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Altamira, bajo un sofisticado control para prevenir su deterioro

  • El Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria realiza el seguimiento de las condiciones ambientales de la cueva
  • Sensores de temperatura, CO2 y humedad relativa proporcionan datos que en la Sala de Polícromos se registran cada minuto

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Todos los parámetros de la sala de polícromos son controlados cada minuto

El Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria se encargará, nuevamente, de los trabajos de control y seguimiento de las condiciones ambientales y del biodeterioro de la cueva de Altamira, hasta el año 2023, fruto de la adjudicación de un contrato con el Ministerio de Cultura y Deporte.

Los trabajos serán coordinados por los catedráticos de Radiología y Medicina de la UC e investigadores del IIIPC, Carlos Sainz Fernández y Luis Santiago Quindós Poncela, a los que acompañarán expertos en microbiología, biología molecular, telecomunicaciones, ingenieros ambientales y químicos, entre otros perfiles.

Todo ello con el objetivo de evitar las situaciones de riesgo para las personas y el arte que contiene. “El programa dota de informaciones precisas para la gestión y conservación de estos recursos y, como hemos visto en los últimos años, permite actuar de manera preventiva antes de que ocurra cualquier alteración que las dañe o perjudique”, apunta Jesús Emilio Gutiérrez Urquijo, director del IIIPC. Para el instituto, es “muy satisfactorio que las capacidades y competencias de sus miembros se apliquen a este aspecto que permite garantizar el disfrute futuro de unos bienes que son Patrimonio de la Humanidad”.

El programa permite actuar de forma preventiva antes de que ocurra cualquier alteración que dañe las pinturas

Para los trabajos presenciales en la cueva se siguen un conjunto de protocolos estrictos que permiten la toma de muestras y revisiones minimizando al máximo el tiempo de permanencia de los investigadores en la cueva, conforme a los protocolos del Plan de Conservación Preventiva de la Cueva de Altamira.

Seguimiento ambiental y del biodeterioro

Para el seguimiento ambiental se cuenta con siete estaciones ubicadas en diferentes puntos de la cueva, que contienen sensores de temperatura, concentración de CO2 y humedad relativa, que por medio de “datalogers” proporcionan datos de cada una de las variables cada 15 minutos, excepto en la Sala de Polícromos, donde se registran al minuto.

Para el seguimiento del biodeterioro, coordinado por el profesor Juan Maria García Lobo, catedrático de Microbiología de la Universidad de Cantabria e investigador del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC), se realizan diferentes tareas que contemplan el control de microorganismos, incluyendo patógenos, y el seguimiento de la proliferación de microorganismos de colonización microbiana. Entre las actuaciones se incluyen, por ejemplo, un recuento mensual de partículas en suspensión, del número de microorganismos viables en el aire o del número de microorganismos en medio líquido.

Asimismo, se realiza un seguimiento exhaustivo del impacto de las visitas en estos recuentos. Todo ello, con posibilidad de modificarlo a demanda para atender la vigilancia microbiológica de cualquier actuación que se lleva a cabo en la cueva. Este completo seguimiento es posible gracias a la conexión a banda ancha a través de la RedIRIS y a la interconexión de todos los equipos a la red UNICAN y a un acceso abierto al nodo de Computación Altamira, situado en el Instituto de Física de Cantabria (IFCA, centro UC-CSIC).