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Entrevista

Sicario del Cartel Jalisco Nueva Generación: "También tengo sentimientos, no lo hago por gusto"

  • Ha "ejecutado" a 20 personas y ha "ayudado a matar" a unas 150 en los nueve años que lleva como sicario
  • Tiene dos hijos y en esta entrevista, ofrecida en exclusiva a RTVE, confiesa que ya no quiere seguir
Víctimas y verdugos cuentan las atrocidades que se cometían en esa “academia de sicarios”, incluidas prácticas caníbales.
Víctimas y verdugos cuentan las atrocidades que se cometían en esa “academia de sicarios”, incluidas prácticas caníbales. EN PORTADA
XAQUÍN LÓPEZ

Quedamos con el sicario del Cartel Jalisco Nueva Generación, —más conocido como las cuatro letras—. Le llamaremos Óscar. El punto de encuentro es una gasolinera del valle del Tala. Acudimos el equipo de En Portada —formado por cuatro personas y nuestro conductor, Omar— y llegamos cinco minutos antes de la hora. El tiempo de bajar a por un café a un Oxxo. De regreso al coche, me encuentro a Óscar sentado en la parte trasera derecha de nuestra van. “El invitado ya ha llegado” me dice Omar al oído. “Pues vámonos de aquí" le respondo.

La idea que teníamos para grabar la entrevista se fue a negro nada más arrancar el coche. La realidad era una apisonadora que nos pasaba por encima. La idea era “encontrar un lugar tranquilo, es decir, lo menos arriesgado posible, y a partir de ahí, nos buscaríamos la vida”. El sicario estaba receptivo a nuestras sugerencias y eso nos dio tranquilidad. La única línea roja era evitar la carretera principal a Guadalajara para esquivar a los halcones. Apostamos por una pista secundaria segura.

— ”Venga, aquí, en esta sombra debajo del árbol, si lo veis bien” dijo alguien.

— ”Por mí no hay problema” contestó Omar mientras arrimaba el coche a la izquierda.

Miré por el rabillo del ojo a Óscar, que iba a mi derecha, y no puso reparos. Los compañeros montaron rápido el set: una cámara fija en el salpicadero con plano general a los asientos traseros; un foco disimulado a mi cara y el reposacabezas del copiloto tapando la cara del sicario. Los dos microfonados y, por fuera, el reportero Nacho Cañizares grabando el exterior del coche, con Pelayo Prieto retocando el plano sin quitarle ojo a la tablet. Marina Toldos, con los cascos, daba el ok al sonido.

Omar, alto, fuerte, bonachón, estaba en su puesto, de pie al lado del coche, vigilando cualquier movimiento extraño y sobre todo, pendiente de que no se acercara ninguna pickup o alguna moto sospechosa. Yo, centrado en la entrevista y dándole palique al entrevistado.

”Por mí no hay problema” contestó Omar mientras arrimaba el coche a la izquierda.

”Por mí no hay problema” contestó Omar mientras arrimaba el coche a la izquierda. EN PORTADA

Omar fue más contundente: “Les dije a Pelayo y a Marina, que eran los liberados, que si les daba el aviso, que salieran pitando y se escondieran en el maizal. Por lo menos, ellos se pondrían a salvo. Llevábamos mucho tiempo parados en esa pista y podían aparecer los malandros en cualquier momento". Todos asintieron y el silencio fue una señal roja inequívoca del riesgo que habíamos asumido.

No puedo explicar cómo se gestó la entrevista con Óscar en México, el secreto profesional sólo me da margen para aclarar que faltaban menos de 24 horas para coger el avión de regreso a Madrid e hice una llamada a la desesperada que dio positivo. En menos de diez minutos estábamos todos en la van y Omar preguntando la dirección. El copiloto, creo que Pelayo, ya había enganchado la ubicación en el Google Maps. Todo lo demás, a partir de ese momento, fue un viaje frenético para llegar cuanto antes a una gasolinera a treinta kilómetros de Guadalajara.

Periodista.- ¿Cuánto tiempo llevas de sicario?

Sicario.- Llevo aproximadamente unos nueve años.

"Empecé también a vender droga y gasolina"

Periodista.- ¿Cómo entraste?

Sicario.- Me puse a vender, me hice tendero de droga. Después, pa’ese patrón que yo trabajaba, no voy a mencionar su nombre, pero de apodo le decían...mejor que así quede, no lo voy a mencionar pa’no tener problemas. Ya le caí bien y se me arrimó y me dijo que si quería vender huachicol (combustible de contrabando) y le dije que sí, que estaba perfecto.

Y ya después, él en un campamento que hicimos, en un cerro de aquí de la región Valles, él me agarró y me dio un rifle. Me traía con él y me decía que empuñara el rifle e hiciera una posición de tiro, y yo lo hice. Y me dijo no, así no, y ya me corrigió él y ya. Así es como empecé a agarrar práctica ahí con ellos y ya ellos me dieron escuela y así es como inicié a andar.

Periodista.- Y tú cuando entras en la empresa ¿te captan, te levantan (captar a la fuerza), entras por voluntad propia? ¿cómo fue eso?

Sicario.- Primero entré por voluntad propia, mandadero. Así se me hizo fácil, ¿me entiendes? Y ya después, ya cuando ya me miré, ya medio comprometido, ya fue cuando dije p**a madre y ya. Ya no quería yo hacerlo, pero dije que ¿cómo le voy a decir? Y como mis amigos me decían no, que esto y lo otro güey y que...y yo había oído que no puede decir uno que no, pues entonces dije no, entonces pues ni pedo, hasta donde tope.

Periodista.- ¿Y por qué dijiste tú “p**a madre, yo me quiero ir”? ¿Por qué?

Sicario.- Porque miré muchas cosas que...pues no, no es lo mío.

No puedo explicar cómo se gestó la entrevista con Óscar en México

No puedo explicar cómo se gestó la entrevista con Óscar en México. EN PORTADA

"Yo llevaba muchachos al rancho Izaguirre"

Periodista.- ¿Tú qué hacías en el rancho Izaguirre?

Sicario.- En el rancho Izaguirre, podríamos decir que era como, póngale que mandadero. Yo entraba y salía, o llevaba, por ejemplo, cual lo que ocupaban ellos o muchachos que a veces que uno los raiteaba ahí, raterillos, todo ese tipo de personas, ahí los llevaban.

Periodista.- O sea, ¿tú los recogías y los llevabas al rancho?

Sicario.- Ajá. Si no era yo, era otra persona, pero yo también, eso era lo que desempeñaba ahí. Pero yo no, mi trabajo no, no lo desempeñaba estar ahí en el rancho porque eso no era lo mío. Ahí nomás estaba el coach y los ayudantes de él y todos los reclutados, voluntarios y forzadamente

Periodista.- ¿Y el coach quién era?

Sicario.- ¿Cómo era el este? Ay, ya lo agarraron.

Periodista.- ¿El Lastra?

Sicario.- El Lastra. Sí. Ese era el coach. El Lastra. Era de lo que yo me encargaba, e incluso ahí sale uno...a ver. Yo sí los voy a quitar de esa duda, que ahí salen el uno en un podcast de esas madres que suben y sale un muchacho que dice que era sicario de las cuatro letras (denominación popular del Cártel Jalisco Nueva Generación) y dice que ahí, que no es cierto que los ejecutaban, que nada más los bajan de fila. Eso es mentira. Si no, como le comenté a una persona, pues si no anda en las filas del ejército, para que lo bajen de rango. Ahí yo tenía un patrón antes, que este patrón está preso, su palabra favorita de él era: “Aquí el que no sirve para matar, sirve para que lo maten”. Se ponen a las vergas o aquí chinguen a su madre. Y por eso quiero aclarar eso. Eso es mentira. Yo pienso que ese muchacho, la misma empresa, lo pone para taparle y para que no se den cuenta el Gobierno y la gente de lo que en realidad sucedía ahí.

"La basura le nombramos a un cuerpo ya ejecutado"

Periodista.- ¿Y cómo era el entrenamiento en el rancho?

Sicario.- Pues igual que en un cuartel militar. Los ponen a correr ahí. Depende en qué nivel de entrenamiento vaya, en lo que se quiere. Lo más básico que se les está entrenando, bueno, pues cuando yo supe, lo más básico era condición y tiro. Por eso, yo a veces, son cosas que no me gustan ¿me entiendes? Que tengan condición y tiro y ya los mandan a Zacatecas. Cientos de muchachos que bajaban y los mandaban a Zacatecas sin experiencia alguna y pues pues van a morir, ¿me entiendes? Va uno a morir ahí. A mí me tocó ver muchos muchachos que ya nunca los miré volver.

Periodista.- Te avisaban cuando había que recoger basura, ¿qué es la basura?

Sicario.- Nosotros a la basura le nombramos ya un cuerpo ya ejecutado que viene siendo de chapulín. Los que andan vendiendo droga por su propia cuenta, o violadores, rateros o cualquier tipo de esas personas. A mí me avisaban cuando tenía otro compañero, que ese se dedicaba en especial a eso y yo le ayudaba. Ya hablaban de cualquier poblado de los alrededores que tenían una basura. Oiga, si me pasó el número de fulanito, para no decir nombres, no comprometerme. Y hablaban. ¿Oye, dónde andas? No, pues por aquí ando, en la zona. Ah, pa’que te arrimes al poblado, tal poblado, vamos a decir acá Tala y ya se arrimaban y me arrimaba yo. Los dos recogimos la basura.

Periodista.- Y ¿qué hacíais con ese cuerpo?

Sicario.- Ya recogieron los cuerpos y los llevaban para el monte, para la sierra. Y ya ahí, mi amigo yo y pasábamos en el vehículo a la casa de seguridad con los cuerpos y ya ahí el mismo patrón nos decía que nos lleváramos a unos muchachos para que los entrenáramos nosotros, que los entrenáramos a cómo descuartizar un cuerpo, cómo desmembrar un cuerpo y a que comiera parte del cuerpo para que se hicieran inmunes, para que el día de mañana que estuvieran ahí, en un enfrentamiento o algo, no les diera miedo ni tuvieran asco a la sangre ¿me explico?

Periodista.- Te explicas muy bien.

"A veces se desmembraban los cuerpos"

Sicario.- Y así es como los llevábamos al cerro y ahí hacíamos la cama, la famosa cama de leña, que son troncos de leña que mandábamos cortar a la perfección a lo que es lo ancho del cuerpo. Y no gruesos ni delgados, aún...normales. ¿Me entiende? Para que ardieran de volada. Se tendía la cama de leña como de medio metro de alta a lo largo, según del cuerpo, ya se ponía el cuerpo arriba. A veces lo quemábamos así entero y cuando llevaba a los muchachos a que practicaran, agarrar, llevaban los cuchillos, machete y hacha. Ahí está prohibido cortar como se cortan así en la cocina, las amas de casa que le dan ahí. Ahí están prohibidos esos cortes, ahí tiene que hacer uno de carnicero, igual.

Y eso es lo que se les dice a los muchachos, porque los cortecitos esos, nosotros lo llamamos cortes de maricón ¿me entiendes? Y tiene que ser, debe demostrar, como dicen por ahí, rudeza. Y es igual. Ya sé, a veces se desmembraban los cuerpos y se hacía el montoncito. Se empezaron a meter el cuchillo por los codos, las rodillas, el torso. Y cuando los muchachos, pues practicaban, lo que se les sacaba era el corazón y el corazón se ponen a morderlo entre ellos y a masticarlo y pasarlo. No lo tenían que comer todo.

Periodista.- ¿Habrás visto de todo? ¿Habrás visto de chavales que no querían hacerlo? ¿Y a esos qué les pasaba?

Sicario.- Sí. Me tocó y me tocó mirar que no lo querían hacer. Ahí le decían “a ver, lo vas a hacer hijo de tu p**a madre, porque cuando subamos pa’arriba el patrón te va a poner a hacer eso y ahí vas a valer verga”. A mí también me tocó ayudarle a mi amigo a quemar cuerpos de muchachos que estaban en la escuela, que llegaron... yo lo viví en carne propia, que se cansaron y no, no dieron las medidas como dicen.

"Ejecuté unos 20 y he participado en unas 150 muertes"

Periodista.- Sí quiero preguntarte ¿a cuánta gente has matado tú?

Sicario.- ¿Yo? Ahora sí me la puso difícil ¿eh? No tengo idea. No tengo idea de cuántos. ¿Que diga una cifra exacta? No sé, pero poquitos, alguno. Con mis propias manos, unos 20. Que yo haya hecho con mis propias manos. Ejecutado con la pistola y ejecutado con degollados. He participado en más muertes. Yo pienso que en algunas 150.

Periodista.- Y ahora ¿a qué te dedicas?

Sicario.- Lo mismo. Sicario.

"Ese Iugar se usaba como basurero para quemar personas"

Periodista.- Oye. El quemadero donde estuvimos ayer con Indira (portavoz del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco). ¿Qué pasaba allí?

Sicario.- Ese se usaba como basurero. Era quemadero para quemar personas. Ahí se quemaron muchas personas y ahí servía como campo de adiestramiento para entrenarlos, para ir a la guerra. Ahí nomás lo usaban como campo de tiro. Ahí también estuvieron los colombianos. Y estaba un francotirador.

Periodista.- ¿Y el árbol tronchado?

Sicario.- ¿En el árbol tronchado ese? Ah, ahí se usaba para amarrar a la gente que se llevaba arriba, ahí se amarraban y se ejecutaban, practicaban los muchachos tiro con ellos.

Periodista.- Los chapulines.

Sicario.- Con los chapulines. Exactamente ahí quedó mucho chapulín...

Periodista.- ¿Qué es un chapulín?

Sicario.- El chapulín es aquella persona que no se quiere alinear con la empresa, con el cartel, que venden droga por su propia cuenta. Muchas veces ellos la cocinan o tienen otra persona que la cocina y ellos son los vendedores. Pero al agarrar al chapulín, se le tortura, se le saca la sopa y él mismo nos lleva donde está el que lo provee a él de material ¿me entiende? Y él nos dice a cuántos más hay que ir a ejecutar. Y es una cadenita que todos ejecutan al último.

"El Sapo es el jefe de plaza de la zona Valles"

Periodista.- ¿El Sapo es el jefe de plaza le Izaguirre?

Sicario.- Sí, El Sapo es el jefe de plaza de la zona Valles, que es toda la zona ahí de Izaguirre y todo eso.

Periodista.- ¿Y quién estaba de jefe de plaza en Izaguirre? ¿quién estaba de encargado? ¿El Lastra?

Sicario.- El Lastra. Y hay otro que se encarga de los sicarios. Al parecer me parece que él es del poblado de Teuchitlán. Se apellida Torres. Él es el encargado de los sicarios y el que se encarga de hacer la limpia.

Periodista.- ¿Entraban políticos en el rancho? ¿Tú los conocías?

Sicario.- Al presidente sí, claro que sí. Yo lo conocí a él. No de platicar, pero de vista así lo conocía a él. Todos los políticos, eso muchas veces quieren tapar el sol con un dedo, pero yo pienso que no se puede. Todos los municipales están involucrados, todos. Yo se lo digo porque yo lo viví.

Periodista.- ¿Policías municipales?

Sicario.- Municipales, todos están corrompidos. Ellos vienen siendo los punteros número uno de la empresa.

"No vamos a gastar en una persona que va a morir"

Periodista.- Tu estuviste en casas de seguridad del cártel. ¿Cómo funciona la casa de seguridad?

Sicario.- Yo estuve en una en un poblado de zona Valles. Y le ayudaba al encargado de recoger cuerpos o vivos y los llevábamos y los ejecutábamos, los torturaban. La casa de seguridad, su desempeño es este: ahí están los sicarios.

Y el responsable de los sicarios se encarga de que nadie salga para afuera. Ahí no más estamos encerrados para cualquier llamada o salir a patrullar o a levantar rateros o cualquier problema que haya, ya sale de la casa de seguridad uno.

También bajan a la casa de seguridad los que vienen de la escuela que dicen “bajé de la sierra”, bajan a la casa de seguridad, ya le hablan, le hablamos al Uber y ya el Uber, depende, pa’onde está la guerra, como ahorita que está pa’Sinaloa, pues la mayoría que vienen de la escuela van pa’Sinaloa, van a la guerra.

Muchos piensan que van a andar en su propio pueblo, porque a mí me tocó ver muchachos que de ahí del mismo pueblo y no, pues andaban acá y que su p**a madre y la verga y que iban a andar con el rifle, pero pues les sale el tiro por la culata como dice uno, no sé.

Uno nunca se imagina que van derechito a la guerra. Ya cuando les decían que van para la guerra, pues ponían su carita de “¡ay, mamá mía!”. Y pues lastimosamente entonces van a la muerte o a la cárcel y es lo que se hace en la casa de seguridad. Ahí mismo tiene uno los que levanta los rateros, chapulines, todos ahí los tienen encerrados, amarrados, golpeándolos a diario, sin comer ni nada, ni agua.

Muy raro se les da el agua. ¿Por qué? Porque el mismo patrón dice “no vamos a gastar en una persona que va a morir”. ¿Usted me entiende? Y ahí todos están en línea, esperando que llegue el patrón y los interrogue: “¿Tú por qué estás?”.

Es igual, también va hasta para morir. Va por lista.

"También tengo sentimientos, no lo hago por gusto"

Periodista.- ¿Cuántos años tienes?

Sicario.- ¿Yo? 48.

Periodista.- ¿Y vas a llegar a los 80?

Sicario.- Siempre le he dicho a mi familia que quiero llegar de perdido a los 90. Me gusta hacer ejercicio. Ya los que tengo, pues ya es ganancia, ¿no? Después de todo lo que me ha pasado. He visto amigos morir, amigos que están agonizando. Y pues sí, me llega. A veces cuando platico me llegan sentimientos, se me han salido las lágrimas con mi amada. Así todo. ¿Por qué? Por como dice la Biblia. Porque también soy humano y soy de carne y hueso y tengo un corazón. O sea que esta es la otra cara de la moneda. ¿Me entiende? También tengo sentimientos. No lo hago por gusto. A veces lo hace uno por necesidad y obligación, más que nada.

Periodista.- ¿Qué tal duermes?

Sicario.- ¿Qué tal duermo? Pues no muy bien. A veces me despierto a deshora de la noche. Me recuerdo de cosas que he hecho. O a veces me quedo así, fijamente con la mirada y ¿qué tienes, güey? No, nada. Mi familia, mis niños.

A veces mis hijos me preguntan cuando me quedo así fijamente. ¿Qué estás pensando, papi? ¿Qué piensas? No, nada. Nada. Sí, porque te miro que estás pensativo. Pero es cuando me agarra que me llega de como depresión. Me pongo a pensar que llega un momento que yo... pues porque le voy a ser sincero, yo estoy enfadado.

Yo estoy enfadado y ha llegado un momento en que ya, ya no, ya no quiero, yo ya no quiero seguir aquí, ¿me entiendes?

Veo personas que están con sus hijos en los parquecitos y así yo mismo me digo p**a madre. Y me pongo a pensar en mis hijos y digo sí, si así quisiera andar como ellos. Pero pues no creo que sea muy tarde, ¿me entiende? Porque todo se puede hacer.

Periodista.- Y a tus hijos ¿qué les dices?

Sicario.- Pues ellos saben en lo que ando. Ya no les pude esconder mucho. Ya no pude esconderles, les escondí o incluso uno, el más grandecito. Y están chicos, pero a veces por lo que hay en la calle y todo eso, el más grandecito me dijo “papi, ¿verdad que no es cierto?”. Le dije ¿qué? Que tú matas gente.

Pero se me afloja el culo, como dije. A él le dije: “No, mi hijo, dije, yo no mato gente. ¿Quién te dijo eso?”. “Alguien”. “No. ¿Quién te dijo eso?”. Y ahí, en el mismo poblado, en el barrio donde su mamá, ahí la gente le dijo eso. ¿Me entiendes? Que yo me dedicaba a matar gente. Y le dije que no, que no me dedicaba a matar gente. Pero sí. Pues ellos saben en lo que trabajo.

Periodista.- Bueno, te voy a hacer una pregunta. Yo... para contactar contigo. Ya sabes con quien hablé.

Sicario.- Sí, perfectamente.

"Es un desahogo para mí"

Periodista.- Y me gustaría saber ¿por qué te convencí?

Sicario.- ¿Por qué me convenció? Primero, yo no quería ¿verdad? pero... al último, no sé, como que se me aflojó el corazón. Y hasta diga pues, chingue a su madre de todos modos, siempre que hay gente que descansa ¿me entiende? Y de esa manera yo me encuentro como es un desahogo para mí y encuentro poquita paz en mí y me hace sentirme más tranquilo.

La conversación con Óscar fluía. Cada respuesta mejoraba a la anterior y así durante más de media hora. Se me quedó grabada una anécdota: cuando ya llevábamos más de veinte minutos de grabación, veo la cabeza de Pelayo asomando por el lateral del asiento del copiloto. Me hacía gestos como si fuera un entrenador de baloncesto pidiendo tiempo muerto.

Me quedaban dos opciones: cortar la entrevista abruptamente y dejarla a medias o agotar los últimos minutos. Interpreté que no estábamos en una situación extrema y tenía que cuadrar el círculo. Estábamos en mitad de una ciénaga y había que remar para ponerse a salvo. Cerré la entrevista con algunas preguntas personales, del tipo: “¿Tienes remordimientos de conciencia?”, “¿tienes pesadillas de noche o duermes del tirón?", “¿saben tus hijos que su padre es un mata personas?”

El equipo recogió los trastos a la de cinco y salimos de allí zumbando. Óscar se bajó en la gasolinera y antes de despedirnos le dije a Cañizares que nos hiciera una foto a él y mí, con mí móvil. Quiero creer que fue una prueba de vida, así se lo dije a los compañeros, aunque no voy a negar que ese gesto delata síntomas del síndrome de Estocolmo.

De regreso a Guadalajara disfrutamos del momento y aclaré una duda:

— ”¿Por qué te doblaste en el hueco del asiento del copiloto para pedirme tiempo muerto, Pelayo?”

— ”No te pedía tiempo muerto, Xaquín, te estaba diciendo que cortaras la entrevista porque había que salir pitando”.