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Las claves de la semana

El mundo avanza hacia el 50% de vacunados, aún lejos de la equidad y el control final de la COVID

  • Los países más desarrollados se estancan en su cobertura mientras otros están muy por detrás del objetivo de inmunización

Con cada vez menos restricciones, repuntan otra vez los contagios en países de Europa como Reino Unido

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Una sanitaria administra una dosis de la vacuna contra la COVID-19 a una anciana en Chennai, en India.
Una sanitaria administra una dosis de la vacuna contra la COVID-19 a una anciana en Chennai, en India.

La barra de progreso de la vacunación en el mundo se acerca a una cifra redonda: un 50% de toda la población mundial con al menos una dosis de la vacuna contra la COVID-19. Que la mitad de la población esté vacunada -aunque no sea con la pauta completa- es una gran noticia. Pero el escenario es muy diferente por territorios.

Apoyados en el avance de la vacunación y a la luz de los últimos datos de la pandemia, en España y en otros países vuelve la discusión sobre qué hacer con las restricciones, que en general son cada día menos. Otra vez, se ha reanudado el debate con las mascarillas, en el trabajo, en los colegios...

Sin embargo, si son las vacunas las que van a salvarnos de esta pandemia, en muchos países, ricos y pobres, aún queda mucho camino por recorrer.

1. Freno a la vacunación mientras se inicia una nueva fase

El porcentaje de personas vacunadas con una dosis y con pauta completa aumenta, pero lentamente. Si en agosto se llegaron a administrar más de 50 millones de dosis en un día, ahora la velocidad se ha reducido a la mitad y en las últimas semanas cuesta que se superen los 25 millones.

El ritmo de vacunación se frena tanto en los países más ricos como en los más desfavorecidos, aunque por razones diferentes. En países desarrollados que han alcanzado altas cotas de vacunación, los objetivos prioritarios ya se han conseguido, y la población diana que no se ha vacunado hasta la fecha es muy difícil de captar para la causa de la inmunidad colectiva.

Esta parte del mundo está en fase de refuerzo. Mientras se plantea si extender la vacuna a los menores de 12 años, ha iniciado un nuevo ciclo para administrar dosis adicionales. De hecho, las 'terceras dosis' ya suponen una proporción importante de todas las que se ponen; en todo el mundo se han puesto ya casi 50 millones. De todos los pinchazos diarios, más del 3 % son dosis adicionales para personas inmunodeprimidas, mayores o determinados grupos de trabajadores.

La situación se ve mejor bajando al terreno nacional. En España, tres de cada diez dosis puestas en los últimos siete días fueron dosis adicionales, que se administran a personas con condición de alto riesgo y las que viven en residencias.

Además, próximamente, este esfuerzo se incrementará con la dosis de refuerzo a quien había recibido la vacuna (en teoría) monodosis de Janssen.

2. Los que no pueden y los que no quieren

Así están las cosas. Países que 'pasan de pantalla' y refuerzan a su población vulnerable para garantizar una inmunidad que ya es actualmente alta, frente a países que están lejos de conseguir inmunizar tan siquiera a la mitad de su población.

Entre los países de menor renta, solo Camboya ha sido capaz de inmunizar con la pauta completa a más del 70 % de su población, pero la mayor parte de los países menos ricos no ha llegado a inmunizar a la tercera parte de su población. De los países africanos, solo tres han llegado a este hito: Marruecos (56 %), Túnez (35 %) y las islas Mauricio (65 %), un paraíso turístico de apenas un millón de habitantes.

Un ejemplo de la desigualdad en la carrera de las vacunas: India, el segundo país más poblado del mundo, solo ha logrado vacunar con doble pauta al 21 % de sus habitantes, pese a haber puesto ya más de mil millones de dosis. Es más del doble de las inyecciones que se han puesto en Estados Unidos, pero con ello el 56 % de los norteamericanos ha completado la vacunación.

Esta semana, Ursula von der Leyen celebraba que la Unión Europea ha exportado en lo que va de año mil millones de dosis a más de 150 países de todo el mundo y que donará al menos otros 500 millones. La presidenta de la Comisión Europea animaba al resto de potencias a dar más pasos en ese sentido. El trabajo de la alianza Covax, que garantiza el acceso a la vacuna contra la COVID-19, continúa, pero aún no es suficiente.

En cualquier caso, la vacunación se ha frenado en muchos de los países que han conseguido vacunar al 50% de su población con pauta completa. Lo estamos viendo en España. Tras conseguir el hito del 70 % de población vacunada, elevar ese porcentaje al 80 % se está demostrando complicado. La semana comenzó con un 78,13 % de la población con pauta completa (37,07 millones de personas) y termina con un 78,4% (37,19 millones).

Es el caso también de otros países que alcanzaron muy pronto cotas altas de vacunación, como Israel, Estados Unidos o Reino Unido. Los tres se adelantaron a muchos en comprar e inyectar dosis, pero dejaron de avanzar a partir de una determinada cota y han acabado rebasados por otros países. Por ejemplo, en Reino Unido el 67 % de la población tiene la pauta completa, 12 puntos por detrás de España, según el seguimiento de Our World in Data.

3. Vacunación parada, restricciones levantadas, casos disparados

La combinación de una campaña de vacunación estancada —o retrasada— y unas restricciones que van desapareciendo hace temer lo que ya está pasando en varios países europeos: una aceleración de los contagios y la amenaza de una nueva ola.

En el Reino Unido los contagios se han disparado a más de 50.000 al día, con previsión de que lleguen a duplicarse, y en la última semana las muertes se han incrementado un 21 % y las hospitalizaciones, un 11 %. Pero sus gobernantes no piensan en endurecer las restricciones que eliminaron a mediados de julio, incluida la obligación de llevar mascarilla en interiores o el transporte público. Los británicos fían su estrategia a la dosis de refuerzo a los mayores y al acopio de antivirales, aún no aprobados oficialmente.

Francia atraviesa en las últimas semanas un "pequeño aumento de los casos por coronavirus", aún sin "impacto sanitario", según su ministro de Sanidad. En Alemania, el Instituto Robert Koch de virología destaca la tendencia al alza desde finales de septiembre de la incidencia en casi todos los grupos de edad.

La posición en esta curva guarda relación con cómo la gente mantiene las medidas sanitarias básicas en el día a día. Por ejemplo, España sigue siendo uno de los países donde más se ha observado el uso de la mascarilla, y aunque, desde que dejaron de ser obligatorias se ven cada vez menos en los espacios públicos, es un complemento que no dejamos en casa, al menos por el momento. Y se nota.

Las vacunas hacen su trabajo: evitan la mortalidad y contraer una enfermedad de COVID grave. Pero como no libran de contagiarse y contagiar a otros, somos nosotros los que debemos seguir cumpliendo el nuestro. El resultado de no seguir la moraleja lo intuimos en Serbia, que no consigue bajar la incidencia y donde mucha gente, incluidos empleados públicos, no cumplen con la obligación de llevar mascarilla en interiores. Con menos del 50 % de la población vacunada, desde este sábado será obligatorio el certificado COVID para acceder por la noche a bares, restaurantes y cafeterías. Veremos si sirve de algo.

Sonia Zúñiga (CSIC): "Es pronto para quitar las mascarillas en interiores"

Posdata: el éxito de las vacunas más allá de la COVID

Conviene no olvidar esto: "Inmunizar es la intervención de salud pública de mayor impacto", especialmente para proteger la salud de niños y niñas. Lo dice Virginia Rodríguez, responsable de Incidencia Política del Instituto de Salud Global de Barcelona. Los niños no se vacunan aún contra la COVID-19, pero en un reportaje publicado esta semana en RTVE.es analizábamos cómo las vacunas, junto con los antibióticos y las medidas de higiene, han contribuido a evitar más de 1.500 millones de muertes, gran parte de ellas infantiles.

La vacuna del rotavirus —contra algunos tipos de diarrea y neumococo—, la del sarampión, la de la poliomielitis, la de la malaria… vuelven controlables enfermedades que se convertirían en epidemias mortales sin estos instrumentos. En el caso del sarampión: cuando en países desarrollados baja la cobertura de vacunación, sea por reticencia o por movimientos antivacunas, los brotes han vuelto a proliferar. En Europa, ha pasado en países como Francia, Alemania, Italia y Bélgica, que han bajado la guardia ante la amenaza de una de las infecciones más contagiosas.

Lo que otras muchas vacunas han tardado años en conseguir, dominar la proliferación de casos y frenar la mortalidad, se ha logrado en muchos países en menos de un año con la de la COVID-19, fruto de la conciencia política y social. Esto tampoco conviene olvidarlo.