El mundo despide al papa Francisco en un emotivo y solemne funeral en San Pedro
- La homilía ha recordado el compromiso de Francisco con los migrantes en una ceremonia ante 250.000 personas
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Roma y el mundo han dado su último adiós al papa Francisco. Bajo el cielo soleado de la capital italiana, unas 250.000 personas, entre ellos representantes de 162 países y organismos internacionales, han asistido este sábado a las exequias de un pontífice que revolucionó la Iglesia, el primero americano y el primero jesuita de la historia.
Hacia las 10.20 horas de la mañana ha dado comienzo una solemne ceremonia en una abarrotada plaza de San Pedro, un acto que ha llevado el signo de la humildad que Francisco siempre pregonó y que ha caracterizado su pontificado. Jorge Mario Bergoglio, el papa que vino del "fin del mundo", renunció a varias de las tradiciones de los funerales del Vaticano, como la de los tres ataúdes, eligiendo uno solo sencillo y de madera.
También rechazó que se usaran las alusiones al "Romano Pontífice", habituales con sus antecesores en la silla de San Pedro, y prefirió títulos más sencillos, para que el funeral fuera "el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso hombre de este mundo", según dejó escrito en su testamento. Pero quizá la novedad más importante es el lugar del descanso eterno elegido por Francisco: la Basílica de Santa María Mayor y no las grutas vaticanas, donde se hallan las tumbas de los últimos papas. Por ello, la ceremonia ha supuesto además la despedida de Francisco a San Pedro, el corazón de la cristiandad, antes de iniciar un cortejo fúnebre a través de las calles del centro de Roma.
Cardenales y mandatarios, rojo y negro
Tras tres días de velatorio, en el que unas 250.000 personas se han despedido del papa, los sediarios del Vaticano han sacado a hombros el féretro desde el interior de la basílica de San Pedro y lo han situado frente al altar colocado en la plaza, mirando hacia el pueblo. Sobre el ataúd se ha colocado un libro del Evangelio abierto, simbolizando que la vida del papa ha estado dedicada a la evangelización del mundo.
A un lado del altar se han situado los 250 cardenales —que en pocos días elegirán al próximo papa—, vistiendo el rojo habitual en el luto papal. Al otro, pero en este caso de negro, los mandatarios internacionales, entre ellos los reyes de España, Donald Trump, Volodímir Zelenski, Emmanuel Macron o Ursula von der Leyen. En primera línea, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el presidente argentino, Javier Milei, al ser este el país de origen del papa.
Francisco no solo era el jefe de la Iglesia católica, sino también del Estado del Vaticano, por lo que su funeral ha sido una especie de cumbre internacional, e incluso se han dado encuentros como uno entre Trump y Zelenski en la misma Basílica de San Pedro en un momento clave para la negociación de la paz en Ucrania.
Además del color rojo y el negro, han estado presentes el púrpura de unos 400 obispos y el blanco de los 4.000 curas que han asistido al funeral.
Un papa dedicado a "los últimos de la Tierra"
A pesar de la presencia de decenas de miles de personas en la plaza barroca diseñada por Bernini, el silencio ha sido abrumador durante la misa, apenas roto por el canto de alguna de las habituales gaviotas de Roma, y por algunos sonoros aplausos del público. El oficio ha sido presidido por el decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re, que ha recurrido principalmente al italiano, aunque también ha usado el latín, y se han leído textos en inglés y español.
En un emotivo y personal discurso, centrado en el carácter del papa y su visión de la Iglesia y del mundo, Re ha repasado el pontificado de Francisco, quien "conservó su temperamento y su forma de guía pastoral, y dio de inmediato la impronta de su fuerte personalidad" a la Iglesia. El difunto papa estableció "un contacto directo con las personas y con los pueblos, deseoso de estar cerca de todos" y prestó "especial atención hacia las personas en dificultad, entregándose sin medida, en particular por los últimos de la Tierra, los marginados".
[Consulta aquí en PDF el texto íntegro de la homilía]
Fue un papa "con el corazón abierto hacia todos" y estuvo "atento a lo nuevo que surgía en la sociedad". "Tenía gran espontaneidad y una manera informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia", ha recordado el cardenal decano. Era un papa "lleno de calidez humana y profundamente sensible a los dramas actuales", que "realmente compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización".
"Construir puentes y no muros"
"El hilo conductor de su misión fue también la convicción de que la Iglesia es una casa para todos", ha señalado el cardenal, repasando sus "innumerables gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados". Ha citado su misa en la frontera entre México y Estados Unidos o su "significativo" primer viaje papal a Lampedusa, símbolo del drama migratorio. De hecho, a la misa han asistido refugiados sirios que el papa trajo consigo desde la isla.
Giovanni Battista Re ha recordado alguna de las frases clave del papa, como su insistencia en "construir puentes y no muros", pronunciada frente a Trump, quien se enfrentó a Francisco por su política migratoria y su muro en México. Estas referencias a los migrantes han despertado algunos de los aplausos más emocionados de los fieles.
El cardenal decano ha destacado asimismo la preocupación de Francisco por la ecología, "la corresponsabilidad respecto a la casa común", plasmada en su primera encíclica, el Laudato si, un texto especialmente rompedor también por su crítica abierta al capitalismo depredador.

Otro de los focos constantes en el pontificado de Francisco fue su exhortación por la paz en medio de las guerras de Ucrania y Oriente Medio, entre otras. "Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables, muertos y destrucciones, el papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles", ha afirmado el cardenal en la homilía.
Re ha culminado la homilía pidiendo al papa que rece desde el cielo y bendiga al mundo, como hizo en su última intervención pública, el pasado Domingo de Pascua en esta misma plaza de San Pedro. Una última bendición para "la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza". El fin del discurso ha sido recibido con un aplauso espontáneo.
Ceremonia similar a la de Juan Pablo II
La ceremonia ha sido muy similar, en su contenido, a la de Juan Pablo II, el último papa enterrado mientras estaba en ejercicio, ya que cuando se celebraron las exequias de Benedicto XVI, en 2023, este ya había renunciado a su cargo y fue una ceremonia inédita. En cuanto a las lecturas iniciales, ha tenido un gran protagonismo San Pedro, el primer papa de la cristiandad.
Tras la homilía han llegado las lecturas de textos de la Biblia por parte de los fieles, uno de los cuales ha sido leído en chino, por voluntad expresa del papa. Desde el pasado año, el Vaticano incluyó esta lengua en las audiencias generales del papa. Un gesto de apertura hacia China, país con el que la Santa Sede no mantiene relaciones, pero al cual quiso acercarse Francisco. Este, como buen jesuita, se interesó siempre por Asia y logró un acuerdo en 2018 con Pekín para consensuar el nombramiento de obispos que sigue vigente.
Después, fieles y mandatarios se han dado la paz, en un gesto cargado de simbolismo en este mundo en guerra —lo han hecho, por ejemplo, Trump y Macron, que han protagonizado recientemente desencuentros—. Tras ello, se ha dado la comunión y se han celebrado los ritos orientales católicos, en griego, de despedida al pontífice. Todo ello, acompañado del canto gregoriano del coro de la Capilla Sixtina, el más antiguo del mundo.
En un día caluroso en Roma —con unos 23 °C—, el viento ha protagonizado un poético momento al hacer correr varias hojas del Evangelio dispuesto sobre su féretro, una imagen similar a la que tuvo lugar durante las exequias de Juan Pablo II.
La ceremonia ha culminado cuando los 12 sediarios han cargado de nuevo con el féretro a sus hombros y lo han vuelto a introducir en la Basílica de San Pedro, en medio del tañido fúnebre de las campanas del templo. A partir de ahí, se ha iniciado el cortejo fúnebre hacia Santa María la Mayor.
Entierro íntimo
El papamóvil ha recorrido los seis kilómetros que separan una basílica papal de la otra, situada esta última cerca de la estación de tren de Termini, y elegida por Francisco por su devoción a la virgen y al icono bizantino que alberga, el 'Salus Populi Romani', muy querido por el pontífice argentino y por los romanos.
Tras su paso por iconos de la ciudad eterna como los Foros Imperiales o el Coliseo, el cortejo ha llegado a la catedral medieval. Allí, el féretro ha sido recibido por un grupo de pobres, migrantes, o presos, los excluidos a las que tanta atención dedicó Francisco en su pontificado. Juntos han acompañado al féretro recorriendo el interior del templo, antes de la inhumación.
Esta ha tenido lugar de manera privada, solo ante el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrel, y los familiares del pontífice, en una nave lateral de la iglesia a la que Francisco acudía a rezar antes de cada viaje. Así, el funeral ha combinado una despedida multitudinaria en San Pedro con una íntima en un lugar querido por el papa, el gesto que sirve como síntesis de un papado que quiso combinar la humildad y la sencillez con su cercanía al pueblo.