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Entrevista con Agus Morales

'La hipocresía solidaria', un ensayo sobre Afganistán y Ucrania: "¿Por qué unas víctimas importan más que otras?"

  • En este libro el autor reflexiona sobre las desigualdades y contradicciones del realismo político 
  • A través de historias humanas, datos y contexto reflexiona sobre la discriminación "invisible"
'La hipocresía solidaria', un ensayo sobre Afganistán y Ucrania
EBBABA HAMEIDA

Firme defensor de la crónica de largo aliento, la crónica sobre el terreno y la crónica coherente que pone el foco donde más se necesita. Lejos de predicar estos valores, Agus Morales, periodista y director de la Revista 5 W, combina todos estos elementos en su nuevo ensayo, La hipocresía solidaria (editorial Folch&Folch). Un libro que nació en los talleres de escritura de su maestro Martín Caparrós y de viajes, de ida y vuelta, a ambos lados de las fronteras de Afganistán y Ucrania. Hace años se dio cuenta de que es mejor escribir sobre temas que fueron de actualidad, pero que ya no lo son.

Fue corresponsal en Pakistán e India, es autor de No somos refugiados y su trabajo ha sido reconocido con prestigiosos premios como el Ortega y Gasset (2019). Este libro es una búsqueda constante de la coherencia al contar guerras, ansía más humanidad para abordar temas de refugio y asilo y reflexiona sobre el realismo político. "No me gusta hablar de refugiados de primera y de segunda, sino de hipocresía solidaria, porque señala quien la profesa y no a las personas que la reciben", argumenta en una entrevista con RTVE.es. Con un tono pausado y reflexivo, mientras se quita y pone las gafas, responde a las preguntas que le han llevado a escribir este ensayo: ¿Por qué algunas víctimas son menos importantes que otras? ¿Existen víctimas de primera y de segunda? ¿Por qué algunos conflictos nos interpelan y otros nos dejan indiferentes?.

Él no pretende interpelar al lector sobre las desigualdades y contradicciones de conflictos actuales, sino hacerle sentir y tocar estas guerras que marcan vidas a través de testimonios, datos y contexto. Morales combina crónica periodística y reflexión sobre qué víctimas merecen ser auxiliadas y cuáles quedan invisibilizadas

P.: El ensayo es un viaje en el que cruza fronteras, en trenes y aviones, destapa el "teatro del poder" y la discriminación invisible. En todo momento se propone hacer una crítica justa. ¿Cree que lo ha conseguido?

R.: La idea es muy precisa, requiere de matices y quizás por esto el formato más adecuado es un libro. La idea de escribir este ensayo nace en el momento de hacer una cobertura en Ucrania y cuando llego veo que esa frontera es diferente a todas las demás. Una frontera abierta y donde a la gente se le ayuda. Antes, una de mis últimas coberturas fue en Afganistán con la vuelta de los talibanes al poder. Ucrania demostró que tenemos instrumentos legales, en este caso la Unión Europea, que fue capaz de crear la protección automática para asistir a millones de personas en un momento clave de sus vidas. Pero eso no se aplica en otros lugares. En el libro critico, a través de historias humanas, datos, contexto y reflexión, lo que pasó con Afganistán. Un país donde hubo tropas de la OTAN desplegadas durante dos décadas, vuelven los talibanes al poder y a todas las personas que se quedan atrás, que son millones, no se les da apoyo. La crítica no es al trato ofrecido a los ucranianos, sino al maltrato a los afganos. No me gusta hablar de refugiados de primera y de segunda, sino de hipocresía solidaria, porque señala a quien la profesa y no a quien la recibe. 

P.: Dignifica y humaniza a quienes han sufrido las consecuencias de la guerra Afganistán, pero también lo hace con los ucranianos que huyen de la guerra. ¿Ha sido un ejercicio difícil exponer dos realidades muy asimétricas?

R.: Al principio pensé que era lo que más me iba a costar y luego me di cuenta de que no, porque era una parte que me daba muchas soluciones. Porque con las historias de esas personas de Ucrania se van descubriendo cosas que se hicieron y que son soluciones. Por ejemplo: Sandra, una de las ucranianas que sigo, es una de las primeras que conocí en un tren saliendo del país y al cabo de un tiempo me contó que quería volver a Ucrania para casarse. Había estado en varios países gracias a la protección automática. Lo pasó muy mal, pero pese a las terribles circunstancias, tenía más libertad. Y pienso en Siria y en lo útil que serían este tipo de instrumentos que permiten movilidad a lo refugiados. A veces nos preguntamos por qué quiere volver a su tierra una persona que ha pedido refugio. Quieren volver para recuperar sus pertenencias, reunirse con su familia y amigos, porque se quiere casar o simplemente quiere volver y luego regresar a la vida que ha construido en otro lugar. Es un instrumento que alivia sufrimiento y debería que ser obligatorio aplicarlo no sólo a la población que huye de Ucrania.

P.: La frontera es un territorio constante en el libro. Describe la frontera "amable" de Ucrania y el cuello de botella entre Afganistán y Pakistán. Expone un elemento clave: en la europea hay apoyo psicológico, ¿es algo impensable en la frontera de Asia Central? 

En la frontera entre Ucrania y Hungría hablé con una trabajadora de Cruz Roja, a la cual yo le hice la típica pregunta que he hecho en otros lugares: ¿Qué necesidades humanitarias tiene la gente que pasa por aquí?. Me dijo 'la gente que pasa por aquí tiene agua, tiene alimentos, hay gente que cruza con el coche, la gente que pasa por aquí lo que necesita es un abrazo'. Es un proceso global, también, cada vez más, la importancia de la salud mental en conflictos en los cuales tampoco se atienden necesidades básicas. Pero esta necesidad de un abrazo contrastaba, efectivamente, con la situación con la que me encontré en la frontera entre Afganistán y Pakistán, donde primero la gente no podía pasar y las prioridades eran otras. El libro empieza en la frontera de Europa y en la de Asia Central y es un contraste continuo.

Gente despierta - Agus Morales presenta la reedición de 'No somos refugiados'

P.: Y usa la definición de "proyecto migratorio", completamente distinto entre los que nacen en un territorio u otro. 

R.: Insisto mucho en esa idea porque fue algo que fui descubriendo a fuerza de reportear. El horizonte es imprescindible. Sin embargo, hemos convertido un campo de personas refugiadas en un lugar en el que la gente no tiene horizonte. Lo que nos da dignidad y humanidad es nuestra capacidad de imaginar y de ejecutar proyectos vitales, que pueden cambiar, pero que nos permiten imaginar un futuro. Si esa imaginación se pierde, te anula como persona. En el caso de Ucrania, la invasión rusa interrumpe el proyecto vital de millones de personas, pero los instrumentos que se ponen a su disposición les permite imaginar un proyecto para que puedan construir otro horizonte. Afganistán me parece uno de los casos más duros de la historia contemporánea. La vuelta de los talibanes al poder supuso para millones de personas el fin de la capacidad de soñar un futuro. Estas personas no podían ni imaginarse lo que iban a pasar en unos días; vivían y viven en un presente continuo.

Lo que nos da dignidad y humanidad es nuestra capacidad de imaginar y de ejecutar proyectos vitales, que pueden cambiar, pero que nos permiten imaginar un futuro

P.: Antes de la huida está la guerra. Las causas que empujan a buscar refugio, los actores geopolíticos que intervienen. ¿Cómo describe la anatomía de la hipocresía solidaria si comparamos las guerras de Afganistán y Ucrania? 

R.: En el caso de Ucrania creo que facilita mucho las cosas el hecho de que se identifica un enemigo muy claro que ya no es Rusia, sino Putin. Y hay una mayoría de población occidental, europea, que comprendía que millones de personas que huyen de una guerra, de la invasión rusa, necesitan protección internacional. Lo entienden en este marco narrativo y ahí tiene mucha responsabilidad la prensa, cosa que no ha ocurrido en otros lugares. En el caso de Afganistán ha ocurrido todo lo contrario. Además, esto se suma a un mercado del dolor y de ayuda humanitaria. Hay muchos escalones. De hecho, en el libro otro tema central es el doble rasero que es una cosa que es muy contemporánea. Y como nos importa más la muerte de un niño israelí que la de un niño palestino. La muerte de niños israelíes puede justificar una guerra. Lo que se intenta reivindicar en el libro es la pretensión de neutralidad del instrumento de la protección. 

Retrato de Agus Morales en un espacio interior, posiblemente un teatro, con una expresión neutra. Se aprecian cuadros y mobiliario de fondo.

 Maria Navarro Sorolla

P.: Después de todo este trabajo de investigación y de intentar desgranar lo que hay detrás de la desigualdad. ¿Es el racismo y la aporofobia son el gran problema? 

R.: El clasismo existe. En la mal llamada crisis de los refugiados en 2015 hubo un momento en que se mencionaba el hecho de que los sirios venían con móviles, zapatillas de marca y que tenían un nivel adquisitivo más alto a lo que normalmente cierta población en Occidente asocia a una persona refugiada. Pero entraron en el universo simbólico del consumo de que ‘esa persona se parece más a mí’. Y esto ha pasado de forma extrema con Ucrania: ver cómo las personas que huían de la guerra son como nosotros. Y no se trata de proximidad cultural. ¿Qué platos típicos conocemos de Ucrania?. No había tanta conexión antes de la guerra. Así que el racismo, y a nivel institucional, ya está instalado. En el caso de Afganistán, entra en juego también la islamofobia. 

P.: Escribe: "Me di cuenta in situ que Ucrania se estaba vaciando rápidamente de periodistas extranjeros. ¡Muchos se iban a Oriente Medio!", y sigue "la guerra nace en un instante, la posguerra muere en el infinito". ¿Es algo que en los medios se nos olvida? 

R.: Yo creo que tenemos que hablar, publicar, escribir más sobre migraciones y refugio, también cuando no se habla de ello. Muchas veces, cuando se habla de ello, la batalla ya está perdida, porque los titulares vienen alentados por la extrema derecha. Yo estaba haciendo la cobertura en Ucrania cuando empezó la invasión israelí en Gaza. Entonces, se da la paradoja de que tú estás supuestamente en el conflicto más mediático, y de repente los focos pasan a otro lugar, y los periodistas también se desplazan. En el libro hago un poco de 'mea culpa' y hay un momento en el que ya no puedes seguir corriendo detrás de esa luz de los medios porque ya no tiene sentido. Está bien estar cuando todos los focos alumbran, pero también cuando ya no alumbran en esa parte del mundo. Se nos olvida que todo depende más de la gestión de la posguerra que de la guerra. Hay muchas personas refugiadas que están sufriendo más la mala gestión de la posguerra que la guerra. La guerra tiene un coste humano terrible, pero las posguerras se alargan y desaparecen de los medios. 

P.: Argumenta que "las guerras brillan un instante" y detrás de este instante hay una industria mediática. ¿Es rentable hablar de estos otros focos olvidados? 

R.: Necesitas una gran inversión y no hay un retorno. Cada vez esto se va acortando más y la ventana es más estrecha. De Siria, desde la caída del régimen, ya casi no se habla y fue un momento histórico. Eso siempre ha pasado, hay agujeros negros informativos. Creo que esa crítica es necesaria y se está haciendo. Está bien siempre hurgar en la herida que sufre el periodismo para darnos cuenta.

P.: Leyéndole me recuerda su forma de escribir a la de Martín Caparros y precisamente es una de las personas a las que le dedica el libro. ¿Es un elogio o su intención será siempre copiar a Caparrós? 

R.: Este libro pasó por el taller de libros de Caparrós. Él siempre dice que hay que copiar y yo le hago caso, yo le copio. Yo lo llamo maestro Caparrós y él me llama mangante Morales. La copia bien entendida, no un plagio. Él lo explica siempre: los niños van copiando a los adultos y van construyendo su voz. Yo lo que escribo no se parece a lo de Caparrós, porque eso es otra dimensión, pero es una fuente de inspiración, por supuesto. Me consta que no soy el único, sino que son varias generaciones de periodistas le leen y le admiran. Su obra es una de las más importantes en lengua española en ficción y no ficción. Para mí es muy emocionante tenerlo cerca como amigo y le dedico este libro porque pasó por su taller y también porque, como digo en la dedicatoria, él es un gran enemigo de la hipocresía.