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De la sencillez de Francisco a los símbolos recuperados por León XIV: las presentaciones de los dos papas

Los papas Francisco y León XIV
Los papas Francisco y León XIV EFE / EPA

Tras cuatro votaciones y poco más de un día de deliberación, la Iglesia ya tiene un nuevo líder: el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost es ahora el papa León XIV. Los 133 cardenales electores han optado por un cardenal cercano a Francisco, el papa de los pobres, los gestos sencillos y la reforma silenciosa. En su primer mensaje, el papa número 267, muy vinculado a Perú, puso el foco en la paz, apostó por tender puentes para el entendimiento y agradeció la labor de su antecesor.

En 2013, el cónclave que eligió a Jorge Mario Bergoglio nombró al primer papa latinoamericano y jesuita de la historia. Ahora, León XIV recoge el testigo en un momento muy distinto para la Iglesia y para el mundo. ¿Cómo se comparan dos elecciones separadas por doce años y una etapa transformadora?

Todos los ojos, en la fumata blanca

La ceremonia de elección siempre sigue un mismo patrón: antes de votar, los cardenales juran guardar secreto y aceptar el resultado si son elegidos. El maestro de ceremonias pronuncia entonces el extra omnes (“todos fuera”) y se cierran las puertas de la Capilla Sixtina. Desde ese momento, el mundo queda fuera y solo el humo —negro o blanco— dará la respuesta esperada. Aunque el método para generar el humo se ha perfeccionado con el tiempo, su significado permanece como uno de los símbolos más potentes del Vaticano.

En el caso del papa Francisco, la fumata blanca llegó sobre las siete de la tarde, tras cuatro rondas sin llegar al consenso. El humo empezó siendo gris, pero enseguida se tornó blanco, encendiendo el júbilo en la plaza de San Pedro.

En la elección de León XIV, la señal llegó a las 18:07h, tras cuatro votaciones y tres fumatas. La primera llegó en la tarde del miércoles, cuando parecía que el día cerraba sin noticias desde la Capilla Sixtina. La segunda provocó una leve confusión en la mañana del jueves, la segunda jornada de cónclave, cuando tras el humo negro salió una pequeña humareda blanca que llamó la atención de presentes y televidentes, aunque quedó en nada. Unas horas después, la chimenea finalmente dio fe de que al menos 89 cardenales —la mayoría de dos tercios establecida para nombrar a un nuevo pontífice— se habían puesto de acuerdo. Y, a diferencia del 13 de marzo de 2013, aún era de día y la lluvia y los paraguas no acompañaron la escena.

El proceso de elección de León XIV duró 24 horas y 23 minutos. Ese es el tiempo que necesitaron los 133 cardenales electores para tomar la decisión. Es una hora y dos minutos menos de lo que duró el cónclave de 2013 en el que se eligió a Francisco, con 115 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina. El cónclave de 2025 también ha durado menos que el de Benedicto XVI, a quien se eligió tras 24 horas y 50 minutos de cónclave.

Tras la esperada fumata blanca y al repicar las campanas, la multitud comienza a corear “¡Habemus papam!” (“tenemos un papa”). Es entonces cuando la guardia suiza, el ejército más pequeño del mundo y el único encargado de la seguridad del papa y la Santa Sede, aparece en formación solemne. Con sus uniformes de gala, se sitúan en los laterales de la basílica, anticipando la inminente aparición del nuevo pontífice. Este acto ceremonial enmarca uno de los momentos más esperados del ritual papal y se repite sin apenas cambios.

El anuncio más esperado: ‘Habemus papam’

La plaza se llena de alegría y expectación mientras la atención del mundo se pregunta quién es el nuevo papa y qué nombre elegirá. Entonces, las cortinas se descorren, y el cardenal protodiácono pronuncia el tradicional “Habemus papam” (“tenemos un papa”). Primero, el nombre secular —el conocido hasta el momento—; luego, el nombre que marcará su pontificado y por el cual pasará a la historia. La primera decisión de un papa.

En 2013, el cardenal Jean-Louis Tauran —entonces con 69 años y enfermo de párkinson— anunció que el nuevo papa era Jorge Mario Bergoglio, quien tomaría el nombre de Francisco. Esta vez, el nombre de León XIV ha sido pronunciado por Dominique Mamberti, también francés pero de origen marroquí, de 73 años, quien además ofició la novena y última misa de exequias por el papa Francisco con la que finalizaron los nueve días de luto tradicionales.

Las primeras palabras del papa: dos estilos, dos contextos

Cuando el papa Francisco se presentó por primera vez ante los fieles en 2013, lo hizo sin muceta, sin cruz dorada y sin los tradicionales zapatos rojos. Vestía únicamente la sotana blanca y una sencilla esclavina, en un gesto que anticipaba el tono de su pontificado.

En su primera aparición, León XIV ha mostrado un distanciamiento estético con el anterior papa. Ha salido al balcón con la muceta, con la estola y con la cruz dorada, recuperando así símbolos de la liturgia papal que Francisco rechazó. Antes de concluir su intervención con un Ave María para pedir por la paz en el mundo, el nuevo papa ha dado las gracias a su antecesor: "Seguimos conservando en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco".

Francisco saludó con un simple y ya icónico: “Hermanos y hermanas, buenas tardes. Sabéis que el deber del cónclave es dar un obispo a Roma y parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo, pero estamos aquí.” Y, a continuación, pidió a los fieles orar por Benedicto XVI, papa emérito.

León XIV ha hecho referencia a "una paz desarmada, humilde" en su primer saludo al mundo, que ha durado tres minutos, acompañado de los vítores del público. En 2013, en la plaza se coreaba el nombre de “Francisco” bajo la lluvia, con un saludo que duró algo menos, alrededor de dos minutos. Ambos comienzos comparten el peso de un momento único.

La última parte del ritual es siempre la misma: la bendición apostólica urbi et orbi (“a la ciudad y al mundo”) desde el balcón central. En 2013, Francisco se colocó la estola papal, símbolo de su autoridad espiritual, y pronunció la fórmula completa en latín ante una plaza de San Pedro abarrotada. Esta bendición concede indulgencia plenaria a todos los fieles que la reciben en persona o por los medios, y solo se repite dos veces al año: en Navidad y Pascua.

Más de 100.000 personas se congregaron este jueves en la plaza de San Pedro, según fuentes del Vaticano, para escuchar la primera bendición de León XIV. Las mismas palabras que han pronunciado sus antecesores pero que sirven, una vez más, para marcar el inicio de un nuevo capítulo en la Iglesia: "Dios todopoderoso tenga misericordia de vosotros y, perdonados vuestros pecados, os conduzca por Jesucristo hasta la vida eterna".

El nombre ya ha sido dicho, las palabras pronunciadas, la bendición impartida. Solo queda esperar a ver qué rumbo tomará ahora el pontificado número 267.