El papa Francisco en Argentina, una figura discutida y en los márgenes
- Sus partidarios siempre lo han descrito como hombre humilde e independiente de la política
- DIRECTO: sigue la última hora de la muerte y el funeral del papa Francisco
La historia siempre está hecha de intrahistorias, de historias en los márgenes. La del papa Francisco es una de ellas, y su intrahistoria la constituyen también aquellos que, como mi madre, fueron sus fieles y asistieron a sus misas en Buenos Aires cuando era el cardenal Bergoglio. Misas en las que hablaba sin exuberancia sobre responsabilidad social y sobre una fe que debía mancharse las manos con la vida ordinaria.
Como corresponsal en Buenos Aires, di cuenta en varias crónicas de Bergoglio: de sus gestos de consuelo en la tragedia por el incendio de la discoteca Cromañón con casi 200 muertos o de sus frecuentes choques con la política de los Kirchner en el poder. En la plaza de Mayo, donde estaba la oficina de Televisión Española, están también la catedral donde miraba Bergoglio como cardenal y arzobispo de Buenos Aires, y la Casa Rosada, sede del Gobierno Kirchner, vecinos que, pese a estar solo a unos pasos, nunca llegaron a reunirse.
"Me voy a ver a mi amigo"
Mi madre, que cubría en las ausencias mis responsabilidades maternales, era una fan del Bergoglio cura. Se sabía las horas a las que oficiaba y, pese a sus achaques, no dudaba en cruzar media ciudad en los destartalados colectivos bonaerenses para escucharlo. ¡Claro que podía haber elegido iglesias más cercanas! Siempre fue experta en encontrar iglesias, pero prefería la Catedral.
A sus 74 años había escuchado a muchos curas, pero este Bergoglio tenía algo especial: su sencillez, su emoción... "Me voy a ver a mi amigo", decía.
Mi madre se contaba entre los entusiastas de aquel cura, que como ella viajaba en transporte público, y cuya austeridad le acompañó siempre: renunciando al palacio papal y eligiendo para vivir la casa de huéspedes del Vaticano o teniendo como papamóvil un modesto Fiat.
Francisco, una figura discutida
Pero antes y después de su papado, Bergoglio siempre fue una figura discutida. Lo fue vivo y lo sigue siendo después de muerto. Incluso en su Argentina, país que diviniza a Gardel o erige un templo a Maradona, el papa Francisco despertaba escaso entusiasmo.
Sus partidarios lo han descrito como hombre humilde e independiente de la política. Todo lo contrario, dicen sus detractores. Es precisamente de su relación con lo político de donde le viene la censura más severa. Ahora, con su muerte, cada cual se hace un traje a la medida de sus necesidades. Que si fue un papa conservador, que si fue un pontífice progresista. Desde Vladímir Putin, que lo elogia, hasta cierta derecha que lo critica por comunista y populista.
Queda, sin embargo, un aroma de incomprensión sobre este papa que con su estilo de párroco rebelde confundió a unos y otros. "¡Hagan lío!", le gustaba decir. Y lo hizo. Hoy, aquellos a los que le parecía tan progre pueden sentirse decepcionados porque las mujeres siguen sin ser curas, los sacerdotes sin poder casarse, como tampoco los homosexuales, al menos por la Iglesia. Y no digamos sus reservas hacia el transgenerismo o el aborto al que llegó a comparar con la "contratación de un sicario".
No menos decepcionados o confusos pueden estar los conservadores que malinterpretan su defensa de la tierra como ecología izquierdista cuando era quizás un llamado a las raíces de lo bíblico y al mundo como creación divina.