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Análisis

El "sesgo conservador" de Madrid: ¿por qué la capital española vota más a la derecha que otras capitales europeas?

  • Madrid resiste como bastión conservador en una Europa occidental donde las candidaturas progresistas son las favoritas
  • Los expertos apuntan a que las "tensiones territoriales" en España pueden explicar en gran medida este fenómeno
Líderes 'populares' frente a un mapa de Europa que resalta el color político de sus capitales
Líderes 'populares' frente a un mapa de Europa que resalta el color político de sus capitales RTVE
SERGIO SERRANO

Las capitales de Europa occidental llevan décadas votando por candidaturas progresistas, salvo una excepción: Madrid. Los resultados electorales de las últimas décadas, así como todos los expertos consultados, revelan que esta ciudad "lleva años siendo mucho más conservadora" en las urnas respecto a sus homólogas a este lado del Viejo Continente, tiñendo de azul una legislatura tras otra el mapa político madrileño.

De hecho, según confirman a RTVE estos analistas, la ciudad de Madrid podría reunir factores estructurales que dibujan un escenario donde "la izquierda lo tiene más difícil" en términos electorales, dotándola de un "sesgo conservador", en palabras del politólogo Ignacio Sánchez-Cuenca.

Desde 1991, su alcaldía ha estado en manos de un arrollador Partido Popular, excepto cuatro años capitaneados por Manuela Carmena. Y así como en mayo de 1808, la sociedad madrileña se dividía entre afrancesados y patriotas, más de 200 años después, sus preferencias ideológicas se explican hoy a través de un eje que transcurre de izquierda (progresistas) a derecha (conservadores) inclinándose hacia este último extremo.

Con motivo del día de la Comunidad de Madrid, que conmemora el levantamiento de su pueblo contra las tropas de Napoleón Bonaparte, ofrecemos las claves que podrían explicar este fenómeno.

Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida en un acto de cierre de camapaña en 2019

Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida en un acto de cierre de camapaña en 2019 EFE/ J.J Guillén

¿Qué opción votan los ciudadanos en las capitales de los países europeos?

Para los académicos, el voto se explica principalmente gracias a lo que denominan clivajes. Los clivajes son elementos de conflicto, divisiones sociales que generan "procesos de identificación" y que resultan en implicaciones políticas. Tradicionalmente han existido cuatro: el de clase, el religioso, el rural-urbano y el de centro-periferia.

Por ejemplo, las motivaciones para decantarse por una formación política u otra en las urnas no serán las mismas para un trabajador asalariado que para un pequeño empresario, como tampoco lo serán para una persona que viva en una zona rural respecto a otra que lo haga en una gran ciudad.

Pero progresivamente, los clivajes clásicos han perdido peso en la razón del voto en favor de lo que la ciencia política estudia como "ejes de segunda dimensión". Lo explica a RTVE el politólogo de la Universidad Carlos III Pedro Riera, quien precisamente estudia de cerca este fenómeno madrileño. Son elementos como la migración o los derechos sociales, cuestiones en el plano cultural sujetas a debate público y polarizadas en torno a quienes tienen actitudes más o menos favorables hacia ellas.

Numerosos estudios revelan cómo las grandes ciudades han logrado atraer "como un imán" a individuos con posiciones de apoyo en dichas dimensiones hacia categorías que pertenecen a la izquierda. Pero no solo eso, sino que además este electorado "también se forma" en las urbes y "crece" con valores progresistas, apunta a RTVE el politólogo de la Universitat Pompeu Fabra Toni Rodon.

Los fenómenos de deslocalización industrial habrían derivado en una pérdida de peso demográfico de la clase obrera industrial en las grandes urbes, en favor de otra que Pedro Riera define como una "nueva clase izquierdista".

Son gente joven, con alto nivel educativo, seducidos por un modelo de ciudad con una economía de servicios, que en la urnas "apoya a los partidos progresistas en mayor medida", explica por su parte Ignacio Sánchez-Cuenca. Un argumento que en los países del este pudiera ver su efecto reducido por el "legado de los regímenes comunistas", matiza.

Sin embargo, esta es la lógica que ha seguido Europa occidental en sus capitales. Lisboa, Roma, París, Ámsterdam o Londres han logrado aglutinar mayorías progresistas en los últimos 25 años. Por contra, en las áreas rurales, zonas "deprimidas económicamente", sus ciudadanos tienden a inclinarse hacia posiciones "más antisistema" que adoptan las formaciones de derecha radical en su discurso.

Madrid, convertida en el "bastión del españolismo"

Pero en la ciudad de Madrid, los conservadores logran arrasar elección tras elección, rompiendo esta regla. Existen múltiples hipótesis para resolver esta cuestión y quizás sea una amalgama de todas ellas lo que ofrezca una respuesta. Así que, conviene ir punto a punto.

En primera instancia, todos los expertos consultados inciden en que las "tensiones territoriales" que existen en España pueden ser el principal elemento que explique este fenómeno, convirtiendo Madrid en un "bastión del españolismo", en palabras de Sánchez-Cuenca. Las cuestiones culturales marcan en la actualidad el rumbo del comportamiento electoral. Pero en España, "esa dimensión política gira en gran medida en torno al tema territorial", explica a RTVE el sociólogo y politólogo Robert Michael Fishman.

Un debate que se desliza entre quienes son más favorables a la centralización del Estado y quienes abogan por posiciones más autonomistas, federalistas o incluso independentistas.

En este punto, Sánchez-Cuenca argumenta que la historia de España nos arrastra hacia una realidad que se traduce en un "acoplamiento entre ser de derechas y defender la unidad de España y la ideología progresista con la defensa de los nacionalismos periféricos (Galicia, Euskadi o Cataluña)". Por su parte, el politólogo de la Universitat de Barcelona Jordi Muñoz explica que dicho conflicto habría "estirado algunas periferias hacia la izquierda" mientras que el centro peninsular podría haberse visto más seducido por postulados conservadores.

Así, mientras la izquierda logra apoyos cuando los debates sobre cuestiones de índole social están sobre la mesa, donde los conservadores llevan "las de perder", "la derecha gana apoyos en temas que tienen que ver con la identidad nacional", arguye Fishman.

Concretamente en Madrid, su "rivalidad" con Barcelona por "ejercer el liderazgo sobre la vida cultural" en España podría ensanchar ese argumento, prosigue el investigador.

Una idea que tiene que ver con lo que Toni Rodón describe como un "agravio comparativo" proyectado por parte de la derecha madrileña hacia Cataluña, planteando que desde el Gobierno central, siempre y cuando esté en manos de partidos progresistas, se conceden privilegios a dicha región.

Asimismo, argumenta Fishman, "se ha ido construyendo un sector importante del liderazgo político de la derecha generando reticencias hacia las diferentes identidades nacionales" que existen en España.

La confluencia de todos estos elementos pudiera ser el motivo por el cual, en palabras de Pedro Riera, Madrid posee una "concentración de gente que apuesta por un modelo de organización territorial más centralista", y, por ende, más conservador en los márgenes de la realidad sociológica en España.

Desarrollismo y la naturaleza de un PP madrileño "integrador"

Otros planteamientos responden al crecimiento que ha experimentado Madrid en las últimas décadas. Un "desarrollo económico que no tiene parangón en otras capitales europeas de nuestro entorno", contextualiza Pedro Riera.

Han sido años en los que el Partido Popular gobernaba Madrid, tanto la comunidad como su ayuntamiento. Haberlo hecho bajo la dirección de los 'populares' ha resultado que "en líneas generales, la población esté satisfecha con el rendimiento" de la administración, argumenta el profesor de la Universidad Carlos III.

Al hilo de la cuestión, Toni Rodon agrega que, cuando se percibe como positiva la labor de un gobernante, "es más fácil que sus valores se integren en la población". Asimismo, el politólogo considera que el desarrollismo madrileño ha sido "muy distinto" respecto al de otras regiones como Euskadi o Cataluña, habiéndose generado en la región una estructura financiera de grandes empresas con una clase social más partidaria hacia posiciones liberales en términos económicos.

Por otro lado, conviene señalar la propia naturaleza del PP madrileño, que también tiene mucho que decir en este asunto, según los expertos. Los 'populares' en esta región han perfilado su ideario en cuestiones de esa "segunda dimensión" alejándose de narrativas "excesivamente duras de derecha", señala Pedro Riera.

El exalcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón en campaña electoral junto con Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy

El exalcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón en campaña electoral junto con Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy EFE/GUSTAVO CUEVAS

Postulados de carácter "integrador" hacia grupos históricamente marginados, como pudieran ser migrantes o personas de la comunidad LGTBI. "Estos colectivos -en líneas generales- podrían comportarse (electoralmente) de manera diferente en Madrid en comparación con el resto de España", explica el politólogo.

El Madrid de la postguerra: las élites del régimen

Hay argumentos que se remontan más atrás en el tiempo, vinculados a cómo se configura la región en términos sociodemográficos a lo largo del último siglo. Tras la Guerra Civil española, el republicanismo madrileño sufrió la represión y el exilio a través de todo un proceso de "expulsión", tal y como recuerda Jordi Muñoz.

La dictadura franquista impulsó un "desplazamiento" poblacional ideológico y se encargó de atraer hacia Madrid a personas afectas al régimen con empleos de alto rango que, por su naturaleza, se concentran en las capitales, conformando una base social "muy fuerte" a la derecha del espectro ideológico.

Conviene recordar que Madrid fue, no obstante, también un "potencial receptor" de familias trabajadoras, clases medias progresistas, intelectuales y gente del mundo de la cultura, "capaz en algunos períodos de disputar numéricamente la hegemonía" conservadora, prosigue el politólogo.

Sin embargo, su preeminencia no sería nunca "ni estructural ni muy robusta", puesto que dicha esfera franquista, -altos cargos políticos, funcionariales, judiciales, policiales, militares, económicos y financieros- tenía en su poder "mucha capacidad de influencia", según esgrime Muñoz, para "propulsar las mayorías conservadoras" que todavía hoy vemos.

Preguntado por ese supuesto legado a otros analistas, Ignacio Sánchez-Cuenca relaciona ese proceso más bien en términos comparativos respecto a Barcelona. Mientras que Madrid se ha establecido como "centro del poder político", la capital catalana "se construye" a raíz de su actividad industrial.

La lucha obrera y sindical habría aflorado de un modo más notable en la Ciudad Condal, favoreciendo la aparición de una "sociedad civil muy rica, con mucho asociacionismo". Madrid estaría "mucho más desarticulada" en dicho ámbito, elemento que viene arrastrándose "desde hace tiempo" y que "debilita a los partidos de izquierda", a juicio de Sánchez-Cuenca.

Urbanismo en la capital: "La España de las piscinas"

Madrid se convirtió a finales de 1990 en la ciudad por excelencia del desarrollo urbanístico en España. La oferta de vivienda superó la realidad de cualquier otra capital europea a través de un diseño bastante homogéneo: complejos residenciales en la periferia, urbanizaciones cerradas con "espíritu de frontera", convertidas en el sueño aspiracional de una nueva clase media que "valora esa libertad" que esgrime la derecha madrileña.

Es la "España de las piscinas" descrita en el libro del periodista Jorge Dioni que convirtió los famosos PAU madrileños, por sus siglas, Programa de Actuación Urbanística, en foco de atención para los analistas a partir de 2019.

Ese año, Ciudadanos arrasó electoralmente en dichas zonas. La formación de Albert Rivera fue la favorita entre todas esas familias, la mayoría jóvenes, españolas, de condición socioeconómica compartida, hijos de clase trabajadora y alejados del ideario conservador.

Son barrios que, en sus primeros años de vida carecían de servicios públicos. Zonas por tanto "vinculadas" al sector privado que empujan al ciudadano a disponer de un vehículo privado para desplazarse, explica Jorge Dioni a RTVE. Un modelo de socialización con el que "dejas de percibir otras realidades y te empuja a sentir que tienes que defender ese arquetipo de vida porque es el tuyo y el que tiene tu entorno", argumenta por su parte el geógrafo y urbanista Antonio Giraldo.

El individuo deja de identificarse como "trabajador" y comienza a percibirse como "clase media". Un electorado que en las urnas tiende a ser más sensible hacia ideas sobre la "libertad individual", bien representada en los espacios de centro y centro-derecha. Es el "triunfo" de la derecha madrileña en términos urbanísticos, lo que el experto resume como la "arquitectura de la realidad mental".

Todo son meras hipótesis y habrá que esperar hasta que los expertos concluyan su labor académica para resolver el debate con argumentos más sólidos. Por el momento, tan solo hay una verdad y esa es la que anuncian las encuestas: la izquierda todavía tendrá que esperar en su carrera electoral a Cibeles.