Enlaces accesibilidad

El 'ruido' en el Congreso profundiza en la "peligrosa deriva" del descrédito de las instituciones

  • Los analistas advierten del riesgo de desafección ciudadana tras las graves acusaciones por la votación de la reforma laboral
  • "Los políticos ni siquiera saben que están durmiendo sobre un volcán", señala Pablo Simón

Por
Congreso de los Diputados
La confianza de los españoles en la política y las instituciones se mantiene baja desde la crisis de 2008

De "fraude democrático" a "pucherazo", pasando por "compra de voluntades" o "tamayazo". La controvertida votación de la reforma laboral, el pasado jueves en el Congreso, ha desatado una intensa tormenta política y un cruce de acusaciones de inusitada gravedad, incluso dentro del clima actual de creciente polarización, como advierten los analistas políticos.

La tensión vivida en el Hemiciclo, que pronto se trasladó a los mítines en plena campaña en Castilla y León e incluso ha llegado a los tribunales, no es más que el último episodio de una "deriva muy peligrosa" iniciada hace años y que conduce al "descrédito cada vez más acelerado de las instituciones", según explica a RTVE.es el politólogo Pablo Simón.

Para la politóloga y socióloga Cristina Monge, lo ocurrido "confirma esa percepción muy instalada de que las instituciones son una cosa alejada de la sociedad, de que los políticos no viven en el mundo real y discuten en una jaula de grillos". A medida que aumenta esa sensación de distancia, crece la desafección por la política, especialmente alta en España desde la crisis de 2008.

Según los últimos datos del Eurobarómetro, un 90 % de los españoles no confía en la política, 15 puntos por encima de la media europea. En un país tradicionalmente con menor participación política que sus vecinos -aunque con una alta participación electoral-, las cifras han ido empeorando en la última década, igual que lo ha hecho la imagen que tienen los políticos. La política es el principal problema para los ciudadanos, si se suman las cuatro categorías en las que el CIS divide esta cuestión. Un 48,5 % responde así según el último barómetro del instituto demoscópico, números pocas veces antes alcanzados en democracia.

La desafección, caldo de cultivo para la antipolítica

Esa creciente desconfianza puede derivar, por un lado, en una "mayor abstención", según advierte el politólogo y consultor en comunicación política Eduardo Bayón, aunque eso es más improbable en España, un país al que "le gusta votar", según Monge, y donde el nivel de voto suele ser más alto que en democracias vecinas como Portugal o Francia, que batió una abstención histórica del 66 % en las últimas elecciones regionales -en España, se situó en el 35 % en las últimas autonómicas de 2019-.

La otra consecuencia del alejamiento de la ciudadanía es el "surgimiento de discursos antipolíticos", añade Bayón. Para la socióloga y también profesora en la Universidad de Zaragoza, "la antipolítica es un producto de la política", y alerta de que "los argumentos antipolíticos suelen ir de la mano de planteamientos políticos muy poco democráticos".

La antipolítica es un producto de la política

En general, España muestra un gran respaldo al sistema democrático, del 85 %, según el CIS, y antes de 2008, estaba solo ligeramente por debajo de la media europea en la confianza en las instituciones como el Parlamento o los partidos. A raíz de la crisis, sin embargo, esta confianza sufrió una "caída brutal", explica Simón.

Lo "más sintomático", según el analista, es que la confianza no se recupera con la mejora económica, como sí que ocurrió en otros países golpeados por la recesión, como Grecia, y se mantiene muy lejos de los estándares europeos. Además, el politólogo de la Universidad Carlos III lamenta que recuperar esta confianza ni siquiera está en la agenda de los partidos. "Los políticos ni siquiera saben que están durmiendo sobre un volcán", sentencia.

En 2011, en lo peor de la crisis económica, la crítica a las instituciones desembocó en una gran movilización social, el 15M. ¿Puede ocurrir ahora algo semejante? Para Monge, especialista en aquel movimiento, la desafección muestra ahora signos de ir en la dirección contraria: "El pasotismo y no la indignación".

Los políticos ni siquiera saben que están durmiendo sobre un volcán

En caso de que resurgiera la movilización social, esta probablemente lo haría por el lado de la derecha, según Gonzalo Velasco, analista político de la Fundación Alternativas, especialmente con la izquierda ahora en el poder y en el contexto de una "ola de derecha radical que barre todo el continente europeo y viene de Estados Unidos".

De la moción de censura a la pandemia: una escalada incesante

Si en 2008 comenzó la crisis de legitimidad, Bayón apunta a la moción de censura de 2018 que dio el poder a Pedro Sánchez como un punto determinante en la escalada de tensión. El PP se "contagió del radicalismo de Vox, apunta el experto, y cuestionó la legitimidad del Gobierno e incluso de la propia fórmula de la moción. En aquel momento, Casado tachó a Sánchez de "presidente ilegítimo"y Abascal tildó de "fraudulenta" la investidura del socialista en enero de 2020.

Según Velasco, supone un "riesgo" pasar de criticar al adversario político a hacerlo al "árbitro", al propio funcionamiento democrático. El nivel de crispación que se alcanzó en 2019, con dos elecciones generales y la dificultad de llegar a acuerdos entre los dos partidos que ahora conforman el Gobierno, podría haber tenido una tregua con la llegada de la pandemia, pero esta fue muy corta.

"La pandemia fue una oportunidad. Fue un shock externo al sistema político, algo lo suficientemente importante como para pensar que se podía cambiar la dinámica, para cambiar a una lógica de colaboración", señala Simón. Sin embargo, más allá de los primeros días, los políticos no aprovecharon ese momento y continuaron con graves acusaciones a cuenta de la manifestación del 8M, de los muertos en las residencias o de la aplicación del estado de alarma.

El problema, continúa el politólogo, es que los partidos no encuentran incentivos para salir de la lógica de confrontación permanente, ya que en un contexto multipartidista y volátil, "todos los políticos tienen miedo, porque ven que muchos votos se mueven todas las direcciones y juegan la carta de la confrontación". Se trata de una carta especialmente útil, ya que pocas cosas cohesionan más a un grupo que criticar al de enfrente, señala.

Bayón coincide en que la llegada de nuevos partidos -primero Podemos y Ciudadanos, luego Vox y ahora las candidaturas de la España vaciada-, tiene un claro efecto sobre los que ocupaban antes su espacio político. "Se sienten amenazados porque pierden peso electoral y son mucho más proclives a caer en estas dinámicas", bien por diferenciarse o de sus competidores como por atraer a votantes que puedan cambiar su voto, argumenta.

Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - Las consecuencias de la polarización política - Escuchar ahora

Cuando la polarización llega a la ciudadanía: el espejo de EE.UU.

Que los políticos tengan visiones distintas y las confronten no es extraño, sigue Simón. "El problema es que estas posiciones ideológicas se filtren en lo que llamamos polarización afectiva, es decir, que lo termine provocando que haya rechazos de los votantes de un partido a los votantes de otro", advierte.

El espejo en el que se mira España es el de Estados Unidos, donde la polarización llegó a extremos al final del mandato del expresidente Trump, y con las acusaciones de fraude que vertió sobre la victoria electoral de su sucesor, el demócrata Joe Biden. La polarización afectiva puede llevar a "dinámicas mucho más viscerales": "Si se perpetúa todo el rato que la elección no es legítima, ¿por qué no tomar las armas por mi cuenta para derrocar al gobierno?", expone el analista.

Monge ve claro el vínculo entre el asalto al Capitolio de Washington, del que se cumplió un año recientemente, con lo ocurrido con el asalto al pleno de Lorca. "Se decían cosas como 'sois unos gandules, os vamos a matar, es idéntico al Capitolio", compara.

En España, no se ha llegado en los últimos años a los niveles de violencia política vividos en Estados Unidos, pero sí que ha habido conflictos políticos de baja intensidad, según señala Simón. Hace referencia, por ejemplo, a las pasadas elecciones en Madrid, donde un mítin de Vox culminó con disturbios, más de 30 heridos y cuatro detenidos, o el ataque a la sede de Unidas Podemos en Cartagena. "Ese tipo de cosas no operan sobre el vacío, vienen de discursos políticos. Es una pendiente que los líderes políticos no se dan cuenta de que una vez la empieza a bajar es muy fácil terminar cayendo cuesta abajo", sostiene.

Recuperar consensos: la clave para la salir de la dinámica de polarización

Para hacer frente a esta deriva, Simón propone empezar por "lo mínimo, que es la reconstrucción de un lenguaje común, es decir, que los políticos construyan un consenso sobre qué comportamientos son aceptables y cuáles no, con qué temas es inmoral hacer oposición, etc."

Cita, por ejemplo, el consenso que había sobre la violencia de género y que ahora es "complicado reconstruir cuando surgen actores contra esos consensos", en referencia a Vox. Monge, por su parte, ve necesario "aislar a todos aquellos partidos con valores autoritarios y con tintes antipolíticos", y afirma que en este momento la formación de Santiago Abascal es la única con estas características en España. Insiste en que no es partidaria de un cordón sanitario a partidos en concretos, sino a "actitudes que atentan contra la convivencia democrática".

Sánchez-Cuenca (filósofo): "La opinión pública se cansa de este clima de confrontación constante"

Además, emplaza a la política en su conjunto a "hacer un ejercicio de análisis muy importante de que imagen está trasladando a la ciudadanía y cambiar ese chip para que las sesiones de control en el Congreso dejen de ser lo que son, un espectáculo zafio". No ha ayudado a una mayor templanza la sucesión de campañas electorales que se ha vivido desde 2019, apunta Bayón -dos generales, autonómicas en Galicia, Euskadi, Cataluña, Madrid y ahora Castilla y León y previsiblemente Andalucía-.

Más allá de lo necesario de un cambio de actitud por parte de los políticos, Simón señala también a los medios de comunicación, y pide "poner el énfasis en lo común, más allá de lo morboso del conflicto", porque, asegura, la sociedad y los partidos están muchas más veces de acuerdo en el fondo de los debates -como el consenso sobre las mascarillas o las vacunas- de lo que se da a entender en la prensa.

Además, coinciden los analistas, el papel de la sociedad civil es fundamental para motivar este cambio de dinámicas. Monge alerta de una "cierta pasividad" por su parte, pero cree que puede dar ejemplos de consenso que faltan en la política. "Un ejemplo de lo contrario lo han dado sindicatos y patronal con el acuerdo de la reforma laboral. Ahí la sociedad civil ha sido capaz de alcanzar un acuerdo que luego en sede parlamentaria se convirtió en un esperpento. Ahí sí que estuvo a la altura", remata.