Arranca el proceso para elegir a un nuevo papa: ¿cómo fueron los anteriores cónclaves?
- La ceremonia en la que los cardenales eligen al próximo pontífice no tiene una duración determinada
- DIRECTO: sigue la última hora sobre el cónclave
Tras la muerte del papa Francisco —y los nueve días de luto obligatorios— este miércoles comienza el proceso para designar al que será su sucesor. El cónclave es una ceremonia secreta en la que cardenales llegados de todo el mundo se reúnen a puerta cerrada en la Capilla Sixtina para elegir al próximo papa. Su duración dependerá de cuánto tarden los purpurados en ponerse de acuerdo, por lo que puede alargarse incluso semanas.
El de este año será uno de los cónclaves más diversos de la historia. Participan 133 cardenales electores procedentes de 71 países distintos, de los cuales 108 fueron designados por Francisco, que apostó por religiosos de países procedentes de países como la India, donde la Iglesia católica está creciendo, o como Singapur, Ghana o Mongolia, donde la población cristiana es minoría. La gran incógnita es si los purpurados se decantarán por una opción continuista, en la línea de la tendencia progresista de Francisco, o por un candidato más conservador.
RTVE.es repasa cómo fueron los últimos cuatro cónclaves:
¿Cuánto han durado los últimos cónclaves?
No hay ningún límite a la duración de un cónclave, por lo que puede alargarse todo el tiempo que los cardenales necesiten para deliberar y ponerse de acuerdo. Sin embargo, los últimos cuatro fueron más bien cortos, extendiéndose como mucho tres días. Esa ha sido, de hecho, la duración media de los últimos nueve.
El último fue el de 2013, cuando los 115 cardenales electores que había entonces eligieron al argentino Jorge Mario Bergoglio. El papa Francisco —que eligió su nombre en honor a San Francisco de Asís— fue elegido durante el segundo día, en la quinta votación.
El anterior, celebrado en abril de 2005, que finalizó con la elección de Benedicto XVI, no llegó a las dos jornadas. Tras cuatro votaciones, la fumata blanca, que al principio generó dudas porque su color se parecía más bien al gris, pudo verse hacia las seis de la tarde del día siguiente a su comienzo.
La elección de Juan Pablo II se alargó un poco más, al igual que su papado —estuvo al frente de la Iglesia católica casi 27 años—, y se resolvió en ocho votaciones y tres días de cónclave. Su breve predecesor, Juan Pablo I, cuyo papado apenas se extendió 33 días, fue elegido en dos días y cuatro votaciones en un caluroso cónclave celebrado en pleno agosto.
El de 2013, un cónclave sin funeral
El miércoles 13 de marzo de 2013, el argentino Bergoglio fue elegido papa tras una votación después de la inesperada renuncia de Benedicto XVI. El pontífice no se sentía "con fuerzas" y dejó su cargo, por lo que al cónclave de ese año no le precedió un funeral y, además, estuvo marcado por un final de papado ensombrecido por los numerosos casos de pederastia destapados en el seno de la Iglesia. También fue el primero desde 1829 que se celebró en plena Cuaresma.
Los 115 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina del Vaticano llevaron a cabo cinco votaciones hasta que pudo verse, hacia las siete de la tarde, una fumata blanca en la chimenea más vigilada del mundo en esos días. Para muchos fue una sorpresa, ya que a esa hora la mayoría de fieles que esperaban en la Plaza de San Pedro para corear el 'Habemus papam', daba por hecho que no lo haría hasta el día siguiente.
La elección de Francisco, cuyo nombre se dio a conocer aproximadamente una hora después, fue también sorprendente porque Bergoglio, que se convirtió en el primer papa latinoamericano, no se encontraba entre los cardenales más conocidos de un cónclave que arrancó sin claros favoritos.
El cónclave del que Bergoglio se retiró
Cuando el cónclave de 2005, que reunió a 115 cardenales, eligió como sucesor de Juan Pablo II al alemán Joseph Ratzinger, el argentino Jorge Mario Bergoglio también fue uno de los más votados. Pese a eso, 13 años más tarde, cuando el argentino sí fue elegido papa, apenas aparecía en las quinielas.
Sin embargo, el que años más tarde se convertiría en el papa Francisco, abandonó la carrera por el papado en la tercera ronda de votaciones, en la que Ratzinger recibió una abrumadora cantidad de votos. Fuentes citadas por Reuters alegaban que Bergoglio no parecía ir todavía en busca del papado.
En aquella ocasión, como no ocurrió con Francisco, sí que resonaban algunos nombres como favoritos. Entre ellos, el del propio Ratzinger, por haber sido el brazo derecho de su predecesor, Juan Pablo II. También aparecían en las quinielas dos españoles, Rouco Varela y Carlos Amigo.
Juan Pablo I y II, dos cónclaves en poco más de 30 días
El 26 de agosto de 1978, los cardenales se reunieron en la Capilla Sixtina del Vaticano —en una muy calurosa ceremonia— sin saber que el cónclave que iniciaban sería el primero de los dos que se celebraron ese mismo año, con poco más de un mes de diferencia.
El motivo fue la repentina muerte del recién elegido pontífice, Juan Pablo I, tras poco más de un mes de pontificado. El fallecimiento del conocido desde entonces como el "papa breve", que fue un pontífice renovador e intransigente con los escándalos económicos de la Institución, estuvo y sigue acompañado de un halo de misterio y polémica porque la Santa Sede decidió no practicarle la autopsia.
Diez días después del funeral de Juan Pablo I, el 14 octubre, se llevó a cabo el cónclave acabó con la elección de Juan Pablo II, el tercer papa que dirigió la Iglesia católica ese año, tras ocho votaciones.
Esa vez había dos claros favoritos, el arzobispo de Génova, Giuseppe Siri, y el arzobispo de Florencia, Giovanni Benelli, a los que se interpuso el cardenal polaco Karol Jozef Wojtyla, arzobispo de Cracovia, en la octava votación, con 99 sobre 111 votos. Como suele ser habitual, se cumplió el dicho de que "quien entra al cónclave papa, sale cardenal".
A la espera de uno de los cónclaves más abiertos
El cónclave de este año se prevé muy distinto a los anteriores. En primer lugar, porque entrarán a la Capilla Sixtina 133 cardenales electores, una cifra superior a la de años anteriores —en 2013 eran 115—, pero también porque congregará a purpurados procedentes de distintos países que, en algunos casos, nunca habían tenido un cardenal ni apenas contacto con la curia romana.
En el interior de la Capilla Sixtina estarán representados 17 Estados de África, 14 americanos, 17 asiáticos, 18 europeos y cuatro de Oceanía. Además, 12 países entrarán a la Capilla Sixtina para esta secreta votación por primera vez: Haití, Cabo Verde, República Centroafricana, Papúa Nueva Guinea, Malasia, Suecia, Luxemburgo, Timor Oriental, Singapur, Paraguay, Sudán y Serbia.
La mayoría de los purpurados, de hecho, no se conocían entre ellos antes del cónclave, por lo que las congregaciones cardenalicias previas —en las que participan tanto electores como no electores— y las alianzas que se han construido durante estos días pueden ser determinantes para orientar el voto de los religiosos. Está por decidir si el próximo sucesor de San Pedro seguirá los pasos de Francisco, cuyo papado ha seguido una línea aperturista y austera que no ha gustado al sector más conservador de la Iglesia, o si tendrá un perfil más tradicional.
El recientemente fallecido pontífice nombró a cerca del 80% de los cardenales que votarán en el cónclave, pero eso no conlleva que todos ellos sigan la misma línea que el argentino. Pese a las quinielas que ocupan los medios, no hay un claro favorito y solo al finalizar el encuentro se conocerá el nombre del próximo papa. Será solo a partir de entonces cuando el mundo podrá hacerse una idea de cuánto respetará su sucesor el legado de Francisco.