Enlaces accesibilidad
México

Escuelita de sicarios: el rancho Izaguirre revela la impunidad y extrema violencia del Cartel Jalisco Nueva Generación

  • En Jalisco hay más de 15.000 personas desaparecidas, el número más elevado de todos los estados
  • “Yo creo que es la fosa más grande del mundo” declara Indira Navarro, de Guerreros Buscadores, a TVE
En portada - México: Ranchos de Muerte
XAQUÍN LÓPEZ

Una imagen se ha colado en la galería de las “pinturas negras” de México hasta el punto de convertirse en icono de la barbarie que asola al país azteca. Lleva la firma de Ulises Ruíz Basurto, fotoperiodista de la agencia France Presse. El 5 de marzo de 2025, domingo, Ulises realizaba una cobertura rutinaria: acompañaba a un grupo de personas del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco a excavar fosas clandestinas en las que los narcocárteles esconden los cadáveres de personas desaparecidas.

El fotoperiodista suele dedicar los domingos a realizar este tipo de reportajes, pero era la primera vez que los familiares entraban a un rancho reconvertido en escuelita de sicarios (apelativo que el cártel le da a los ranchos de entrenamiento). “Cuando ingresaron a los cuartos y había ropa tirada y zapatillas, yo no le tomé la mayor importancia en el sentido de que no había justificación para que hubiera tanta ropa o las cosas en el suelo” cuenta Ulises a un centenar de metros de distancia del rancho, ahora precintado por la Guardia Nacional.

"La ropa toma relevancia al paso de las horas". EN PORTADA

“¿Cuándo es que toma relevancia la ropa? La ropa toma relevancia al paso de las horas. Raúl Servín, que es uno de los dirigentes del colectivo Guerreros Buscadores, encuentra un punto donde había cartuchos de R-15 percutidos, enterrados a 20 centímetros de profundidad. Entonces, digamos que la ropa era el C de la historia. El cartucho era el B de la historia, pero faltaba el A, que era lo que realmente ellos venían a buscar. Venían a buscar a sus desaparecidos. Y eso pasó cerca de las tres de la tarde. Encuentran restos óseos calcinados. Entonces ahí toma otro perfil y cambia totalmente, 360 grados, la historia porque ya está el A, que es el factor humano, en unos restos humanos; el B que eran los cartuchos percutidos y el C que era la ropa".

"Había cartuchos de R-15 percutidos, enterrados a 20 centímetros de profundidad". EN PORTADA

El rancho Izaguirre está ubicado a una treintena de kilómetros de Guadalajara, la capital de Jalisco. Los miembros del colectivo Guerreros Buscadores, que busca a familiares secuestrados por los cárteles de la droga, para acceder al rancho, sólo tuvieron que darle una patada a la puerta de doble hoja, con dos caballos sobre sus patas traseras y la leyenda Izaguirre Ranch.

Se suponía que la entrada debía estar precintada por la autoridad. Hacía seis meses que efectivos de la Guardia Nacional habían asaltado el rancho, en medio de una intensa balacera. En el operativo detuvieron a diez sicarios pertenecientes al Cartel Jalisco Nueva Generación, más conocido como las cuatro letras. Además, liberaron a dos chicos que estaban retenidos a la fuerza y recuperaron un cadáver emplayado, es decir, envuelto en plástico.

A pesar de todas las evidencias criminales que saltaban a la vista en el interior del rancho, la fiscalía de Jalisco y la Guardia Nacional decidieron que no había nada que investigar, cerraron las puertas tras de sí y regresaron a Guadalajara.

Lo que no se imaginaban las autoridades es que había un grupo de familias que andaba tras la pista del rancho. La dirigente de Guerreros Buscadores de Jalisco, Indira Navarro, tenía un topo que había pasado por la escuelita y le pasaba información de primera mano. El nombre ficticio de la infiltrada es María. “Todas las maletas que están ahí son de las personas que llegaban a los supuestos trabajos. De lejos, siempre iban con sus maletas. Siempre iban con sus mochilas. Eran personas que eran de lejos. La ropa quedaba ahí, le daban una vestimenta, le daban un traje anaranjado. Era anaranjado, fluorescente en la noche”.

Falsas ofertas de trabajo en redes sociales

Las maletas y las mochilas apiladas en el rancho nos llevan al modus operandi del cartel para reclutar a su tropa de combate. Publicitan en redes sociales ofertas de trabajo falsas, bien remuneradas y citan a sus víctimas en las estaciones de autobuses, las populares centrales camioneras del estado de Jalisco.

A partir de ese momento, los jóvenes incautos y engañados, que viajan en autobús desde todos los puntos de México, son trasladados a la fuerza a los ranchos que el cartel tiene diseminados por el valle del Tala, próximo a Guadalajara, la capital del estado. Ahí se les pierde la pista, en muchos casos para siempre.

Publicitan en redes sociales ofertas de trabajo falsas, bien remuneradas y citan a sus víctimas en las estaciones de autobuses.

Publicitan en redes sociales ofertas de trabajo falsas, bien remuneradas y citan a sus víctimas en las estaciones de autobuses. EN PORTADA

Jorge Ramírez es profesor de sociología de la universidad de Guadalajara, una de las más prestigiosas de toda Latinoamérica. Lleva seis años empeñado en desentrañar la verdad sobre el siniestro proceso de captación de nuevos sicarios para las filas del cartel. “Es un mecanismo que tienen de reclutamiento desde el 2018. Iniciaron ofreciendo empleos como guardias de seguridad. Ahora cualquier empleo puede ser ofrecido, ¿no? Entonces aparecen ofertas de empleo con ingresos muy altos y, por alguna razón, la gente se convence de que son reales y a partir de un primer contacto, básicamente ya no hay manera de librarse de ellos”.

El valle del Tala, donde se ubica el rancho Izaguirre, es territorio de las cuatro letras. Sus halcones recorren en motocicletas, o a bordo de pickups, las pistas para detectar a los intrusos. Desde hace poco más de un año su gran rival, el cartel de Sinaloa, está sumido en un sangriento proceso de autodestrucción tras la caída de su líder el Mayo Zambada. El territorio que desocupan los chapitos de Sinaloa lo intentan conquistar, a sangre y fuego, los sicarios de las cuatro letras.

El todopoderoso secretario de Seguridad de Jalisco, Juan Pablo Hernández González, atiende al equipo de En Portada rodeado de escoltas de seguridad. Sabe que las cuatro letras ha puesto precio a su cabeza y eso le convierte en una de las personas más amenazadas del estado y de todo México. “El rancho Izaguirre era un campo de entrenamiento muy grande por el cual pasaron muchos jóvenes que seguramente y lastimosamente han de haber muerto en algún enfrentamiento, en alguna de las sierras de los estados que colindan con esta región, con Jalisco, Nayarit, Colima, Aguascalientes, Zacatecas, Guanajuato, Sinaloa”.

El todopoderoso secretario de Seguridad de Jalisco, Juan Pablo Hernández González.

El todopoderoso secretario de Seguridad de Jalisco, Juan Pablo Hernández González. EN PORTADA

La vicefiscal en Personas Desaparecidas del estado de Jalisco, Blanca Jacqueline Trujillo Cuevas, reconoce que cuando la Guardia Nacional entró en el rancho, encontró pruebas de lo que allí pasaba. “Ya cuando nosotros hicimos el levantamiento pericial de cada uno de los indicios que había ahí, había efectivamente indicios balísticos detonados, al parecer ya de hace tiempo”.

Hasta el momento, la fiscalía no ha mostrado las pruebas que acrediten que el Cartel Jalisco Nueva Generación utilizara el rancho como crematorio de sus víctimas, pero nadie se atreve a negar lo evidente. Lo que sí ocurre a la vista de todos es que la policía científica y los forenses, a las órdenes de la fiscalía general de la república en Ciudad de México, llevan seis meses inspeccionando el rancho palmo a palmo, micra a micra, pero todavía no se ha elaborado el informe definitivo.

Colectivos de madres buscadoras

México se desangra de norte a sur y del Pacífico al Atlántico desde que, en 2006, el recién elegido presidente, Felipe Calderón declarara la guerra al narco y militarizara la lucha contra los carteles de la droga. Casi veinte años después, el reguero de sangre que deja esa contienda alcanza dimensiones bíblicas.

A falta de cifras oficiales, los expertos se enredan en datos estimativos: 127.018 personas desaparecidas y 72.000 cadáveres sin identificar. En la cúspide de la macabra estadística está el estado de Jalisco, con 15.500 personas desaparecidas a fecha de octubre pasado, cuando se publicaron los últimos datos.

La incapacidad de los distintos gobiernos para taponar la hemorragia ha obligado a la sociedad civil a movilizarse. Miles de familiares de las víctimas del cartel se agrupan en colectivos de madres buscadoras, que actúan por todo el país. Sólo en Jalisco hay una veintena activas.

Aunque decimos que los queremos localizar con vida, inconscientemente buscamos en unas fosas

Maribel Cedeño Rosales maneja con destreza una varilla en la tierra y viste una camiseta negra estampada con una foto. Es el rostro sonriente de su hermano José Gil, desaparecido en septiembre de 2021. Maribel no habla, arroja sentencias a la cara que duelen: “lo busco a ciegas” nos dice mientras excava en un terreno anexo a una casa de seguridad de las cuatro letras en el valle del Tala. “Ya por los años, obvio, pues, como todo familiar, quisiéramos encontrarlos con vida. Es por eso que aunque decimos que los queremos localizar con vida, inconscientemente buscamos en unas fosas. O sea, ya los buscamos sin vida”.

Maribel Cedeño Rosales maneja con destreza una varilla en la tierra.

Maribel Cedeño Rosales maneja con destreza una varilla en la tierra. EN PORTADA

Los familiares de personas desaparecidas de Jalisco, Sonora, Michoacán, Sinaloa y de todo México han desarrollado una técnica de búsqueda de fosas humanas clandestinas que está recibiendo el reconocimiento de la comunidad internacional. De hecho, este verano, Indira Navarro, acudió invitada a la universidad de Oxford a explicar los detalles de su trabajo de campo a un grupo de expertos antropólogos y forenses.

La técnica de la varilla

Una de las claves es la varilla. “Si la varilla entra es porque la tierra ha sido removida. La tierra, cuando es excavada, pueden pasar hasta dos, tres años y nunca va a volver a su misma compactación. Aquí suele ocurrir que a los cuerpos se les pone cal. La cal es para omitir los olores. Entonces, al meter la varilla, si la metemos a profundidad, o sea, toda. Eso quiere decir que está excavado. Al momento de sacarla, si hay un cuerpo con cal, la varilla sale con cal y eso es un indicio para nosotros. Estas rayitas también nos ayudan a atrapar olores” explica Maribel Cedeño.

— ¿A qué huele un cuerpo humano?, pregunta el periodista.

— “Es un olor inexplicable. No tiene una palabra, el olor a cuerpo humano porque es ¡híjole! este, para mí es inconfundible. Yo no podría confundir el olor de un cuerpo con el olor a otra cosa”, explica Maribel.

Las conversaciones telefónicas entre Indira y María, de varias horas de duración y a las que ha tenido acceso En Portada, suponen un viaje al infierno, sin bendición y sin retorno.

— ¿Cuántas personas crees que hayan matado en el rancho Izaguirre?, pregunta Indira Navarro.

— Lo puedo asegurar que más de 1.500 personas están ahí, responde María.

— Y la mayoría es, como dices, trituradas y otras calcinadas, ¿verdad?, prosigue Indira.

— Calcinadas. Diariamente llegaban de dos o tres personas que decían que eran carne para los leones. Cuando decían ‘vamos a echar estos a los leones’ los leones son esos hornos que ustedes descubrieron, aclara María.

— Y que hay más ¿verdad?

— Más, más. Hubo un tiempo donde no podían seguir metiendo a las personas, que las tenían que moler con un instrumento, una licuadora grandota de aluminio, que era una licuadora que usan en los barcos de alta mar.

El cártel secuestró a un hermano de Indira hace ya varios años.

El cártel secuestró a un hermano de Indira hace ya varios años. EN PORTADA

El cartel secuestró a un hermano de Indira hace ya varios años. Ella cuenta con protección policial las 24 horas del día porque descubrir ranchos de sicarios y buscar fosas de personas desaparecidas la ha puesto en la diana de las cuatro letras.

Jalisco es el primer lugar en desapariciones, en fosas clandestinas. Son muchísimas. Hay una cifra negra que ellos no han querido sacar a la luz y fosas clandestinas, ni se diga. Tenemos más de 500 puntos. Le llamamos puntos cuando nos dan una referencia de una posible fosa, de un posible crematorio. Nosotros salimos dos o tres veces a la semana. De diez búsquedas, ocho o nueve son positivas. Jalisco es un cementerio, es una fosa grande... yo creo que es la fosa más grande del mundo”.