El papa que defendió la dignidad de los refugiados y desplazados: "Yo también soy hijo de migrantes"
- Su primer viaje fuera de Roma fue a la isla de Lampedusa en julio de 2013
- DIRECTO Funeral del papa Francisco: misa en San Pedro, cortejo fúnebre en Roma y entierro
Tan solo cinco meses después de iniciar su pontificado, Francisco visitó el 8 de julio de 2013 la isla italiana de Lampedusa, conmovido por el naufragio días antes en el canal siciliano de una lancha neumática cargada de migrantes procedentes de África. Esa visita marcó un claro compromiso del papa con la situación de los migrantes, desplazados y refugiados del mundo y el respeto de sus derechos fundamentales.
"Nos hemos acostumbrado al sufrimiento de los otros, no nos afecta, no nos interesa, no es cosa nuestra. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de llorar por nuestra indiferencia, por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros y en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas a nivel mundial que abren el camino a dramas como estos", afirmó tajante el pontífice en la homilía de ese día en la isla. También arrojó una corona de flores al mar en memoria de los migrantes fallecidos.
Fue el primer viaje oficial de Francisco fuera de Roma, lo que lanzó un mensaje rotundo a un mundo que miraba hacia otro lado ante el drama de la migración irregular. En los seis primeros meses de 2013, hasta la visita papal habían desembarcado en Lampedusa 3.648 migrantes y 40 habían perdido la vida tratando de cruzar las aguas que separan las costas tunecinas de las de Lampedusa. "La sociedad contemporánea ha olvidado la experiencia de llorar, de 'sufrir con': la globalización de la indiferencia nos ha robado la capacidad de llorar", aseveró entonces Francisco, una crítica a la indiferencia del mundo desarrollado a los problemas del Sur Global, que le acompañó los 12 años de su pontificado.
“"Yo también soy hijo de migrantes, que salieron en búsqueda de un mejor porvenir"“
De aquel día queda la imagen del papa celebrando misa en un altar hecho con barcas de hombres perdidos en el Mediterráneo y el abrazo con los jóvenes que sobrevivieron a esos viajes mal llamados de la "esperanza", mientras preguntaba en la homilía insistentemente: "Caín, ¿dónde está tu hermano?".
Lesbos, otro escenario de la crisis migratoria
Tres años después realizó una visita con un contexto y un trasfondo similar. En 2016, en plena crisis de los refugiados de Siria, viajó hasta la isla griega de Lesbos y visitó el campamento de Moria, donde recalaron unos 3.000 de ellos en su intento de escapar de la guerra. Acudió acompañado del patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I, y del arzobispo de Atenas, Jerónimo II.
"Europa es la patria de los derechos humanos y cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo. Así será más consciente de deberlos a su vez respetar y defender. Por desgracia, algunos, entre ellos muchos niños, no han conseguido ni siquiera llegar: han perdido la vida en el mar, víctimas de un viaje inhumano y sometidos a las vejaciones de verdugos infames", afirmó allí Francisco.
El papa dio una nota final de sorpresa a esa visita a Lesbos llevándose en el avión papal a 12 refugiados. Eran tres familias de refugiados sirios, entre los cuales había seis menores edad, que estaban en los campos de acogida de Moria antes del acuerdo que alcanzó la Unión Europea con Turquía para repatriar a los migrantes que llegaran a las costas griegas.
"Hijo de migrantes"
Sus mensajes de apoyo y respeto a la dignidad de los migrantes fueron sido una constante, no solo relegados a esa primera y elocuente visita a Lampedusa. "Yo también soy hijo de migrantes, que salieron en búsqueda de un mejor porvenir. Hubo momentos en que se quedaron sin nada, hasta pasar hambre; con las manos vacías, pero el corazón lleno de esperanza”, afirmó Francisco en marzo de 2024 en un encuentro con obispos centroamericanos en Panamá, con la migración irregular como principal punto en la agenda.
"En casa siempre hemos vivido eso de ir allá, para hacer América, para progresar, para ir más lejos", insistió en la misma línea en octubre de ese año en una audiencia con la congregación de San Carlo en el Vaticano. Se volvió a identificar como un migrante más, algo frecuente en sus intervenciones públicas. También tildó de "grave pecado" los actos cometidos por aquellos que trabajan "sistemáticamente, por todos los medios para repeler a los migrantes, especialmente cuando se hace a conciencia y con responsabilidad".
Pero en su defensa de los migrantes ese día no solo apeló a cuestiones humanitarias, sino que esgrimió motivos socioeconómicos: "Italia no tiene hijos, no hace hijos. La edad media es de 46 años. Italia necesita migrantes y debe acogerlos, acompañarlos, promoverlos e integrarlos. Debemos decir esta verdad".
Las declaraciones del papa coincidieron con el anuncio por parte de la primera ministra de Italia, Georgia Meloni, de un polémico plan de deportaciones a centros de reclusión en Albania, pocos días después de que las autoridades italianas encerraran allí a 12 migrantes procedentes de Egipto y Bangladés, aunque luego la Justicia obligó a devolverlos a Italia.
"Su tenacidad, apoyada a menudo por el amor de sus familias que se quedan en sus patrias, nos enseña mucho", subrayó entonces Francisco sobre la migración, fenómeno que "con el apoyo apropiado puede convertirse en crecimiento para todos".
Carta a los obispos de EE.UU.
En febrero de este año, el argentino Jorge Mario Bergoglio —el primer papa latinoamericano— mandó una insólita carta dirigida a los obispos estadounidenses dedicada exclusivamente a hablar de la cuestión de la migración, cuando la nueva Administración de Donald Trump había comenzado su polémico programa de deportaciones masivas, que "lastiman la dignidad humana". "La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad", espetó el papa a prelados en la misiva
Francisco pidió a la Iglesia católica oponerse firmemente a la discriminación de los migrantes impulsada por algunos sectores. "Exhorto a todos los fieles de la Iglesia católica, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados", se lee en la carta, escrita en inglés y español.
La misma semana que mandó la misiva, el papa lanzó otro poderoso mensaje con hechos a la postura antiinmigración de Donald Trump: nombró como nuevo obispo de Detroit a Edward Weisenburger, quien en el pasado planteó la posibilidad de sanciones canónicas para quienes separen a los niños de sus padres migrantes; y días antes eligió como obispo en Washington al cardenal Robert McElroy, quien en reiteradas ocasiones alzó su voz en defensa de los migrantes.
El papa se refirió a todas y cada una de las crisis migratorias que han asolado el mundo, incluida la de los cayucos en Canarias. A finales de septiembre de 2024, cuando se produjo en las costas de El Hierro uno de los mayores naufragios en décadas en las islas españolas, con más de 60 muertos y desaparecidos, Francisco afirmó que las tragedias de migrantes en el mar son "para llorar".
"Me duele esas personas desaparecidas en Canarias, tantos migrantes que buscan la libertad y que se pierden en el mar o casi en la costa", declaró sobre la crisis migratoria que sufrió entonces el archipiélago. De hecho, el pontífice había mostrado días antes su interés en visitar Canarias "para poner el foco sobre el drama migratorio", aunque no llegó a producirse por sus problemas de salud, que no le abandonaron desde entonces.
Una posición que reiteró en su mensaje urbi et orbi de este Domingo de Resurrección, que, aunque no pudo leer debido a su delicado estado de salud, será recordado como sus últimas palabras públicas. En un fragmento del texto, asegura: "Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias, contra las mujeres o los niños. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes".