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Guerra en Ucrania

La nostalgia de los refugiados ucranianos en España: "Hablar de los míos allí me cuesta, me dan ganas de llorar"

  • Desde el comienzo de la ofensiva, España ha otorgado protección temporal a casi 170.000 ucranianos
  • En total, más de ocho millones de personas han abandonado Ucrania a causa de la guerra
  • La guerra entre Rusia y Ucrania, en directo

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Refugiados ucranianos, aprenden español y dan clases en ucraniano (Fotografía de archivo)
Refugiados ucranianos, aprenden español y dan clases en ucraniano (Fotografía de archivo)

Hace un año, Kateryna vivía junto a su familia en la ahora ocupada y arrasada Berdiansk, en Zaporiyia, sin saber que pocos meses después la guerra les obligaría a huir de su país rumbo a España. Su marido, guardia de fronteras marítimas, del que no tiene noticias desde hace nueve meses, fue uno de los hombres que defendió la estratégica ciudad portuaria de Mariúpol y la acería de Azovstal, en manos rusas desde mayo. Como ella, son más de nueve millones las personas que sufren las consecuencias de la invasión lejos de sus casas y de parte de sus familias, sin saber cuándo ni cómo podrán reencontrarse con ellas.

"En aquel momento, el único sentido de la vida era saber que mi marido estaba bien", cuenta esta mujer ucraniana a RTVE.es. Ahora vive en Segovia, desde donde recuerda que antes de perderle la pista, su esposo le rogaba que se fuera, porque estaba "muy preocupado" por su hijo y por ella. Junto a su hijo y su gato, salió primero de Berdiansk, rumbo a Zaporiyia, donde las fuertes explosiones le hicieron darse cuenta, dice, de que "no había ningún lugar seguro en Ucrania".

También en Segovia reside ahora Ana, quien, junto a sus dos hijas y su perro, salió del país apenas una semana después del inicio del conflicto. Vivían en Járkov, otra de las regiones más golpeadas por los combates, que también pasó por manos rusas. "Era peligroso quedarse en casa, no había refugios cerca y todos los días volaban aviones muy bajo y se escuchaban explosiones. "Cuando un misil cayó cerca de nosotras, decidimos salir", explica a RTVE.es.

Tanto ella como Kateryna reciben asistencia de la asociación Ucranianos de Segovia, desde donde ayudan a personas desplazadas a conseguir el estatus de protección temporal. En total, España ha otorgado protección temporal a más de 168.000, la mayoría mujeres, según datos del Ministerio de Interior.

Además, la diáspora desde Ucrania ha hecho que de los alrededor de 111.000 ciudadanos procedentes de Ucrania empadronados en España en enero de 2022 se haya pasado a 193.292 a finales de diciembre de ese mismo año, según el INE.

La huida obligada de un país en guerra

"No tenía intención de venir a España, quería quedarme en mi ciudad", cuenta a RTVE.es Olena, otra de las mujeres a las que la guerra obligó a abandonar su país. Vivía y trabajaba como profesora en Odesa, uno de los puntos clave durante los primeros meses de guerra. Con salida al estratégico Mar Negro, el despliegue de buques rusos en sus costas hacía prever una invasión.

"Todos pensábamos que terminaría en unas tres semanas"

Olena salió de Odesa el 27 de marzo dirección Polonia, donde unos amigos la acogieron en su casa. En su país dejaba a su hijo y a muchos otros familiares y amigos. "Todos pensábamos que terminaría en unas tres semanas", confiesa. Sin embargo, cuando ese tiempo pasó, decidió poner rumbo a España y ahora vive en Málaga, en uno de los albergues gestionados por CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado).

"Odesa se parece mucho a Málaga, aquí también hay puerto", se consuela mientras recuerda cuál es la situación allí. "Es complicada, muchas veces no tienen internet ni electricidad, aunque es mejor que cuando empezó la guerra", asegura. Ucrania, dice, es todavía más fuerte, pero la guerra "aún no termina".

En Málaga también vive desde hace apenas tres meses Yurii, un joven de 21 años que salió de Kiev junto a su familia, explica, cuando Rusia, "una vez más", bombardeó infraestructuras vitales. "No había electricidad, agua ni gas. Vivíamos en un sexto piso y el ascensor dejó de funcionar. Además, las interrupciones de abastecimiento de productos y medicamentos eran habituales". Llegó a España con sus padres y sus abuelos y, tras pasar por un centro de refugiados, ahora, al igual que Olena viven en un albergue de CEAR.

Con la mente en Ucrania y un objetivo: volver

Tras un año de guerra, una estancia que al principio se planteaban como temporal en muchos casos se alarga más de lo esperado y los planes de regreso empiezan a pertenecer a un futuro cada vez más lejano. Sin embargo, la idea de volver a casa no desaparece, incluso para aquellos que vienen de algunas de las zonas ahora ocupadas por el Ejército enemigo, y el recuerdo de los que se quedaron allí es cada vez más fuerte.

"Hablar de mis amigos de allí, de mis compañeros de trabajo, me cuesta, me dan ganas de llorar", cuenta Olona, que sigue en contacto con los que todavía hoy trabajan en el colegio al que ella solía ir a enseñar cada día. "Me echan de menos, y yo a ellos", dice, emocionada. En Málaga está aprendiendo español y trabaja como voluntaria cuidando a niños, mientras ayuda en lo que puede al resto de refugiados.

Olona está "muy contenta" en España, pero echa en falta a sus seres queridos. Es muy sociable, tiene nuevas amistades y siente que hay un lugar para ella en Málaga, pero quiere volver "cuando termine todo esto". Al vivir en un albergue y compartir habitación con más refugiados, echa de menos su casa o, al menos, tener su propio espacio. "Me gusta estar con gente y quiero ayudarles, pero también necesito un espacio para mí, para poder ser como soy, es complicado", explica.

"Desde que me fui en marzo no he vuelto a ver a nadie, es lo que más echo de menos"

"Solemos hacer videollamadas, excepto cuando no hay cobertura allí, y estoy al tanto de lo que pasa allí". Son palabras de Vika, que ha cumplido los 18 años en Sevilla, lejos de su país natal y su familia. "Desde que me fui en marzo no he vuelto a ver a nadie, es lo que más echo de menos", cuenta esta joven que solía pasar los veranos en España con la misma familia que ahora ha tenido que acogerla a causa de la guerra.

"Estoy feliz aquí", asegura. Está estudiando un grado medio de deporte y ha hecho nuevos amigos, tanto ucranianos como españoles. Habla con su familia casi a diario, ya sea por Telegram, WhatsApp o por teléfono, pero quiere regresar a su país. "Tengo pensado volver en cuanto acabe la guerra", dice.

Ana recuerda el "estresante" trayecto que recorrió desde Ucrania. "Estábamos muy asustadas, no entendíamos qué vendría después. Ahora estamos tranquilas", asegura. Ella y sus hijas viven en un piso gracias a una ayuda al alquiler y a la Cruz Roja y, aunque quieren volver, Ana cree que ahora sería muy peligroso y no quiere "que mis niñas vivan con estrés". Las dos menores van al colegio; ella, mientras tanto, aprende español y busca trabajo.

El hijo de Kateryna, de 14 años, también va a clase en España. "Le gusta mucho, intenta llevar una vida normal", explica su madre, que dice estar "muy agradecida a los españoles" por el apoyo que les dan a ellos y a su país en general. Sin embargo, no se quita de la cabeza el objetivo de volver a casa. Allí, en la región ocupada que abandonó, está su madre, con la que apenas tiene contacto, aunque tiene la esperanza de que volverán a verse pronto. "Todos juntos", también su marido.

El fin de la guerra y la victoria para Ucrania

Más allá del objetivo común de volver a su país, a sus casa, a la que fuera su vida y de reencontrarse con aquellos de los que se separaron por el camino, todos ellos comparten el deseo de ver finalizada la guerra lo antes posible, pero también de ver a Ucrania salir victoriosa de una contienda que está a punto de cumplir un año desde su inicio.

"Creemos en la victoria de Ucrania y tenemos muchas ganas de volver a casa", cuenta Ana.

Yurii, por su parte, quiere que su país vuelva a ser "libre e independiente". "Quiero la victoria de mi país en la guerra contra los invasores rusos, para que no haya guerra en ninguna parte del mundo", añade.

Kateryna tiene tres sueños. El más importante, dice, es volver a saber de su marido. "Han pasado casi 9 meses [...] Solo 19 guardias de fronteras marítimas han regresado a casa, 139 siguen cautivos, pero sé que oiré la llamada de que va a volver", explica. "Estos son mis tres sueños: el regreso de mi esposo, mi vuelta a casa y la victoria de mi Ucrania", concluye.