San Fermín no es el patrón de Pamplona y comparte el patronazgo de Navarra con san Francisco Javier
- San Fermín de Amiens es un santo del siglo III cuya devoción se origina en el siglo IX entre la realidad y la leyenda
- El patrón de Pamplona es San Saturnino, que evangelizó la ciudad y de quien se dice que bautizó a san Fermín
Cuenta la leyenda que san Fermín nació en Pompaelo, la actual Pamplona, y que era el hijo de un senador llamado Firmo que se dedicaba a la administración, en concreto, a la del gobierno romano que regía Pamplona en el siglo III.
Sus padres eran paganos, pero se convirtieron al escuchar a san Saturnino de Toulouse (Francia) —también llamado san Cernín—. El santo bautizó al pequeño Fermín en el lugar que hoy se llama popularmente Pocico de San Cernín. A los 18 años fue enviado a Tolosa (Navarra) y allí fue ordenado sacerdote. Después de predicar por la región de la actual Navarra se asentó en la ciudad de Amiens (Francia).
Procesión de san Fermín, copatrón de Navara, por las calles de Pamplona. ARCHIVO EFE
Allí organizó la construcción de la iglesia local y bautizó a 3.000 personas. A los 24 años ya le habían nombrado obispo. En aquella época el Imperio romano perseguía a los cristianos en la conocida como "Gran Persecución de Diocleciano". Fermín fue apresado y decapitado en Amiens convirtiéndose así en mártir y santo.
El pañuelo rojo recuerda la decapitación de san Fermín
La leyenda de san Fermín no llegó a Pamplona hasta el siglo XII, cuando el obispo Pedro de París llevó en 1186 de Amiens a Pamplona una reliquia de la cabeza del santo. A partir de aquí, la ciudad decidió celebrar la ocasión con un acto anual. A lo largo de los siglos, la fiesta del santo, la antigua feria anual y el encierro y las corridas de toros posteriores se han fusionado.
Esta fiesta mezcla la leyenda del martirio de san Saturnino y el toro, con la de la decapitación de san Fermín. El pañuelo rojo atado alrededor del cuello de los participantes recuerda la decapitación de san Fermín.
Actualmente su santoral se celebra el 7 de julio. En Pamplona se conmemora con unas fiestas de fama internacional, los Sanfermines, en las que destacan los encierros, así como las corridas de toros pertenecientes a la feria del toro, una de las ferias más señeras del panorama taurino mundial. San Fermín es patrón de Lesaca (Navarra), Amiens (Francia) y de la archidiócesis de Pamplona y Tudela, también es copatrón de la Comunidad Foral de Navarra junto a san Francisco Javier.
San Saturnino, patrón de Pamplona
Aunque San Fermín es el santo más asociado a las mundialmente famosas fiestas de julio, San Saturnino es el patrón oficial de Pamplona. Esta distinción se formalizó en 1611 por el Ayuntamiento de la ciudad, en agradecimiento por su papel en la introducción de la fe cristiana en la región. Su festividad se celebra cada 29 de noviembre con procesiones, misas y otras actividades tradicionales en la capital navarra.
San Saturnino representa el origen de la fe cristiana en Pamplona y es un símbolo de la tradición y la devoción local, a menudo eclipsado por la fama de los Sanfermines, pero fundamental para la identidad histórica y religiosa de la ciudad.
Un momento de la tradicional procesión de San Saturnino que se celebra cada 29 de noviembre en Pamplona. EFE / IVÁN AGUINAGA
San Saturnino sufrió martirio alrededor del año 250 en Toulouse durante las persecuciones romanas. La leyenda narra que fue atado a un toro salvaje, que lo arrastró hasta causarle la muerte. En la iconografía, se le suele representar con las insignias episcopales —mitra y báculo— y, a menudo, junto a un toro, haciendo alusión a su martirio.
Según la tradición, San Saturnino llegó a Pamplona, donde predicó el Evangelio y comenzó a convertir a sus habitantes al cristianismo. Se cuenta que fue él quien bautizó a los primeros cristianos de la ciudad, incluyendo a San Fermín y a sus padres, Firmo y Eugenia. Existe una fuente, aún hoy visible en la Iglesia de San Saturnino de Pamplona, que la tradición asocia con estos bautismos.
San Francisco Javier y san Fermín, copatronos de Navarra
San Fermín de Amiens es copatrón de Navarra. Comparte este título con el jesuita navarro san Francisco Javier. El papa Alejandro VII tuvo que intervenir en 1657 para poner fin a tres décadas de polémicas y pugnas encarnizadas que dividieron a los pueblos e instituciones navarras, entre los partidarios de uno y otro santo. Fueron más de 30 años de discusiones, publicaciones y alegatos en Pamplona, Madrid y Roma. Se emplearon todo tipo de argumentos, desde los teológicos hasta los políticos y sociales. Los partidarios de cada santo defendían con vehemencia sus posturas, generando divisiones significativas en la sociedad navarra.
Entre los partidarios de san Fermín estaban el Cabildo de la Catedral, el Ayuntamiento de Pamplona y gran parte del clero navarro. Argumentaban la antigüedad del patronazgo de san Fermín, su condición de mártir —considerado de mayor valía que un confesor— y su contribución a la cristianización temprana de Navarra. Además, veían con recelo la creciente influencia de los jesuitas.
A favor de san Francisco Javier estaban la Diputación del Reino de Navarra y la Compañía de Jesús —los jesuitas—. Enfatizaban la santidad "moderna" de Javier, su origen navarro y su labor misionera global que traía prestigio al Reino. Consideraban que un santo tan universal y contemporáneo era más adecuado para representar a Navarra en ese momento histórico del siglo XVII.
En 1657, el Papa Alejandro VII declaró a través de un breve apostólico a San Fermín y a San Francisco Javier como "patronos igualmente principales" del Reino de Navarra. Esta decisión salomónica satisfizo a ambas partes y reconoció la importancia de ambos santos en la historia y la religiosidad navarra. Desde entonces, San Fermín y San Francisco Javier son copatronos de Navarra, compartiendo un lugar de honor en el panteón de sus santos.
La coexistencia de ambos patronazgos ha enriquecido la identidad religiosa de Navarra. San Fermín sigue siendo el patrón más popular, especialmente asociado a las fiestas de julio en Pamplona, pero con una devoción que se extiende por toda la geografía foral, especialmente en el norte. San Francisco Javier es venerado el 3 de diciembre, y las "Javieradas" —peregrinaciones anuales al Castillo de Javier— son una manifestación masiva de fe que congrega a navarros de todas las edades y procedencias. Su figura está más ligada a la historia del Reino y a la universalidad de la fe.
La pugna, aunque intensa en su momento, acabó consolidando la riqueza devocional de Navarra, que se siente representada por la antigüedad y tradición de San Fermín, y por la modernidad y proyección global de San Francisco Javier. Ambos, a su manera, simbolizan aspectos fundamentales de la idiosincrasia y la fe de los católicos en la Comunidad Foral.
San Fermín 2025: otras noticias destacadas
El paso de Hemingway por San Fermín: mitos y certezas del Nobel estadounidense
Las charangas, el latido musical de las calles pamplonesas en San Fermín
Comienza a colocarse en Pamplona el vallado del encierro de los Sanfermines 2025
Gigantes reinantes, cabezudos autoritarios y otras figuras centenarias de San Fermín