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Elecciones Francia

Marine Le Pen: la distancia entre sus palabras y su programa

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Marine Le Pen durante la campaña en Berck-sur-Mer
Marine Le Pen durante la campaña en Berck-sur-Mer

Mucho hemos comentado ya el proceso de 'desdiabolización' que emprendió Marine Le Pen incluso antes de relevar en 2011 a su padre, Jean-Marie Le Pen, en la presidencia del Frente Nacional (FN) que él fundó. Le cambió el nombre, de Frente a Agrupación (Rassemblement, RN), adoptó un tono menos agresivo en las alocuciones y rechazó el antisemitismo. El objetivo era provocar menos rechazo entre el electorado, desvincularse del radicalismo y el pasado rancio al que se asociaba a la extrema derecha. Nada de revisionismo histórico como cuando su padre dijo que “las cámaras de gas son un detalle de la historia de la II Guerra Mundial”. Lograr votos más allá de la derecha ultranacionalista, llegar a más mujeres, a las clases populares, a los insatisfechos en general. El objetivo era el poder.

“No es tanto cambiar el partido como cambiar la percepción del partido que tienen los franceses”, declara Gilles Ivaldi, especialista en extrema derecha, en uno de los “verdadero o falso” de France Info, la radio pública.

Las palabras

En los años 90, el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen aplicó la estrategia de romper tabúes y crear un lenguaje propio para no usar la terminología marxista y tratar así de imponer a través del lenguaje una visión del mundo (decir "los pueblos" y no “las masas”, las “categoría socio-profesionales" y no las "clases"). Para Marine Le Pen, la batalla de las ideas ya se ha logrado en lo que respecta a la inmigración, la inseguridad o la identidad nacional, ahora se trata de hacerse con el lenguaje del adversario, “republicano” (constitucionalista) o de izquierda, y cambiarle el significado”, como recoge el ensayo “Marine le Pen prise aux mots” de Stéphane Wahnich y Céline Alduy.

Los programas

Once años después de hacerse con el control del partido, y en su tercer intento de ser elegida presidenta de la República francesa, varios medios galos han analizado si ese cambio de lenguaje responde a un verdadero cambio programático. Además de France Info, esta semana el diario Le Monde ha publicado un análisis comparativo del último programa electoral de Jean-Marie Le Pen en 2007 con los tres de su hija, en 2012, 2017 y 2022.

La respuesta corta es 'no'. Los cambios programáticos, las políticas que propone se parecen mucho a las del Frente Nacional de su padre. Sobre todo en las cuestiones que son marca de la casa: inmigración, seguridad y cambios institucionales. El apartado donde sí ha introducido cambios es en el económico y social con cierto aire oportunista, de acuerdo con el clima social. Estos son algunos de los puntos clave:

Le Pen es Le Pen

En inmigración: El RN pretende, como el FN, quitar las ayudas públicas a los inmigrantes y cambiar el derecho de suelo -es francés quien nace en Francia y ha vivido en el país al menos cinco años- por el de sangre -es francés quien nace de progenitores franceses-. También quiere acabar con la reagrupación familiar.

En justicia y seguridad: El RN, como el FN, propone la expulsión inmediata para delincuentes extranjeros y la presunción de legítima defensa para las fuerzas del orden.

En política europea e internacional: Busca un acercamiento a Rusia, salir de la estructura militar de la OTAN y la oposición a los tratados de libre comercio. En cuanto a la Unión Europa y el euro, Marine le Pen ha renunciado recientemente a salir, pero insiste en reformar la UE desde dentro para convertirla en "la Europa de las naciones", una argucia lingüística porque, de hecho, significa acabar con la Unión. Por ejemplo, para Le Pen, extranjeros son también los ciudadanos europeos no franceses en lo que a los derechos como el de trabajo y residencia se refiere. De intentar aplicarlo, irían contra el famoso paquete de las cuatro libertades internas de la UE desde el 1 de enero de 1993: libertad de movimiento para personas, capitales, bienes y servicios, como le recordó Emmanuel Macron en el debate televisado. Es decir, en el marco europeo, esta y alguna otra propuesta del RN, son inconstitucionales porque vulneran un Tratado.

Si Marine Le Pen gana y se convierte en presidenta, sustituirá el histórico eje Francia-Alemania, matriz y motor de la UE, por un eje más parecido a un Francia-Hungría de Orban. Un lobby de gobiernos nacionalistas que quieren despojar las instituciones de poder para que vuelvan a ser de los estados.

Instituciones: Marine Le Pen mantiene la voluntad de su padre de aplicar cambios en la Constitución saltándose al parlamento, por la vía directa de un referéndum cuya convocatoria, tal como la plantea, es en sí misma inconstitucional. Y mantiene también la voluntad de volver a mandatos de siete años. Otro cambio constitucional. El mandato de cinco años se introdujo en 2000 bajo presidencia de Jaques Chirac.

Marine no es Jean-Marie

Donde sí hay cambios entre padre e hija es en los planteamientos económicos y sociales. Marine ha abandonado el ultraliberalismo y ha abrazado planteamientos proteccionistas, algunos, similares a los de la la izquierda. Porque Marine Le Pen sí quiere gobernar, quiere ser presidenta y para conseguirlo tiene que ganar el 50% + 1 de los votos. Y eso, en Francia, con políticas liberales, con pocas subvenciones y coberturas públicas, no se logra.

“Estamos muy vinculados al Estado. Somos un poco esquizofrénicos, da igual qué votes. Criticamos al Estado, las colas, los funcionarios, pero nos encanta acudir al Estado. Cuando una empresa cierra en Francia seguimos pidiéndole al ministro que haga algo para evitarlo. Incluso los partidos de derechas lo tienen en cuenta. Se ha visto con el COVID, creo que el estado francés ha sido el más activo entre los países democráticos. Se ha ayudado a las empresas, los teatros, los artistas. Se ha dado muchísimo dinero. En otros países, si no puedes subsistir, cierras. En Francia mantenemos al estado en el centro de la economía", argumentaba Pierre Mathiot, director de Ciencias Políticas en la Universidad de Lille, en el programa En Portada de RTVE en una entrevista sobre esta elección presidencial.

Cuestiones sociales y morales. Este es el otro ámbito donde el RN de Marine Le Pen ha marcado distancias con el FN de su padre. Por la misma razón: pragmatismo, tal vez el adjetivo favorito de esta “nueva” extrema derecha. “No somos de derechas, ni de izquierdas, somos pragmáticos", argumento, por cierto, que expresado de otro modo es también la marca de Emmanuel Macron y forma ya parte del argot político francés, “en même temps”. “Aplico esta medida y, al mismo tiempo, en otro caso, esta otra que parece contradictoria”.

“Jean-Marie Le Pen era extremadamente conservador, reaccionario. Marine Le Pen no lo es, o lo es menos. Del aborto o el matrimonio homosexual no habla mucho, pero no está en contra”, explica Pierre Mathiot. Este liberalismo social y religioso es una de las razones por las que le ha salido competencia más a la derecha, encabezado por su sobrina Marion Maréchal Le Pen y Éric Zemmour, que apela directamente al voto católico más conservador. Un voto que Marine Le Pen ha definido como “integrista”.

¿Funciona la estrategia?

Si comparamos los votos recibidos por los Le Pen en los últimos veinte años y el rechazo que produce su partido entre los franceses hay que concluir que la estrategia funciona o que el electorado francés se ha ido mucho a la derecha en dos décadas. O ambas cosas.

En 2002, Jean-Marie Le Pen solo logró un 18% de los votos, Jacques Chirac, a pesar de tener casos de corrupción pendientes, sacó un 82%. “Votez escroc, pas facho!” (Votad chorizo, no facha), fue un lema de la segunda vuelta. Hubo votantes que fueron con guantes a votar, con pinzas de tender en la nariz o se desinfectaron las manos al salir del colegio electoral. En París, la víspera, cubrí una de las manifestaciones más multitudinarias de mi vida.

En 2017, Marine Le Pen dobló el resultado del padre y no hubo ninguna reacción parecida. Macron le sacó 32 puntos, la mitad de los 64 que Chirac le sacó a Jean-Marie Le Pen. Si los sondeos aciertan, Marine Le Pen este domingo puede reducir esa diferencia a la mitad o menos, entre 10 y 15 puntos.

Pero antes de precipitarnos, veamos qué dice el estudio del instituto Ipsos: “Se sigue percibiendo al RN como un partido nacionalista, racista, autoritario y sin personalidades competentes”. Así lo resumía el jueves el director de investigación Mathieu Gallard en un tuit en el que adjuntaba el siguiente gráfico:

Derrota agridulce. Victoria histórica

En Francia, los sondeos de las presidenciales no suelen equivocarse por mucho. Si siguen acertando, Marine Le Pen perderá. Su derrota, por lo tanto, no será la noticia, o no será la única noticia. Habrá que fijarse en cuánto ha reducido la diferencia de votos con el ganador. Cuánto ha logrado dejar de dar miedo a los franceses. Porque ven a su partido como uno más, porque hay más franceses de acuerdo con sus postulados, porque se impone el rechazo a la alternativa o porque están hartos de llevar veinte años votando contra la saga Le Pen.