ayuda de su tablet para leer los documentos

Sin embargo, muchas mujeres con discapacidad ni siquiera tienen la oportunidad de demostrar cuánto pueden hacer. La falta de confianza y de oportunidades les lleva a abandonar antes de intentarlo. La transición entre la escuela y la educación superior se convierte en un punto de inflexión. En ese momento, muchas jóvenes deciden dejar sus estudios, por lo que sus opciones de futuro se limitan. Como consecuencia, un gran número de ellas termina dedicándose exclusivamente al hogar, sin acceso a un desarrollo profesional.

Prejuicios

La gente proyecta sus prejuicios en las mujeres con discapacidad. Mucho más si se salen de lo que comúnmente se cree de gente con su condición. Es decir, el problema no es solo la falta de oportunidades, sino también los estereotipos que encasillan a las personas con capacidades diferentes en determinados roles. “Más que discriminación por ciega, he tenido más discriminación por cómo he querido gestionar mi ceguera”, comenta Clara. Si hubiera seguido el camino más esperado, como vender lotería de la ONCE, nadie se habría sorprendido.

Su historia y la de muchas otras forman parte de una estadística preocupante: solo 2 de cada 10 mujeres con discapacidad encuentran trabajo. Un porcentaje alarmantemente bajo que debería hacer reflexionar sobre la necesidad de construir un mundo más equitativo.