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Análisis

De Father Bob a León XIV: por qué sorprende un papa de Estados Unidos

  • La elección del cardenal Robert Prevost rompe el consenso general de que nunca elegirían a un papa de los Estados Unidos
  • Los Estados Unidos son el cuarto país en número de católicos y el primero en millones de dólares en donaciones al Vaticano
Por qué sorprende un papa de EE.UU: León XIV, el viernes en su primera misa
El papa León XIV, el viernes en su primera misa como pontífice. VATICAN MEDIA / ZUMA PRESS
ANNA BOSCH

"No será un papa de Estados Unidos", repitieron muchos vaticanistas desde el 21 de abril, cuando murió Francisco, hasta la tarde del 8 de mayo, cuando salió al balcón el prefecto Dominique Mamberti y anunció el famoso"Habemus papam!" y develó la identidad: "Robertum Franciscum Santae Romanae Ecclesiae Cardinalem Prevost". Robert F. Prevost, un cardenal estadounidense. Lo que no no iba a ocurrir, ocurrió.

Que no era era el candidato del presidente Trump ni del neocatólico vicepresidente Vance ya lo hemos explicado en otros artículos; que es de Chicago, pero tiene también la nacionalidad peruana, porque en el Perú es donde ha ejercido mayormente el sacerdocio el Padre Roberto, también. Pero veamos qué argumentos había a favor y en contra de elegir un cardenal estadounidense.

Demasiado poder y el factor Trump

El poder era el argumento más repetido, y así lo razonaba el Catholic Herald, un medio católico histórico del Reino Unido, en septiembre de 2022: "Desde que los Estados Unidos sustituyeron al Imperio Británico como principal potencia política y económica en el mundo, el consenso ha sido que un pontífice estadounidense concentraría demasiado poder en un solo país, mientras que alguien de otro país ofrecería algún contrapeso a la influencia de los EE.UU. Muchos cardenales europeos y latinoamericanos, según el consenso, serían reticentes a elegir un papa de Estados Unidos".

Más recientemente, la víspera del inicio del cónclave, un medio católico estadounidense, el National Catholic Reporter, añadía más argumentos específicos del momento actual, el primero, que no había un equipo EE.UU. en el colegio cardenalicio. Estados Unidos era, después de Italia, el segundo país en número de cardenales con derecho a voto, diez, pero no formaban un equipo. "En pocas partes del mundo se oye tanto hablar de cisma en la Iglesia católica como en los Estados Unidos", explica el NCR. "La iglesia de los EE.UU. está muy dividida en numerosos cuestiones, sociales sobre todo, pero también litúrgicas (...) el retrato es bastante similar al de la sociedad estadounidense, dividida entre quienes apoyan a Donald Trump y los progresistas".

En esa Iglesia católica estadounidense dividida la mayoría de obispos se sitúan en el sector conservador, y una de sus causas es impedir que se le de comunión a políticos católicos que están a favor del derecho al aborto. Fue el caso del secretario de Estado y candidato fallido a presidente John Kerry y, más notable, el del presidente Joe Biden.

El factor Trump era esta misma semana un lastre para cualquier aspirante de Estados Unidos, según el mismo medio: "Si elegían a un conservador se arriesgaban a parecer legitimar e incluso reforzar a Donald Trump. Si elegían a un progresista, podría parecer una respuesta a Trump, un intento de meterse en las peleas internas de la Iglesia católica en los EE.UU. Incluso si fuera una figura mediadora pondría igualmente a los Estados Unidos en el foco". Y sin embargo, el nuevo papa nació y se formó en los Estados Unidos.

En opinión de uno de los editores del diario The New York Times, si Robert Prevost ha logrado los votos necesarios es tal vez "porque lo hayan considerado un sacerdote internacional más que un yanqui".

Fieles y dineros católicos en los Estados Unidos

Ya hemos tenido ocasión de señalar que Estados Unidos es el cuarto país del mundo en número de población que se identifica como católica (detrás de Brasil, México y las Filipinas). Unos 53 millones, según un estudio del prestigioso Pew Research Center. Equivalen a un 19% de la población, lo que los convierte en la segunda confesión del país, detrás de los protestantes evangélicos. Ese porcentaje sitúa a los Estados Unidos a un nivel similar al de España, si contamos sólo quienes se definen como católicos practicantes, un 18,8% de la población, según el barómetro del CIS del mes pasado.

Los dineros. Desde la perspectiva del país de Enrique VIII, el rey que provocó el cisma en el siglo XVI, el Times de Londres tituló elocuentemente, previo a la elección de León XIV: "Para entender la política vaticana, sigan el rastro del dólar". El reportaje da cuenta detallada de varias cenas y recepciones en Roma dedicadas a recaudar donaciones de ricos estadounidenses, una convocatoria anual en Roma que llaman "la semana americana" o "la semana del dinero. Todos los años, cuenta el periódico británico, después de Semana Santa hay una peregrinación de ricos estadounidenses, y este año coincidió casi con el cónclave.

Cuando la Iglesia católica, forzada por los escándalos, dio un paso a la transparencia y empezó a hacer públicas las donaciones, se constató que los Estados Unidos son el primer país en donaciones al Vaticano. Las cifras de junio de 2022: 13 millones de euros vinieron de allí, el segundo país fue Italia con menos de la mitad, 5 millones de euros.

Según fuentes citadas por The Times, "las finanzas del Vaticano son la gran cuestión que se obvia [el elefante en la habitación] en este cónclave. La Iglesia se enfrenta a una crisis financiera existencial. Esas finanzas centraron el debate en la séptima congregación general el miércoles. El Vaticano tuvo un déficit anual de más de 90 millones de dólares en 2023. Nadie en Roma -se cura en salud en periódico- sugiere que ricos estadounidenses estén intentando comprar un sillón en el cónclave, pero la presencia de tantos en la ciudad tiene que haber servido de recordatorio de que el Vaticano necesita a los filántropos de Estados Unidos".

En una línea parecida se expresó en una entrevista Steve Bannon, el ideólogo de extrema derecha y asesor de Donald Trump en su primera campaña y presidencia. Subrayaba Bannon que el Vaticano tiene un problema de liquidez y necesita el dinero de los estadounidenses. Sobre la cuestión de un papa estadounidense, Bannon veía pocas posibilidades: "La Iglesia católica de los EE.UU. da tanto dinero que temen que tenga demasiado poder, por eso no quieren un papa estadounidense", y lamentaba que, de haber uno con posibilidades, ese era el Cardenal Prevost. Bingo. Un progresista cercano a Francisco, desde el punto de vista de Bannon, que pondrá a los católicos al borde del cisma.

"Si me pides una lectura política de la elección de Prevost", me comentó alguien que ejerció el sacerdocio en EE.UU. y que se sitúa en el sector progresista, "es que a León XIV, al ser de Estados Unidos, Donald Trump no lo podrá tratar con la falta de respeto que demostró con el argentino Francisco". Es sólo una opinión en horas de muchas elucubraciones. De la relación entre el presidente Trump y Francisco ya tratamos en un artículo anterior.

Sabemos que el cardenal Prevost no era el papa que querían en la Casa Blanca, pero en cuanto se supo que era el elegido al presidente Trump y al vicepresidente Vance no les quedó más remedio, en público, que felicitarlo y enorgullecerse que fuera un papa de los Estados Unidos. America First.

En los Estados Unidos la elección de Robert F. Prevost como cabeza de la Iglesia católica se analiza también en el contexto de la influencia creciente de los cristianos evangélicos en la política y las instituciones del país, un movimiento que los críticos han denominado nacionalismo cristiano blanco. En 2016 y, más aún, en 2024 el candidato de este movimiento y de los católicos conservadores fue Donald Trump. En las últimas elecciones Trump obtuvo el 80% de los votos de evangélicos y el 54% de los católicos.