Ciberestafas: por qué seguimos cayendo en la trampa y cómo evitarlo
- El 73% de los españoles ha recibido un intento de fraude online en el último año, según la asociación bancaria CECA
- Alberto Aza, portavoz de CECA, ofrece en Economía de bolsillo algunos consejos para mejorar nuestra ciberseguridad
Tu cuenta bancaria tiene 9.000 euros menos. Luego 4.000. Después, apenas 10 euros. Y cuando intentas entender qué ha pasado, descubres que, además, alguien ha pedido un crédito a tu nombre. No es una película ni una pesadilla: es real. Y le está ocurriendo a más personas de las que imaginas.
Según la última encuesta de CECA (asociación de cajas de ahorros y bancos creados por ellas), el 73% de los españoles ha recibido un intento de fraude online en el último año. Y uno de cada cuatro, es decir, el 25% ha caído en la trampa.
¿El motivo? Ya no tanto una cuestión de una brecha de seguridad informática, como una cuestión humana. La ciberdelincuencia ha evolucionado. Se trata de hackear sistemas, pero también mentes. "Como la banca digital es un entorno seguro, los ciberdelincuentes han cambiado su estrategia. Ahora recurren a la ingeniería social, explotando el engaño y la manipulación para que la víctima sea quien, sin darse cuenta, les facilite el acceso", advierte Alberto Aza, portavoz de CECA, en Economía de bolsillo.
Y lo más alarmante, resalta Aza, es que seis de cada diez españoles admiten que no saben cómo protegerse. Somos conscientes del peligro —lo valoramos con un 8,3 sobre 10 en la escala de riesgos—, pero seguimos cayendo. ¿Cómo detectar estos fraudes antes de que sea demasiado tarde?
Lo primero, dice Aza, es saber que este tipo de estafas existen y reconocer que todos, sin excepción, somos potenciales víctimas. La información y la formación son básicos.
"La ciberdelincuencia se está profesionalizando. Existe un mercado negro de la ciberdelincuencia en el que se compran y venden este tipo de servicios como quien contrata un albañil o un pintor. Por lo tanto, hay que formarse continuamente o, por lo menos, estar actualizado sobre el tema para saber cómo detectar estafas y poder reaccionar ante ellas", aconseja el portavoz de CECA.
Porque los ataques pueden venir de dos frentes distintos. Y hay que saber protegerse de los dos. "Por un lado, está la parte puramente tecnológica y, por otra, la de hábitos digitales", indica Aza que insiste: "son acciones sencillas y fáciles de ejecutar" que nos puede ahorrar más de un disgusto.
Paso 1: mantener los dispositivos actualizados
En el primer caso, el relacionado con las cuestiones informáticas, basta con ser precavido y previsor. "Antes de nada hay que tener actualizados los dispositivos porque las actualizaciones de los sistemas operativos responden a parches de seguridad ante nuevos virus", explica Alberto Aza. Aunque lo invisible, también debe cuidarse. "Hay que proteger las conexiones y no conectarte a redes públicas cuando, por ejemplo, utilices tu banca digital porque no son redes seguras", apunta.
Lo mismo sucede con los antivirus, y las contraseñas: además de instalarlos y de asegurarse que sean "robustos" y de confianza, es fundamental mantenerlos en funcionamiento en su última versión. "Las contraseñas, por ejemplo, hay que cambiarlas a menudo", recomienda. Porque, de la misma forma que en "el mundo físico estamos acostumbrados a cerrar la puerta cuando salimos de casa, no dejar nunca a la vista nuestra cartera ni darle los datos de nuestra visa a cualquier desconocido", debemos "interiorizar y automatizar este tipo de medidas de seguridad online".
Paso 2: seguir el método STOP
Como también habría que hacer con las medidas de protección referentes a los hábitos digitales. "En este otro frente me gusta utilizar el acrónimo STOP", confiesa Alberto Aza. "La "S" es de sospechar. Siempre hay que sospechar –avisa–, pero el ojo tiene que estar especialmente avizor en el caso de recibir "cualquier mensaje dudoso, que nos apremie a actuar con urgencia, que nos venda una oferta demasiado buena o que nos obligue a compartir datos personales".
"La letra "t" es de tiempo. Hay que tomarse las cosas con calma para analizar los mensajes, ver quién te está escribiendo, cómo está redactado, qué ficheros adjuntan, a qué link te remite y demás detalles", explica Aza, porque es justo ahí, en los detalles, donde más pistas se encuentran.
"Luego la "o" es porque hay que oponerse siempre a ceder datos confidenciales y la "p", que vendría por preguntar, hace referencia a que, ante cualquier duda, siempre se debe preguntar a tu entidad bancaria a través de sus medios oficiales", añade el portavoz de CECA.
Mayores, jóvenes y autónomos: los colectivos más vulnerables
Porque el problema no es solo que la ciberdelincuencia avance rápido, sino que aún no hemos aprendido a defendernos del todo. Y nadie se salva. Cualquiera puede caer en la trampa. Desde los más mayores hasta los más jóvenes, pasando, incluso, por los profesionales del sector. "Todos tenemos que estar formados y educados en materia de ciberseguridad", recuerda Aza. Sin embargo, "hay tres colectivos en situación más crítica: las personas mayores, los jóvenes y los empresarios".
Cada uno cojea de una pata. "Los mayores tienen menos capacidades digitales y son más vulnerables en la parte informática, pero tienen buenos hábitos. Utilizan poco los dispositivos, solamente cuando es estrictamente necesario. Además, son conscientes que no saben de tecnología, por eso son muy prudentes y también muy aplicados. Son los que más utilizan las medidas de prevención que les comunica su entidad bancaria y los que más leen en prensa", explica Aza.
Justo al revés de lo que le sucede a la población más joven. Dominan la tecnología, pero les falta prudencia. "Son nativos digitales y se mueven con total soltura, pero son los menos conscientes, lo menos aplicados y los más imprudentes porque creen que lo saben todo. Hay que formarles para que desarrollen hábitos más saludables", advierte el experto.
"Finalmente, el tercer colectivo al que hay que atender de manera prioritaria, son las microempresas y los autónomos ya que no tienen los recursos económicos de otras empresas de mayor tamaño, por lo que les cuesta más actualizarse en términos de ciberseguridad", subraya Alberto Aza.