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Asalto al Capitolio

Trump y las redes sociales rompen un matrimonio de conveniencia: ¿quién decide qué es censurable?

  • La suspensión de sus cuentas en Twitter y Facebook reabre el debate sobre el control de los contenidos
  • Críticas a las redes sociales por no advertir de que los trumpistas podían provocar violencia en Washington

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Ilustración realizada durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos del pasado 3 de noviembre
Ilustración realizada durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos del pasado 3 de noviembre

Donald Trump, posiblemente el mandatario que más presencia ha tenido en redes sociales, ha visto como las principales plataformas digitales cierran sus cuentas o vetan sus contenidos tras el asalto de sus seguidores al Capitolio, una medida aplaudida por grupos de derechos civiles, pero que plantea el debate sobre quién determina lo que es censurable.

Facebook ha bloqueado sus cuentas en esta red (35 millones de seguidores) y en Instagram durante al menos dos semanas, y quizá indefinidamente. Twitter cerró temporalmente la cuenta del mandatario (casi 89 millones de seguidores) durante 12 horas el mismo día 6, hasta que retirara tres tuits. El presidente ha reaparecido en la red para reconocer la victoria de Joe Biden y llamar a la "reconciliación".

Trump reconoce su derrota electoral y dice a sus seguidores que "pagarán" por el asalto al Capitolio

YouTube no ha interrumpido la cuenta del presidente, pero ha anunciado un veto temporal a vídeos con contenidos falsos sobre las elecciones. Hasta la red de venta online Shopify ha cerrado el servicio de los sitios relacionados con Trump, como la página de su campaña y la Trump Organization.

Trump, un presidente a golpe de tuit

Grupos de derechos civiles han aplaudido la iniciativa de las tecnológicas, que algunos consideran que llega demasiado tarde. Critican, además, que las mismas plataformas no advirtieran de que los seguidores más radicales del aún presidente llevaban semanas organizando la marcha a Washington con claras intenciones violentas.

Trump fue un candidato y ha sido un presidente volcado en las redes sociales, que ha usado tanto para sus anuncios semioficiales como para sus exabruptos. Sin embargo, ahora los mismos que le daban pábulo consideran, en palabras de Mark Zuckerberg, que "el riesgo es demasiado alto".

Twitter también justificó su decisión como un equilibrio entre el interés de los tuits del presidente y el riesgo que presentan. "Nuestra política de interés público, que ha guiado nuestra acción de cumplimiento en esta área durante años, termina donde consideramos que el riesgo de daño es mayor o más severo", justifica en un comunicado, en el que remite a sus normas para líderes políticos.

A Twitter le ha venido muy bien que Trump existiera. Ha sido un acicate para una plataforma que languidecía

"A Twitter le ha venido muy bien que Trump existiera. Ha sido un acicate para una plataforma que languidecía. Si fuéramos los inversores, estaríamos encantados de ver a todas las personas que se han unido para seguirle", asegura a RTVE.es Juan Luis Polo, fundador de Good Rebels, una de las empresas de marketing digital más antiguas de España, y presidente de la Asociación de Agencias Digitales (DIG).

Polo señala que estas empresas privadas deben buscar el equilibrio entre los riesgos y los beneficios del uso que hacen de sus perfiles determinados usuarios y grupos. "En la búsqueda de ese equilibrio, Twitter por ejemplo ha dejado que Trump siguiera usándolo en lugar de limitarle hace meses, cuando dijo que no aceptaba las elecciones".

Críticas a las tecnológicas por no alertar de la marcha a Washington

Sin embargo, para los grandes operadores los acontecimientos del pasado miércoles en Washington han sido una llamada de atención. "Le han limitado cuando ya no quedaba otra, aquello no era más que gasolina para el fuego".

Leticia Rodríguez, experta en relaciones públicas y profesora en la Universidad de Cádiz, también cree que la decisión de los gigantes digitales se debe a un cálculo empresarial. "Temían que la opinión pública se les echara encima" tras el asalto al Capitolio, después de haberse beneficiado durante años de la audiencia que generaba el presidente, explica a RTVE.es

También Carlos Sánchez Almeida, director legal de la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI), cree que "Facebook y Twitter han dejado hacer de todo a Trump mientras estaban en el poder. Es solo cuando lo ha perdido cuando se han atrevido a censurarlo", declara a RTVE.es.

Mark Warner, senador demócrata, que presidirá el Comité de Inteligencia en la cámara alta, ha ido más lejos y ha acusado a las plataformas de haber servido "como una infraestructura organizativa vital para grupos violentos, de extrema derecha y milicias durante varios años, ayudándoles a reclutar, organizar, coordinar y, en algunos casos (particularmente con YouTube) a generar beneficios con contenido violento y extremista".

Según investigadores citados por Reuters y por medios estadounidenses, durante las últimas tres semanas varios grupos estaban organizando la marcha de Washington que acabó con el asalto a la sede del poder legislativo. Los comentarios en redes como Parler y el sitio TheDonald.win dejaban claro que la manifestación iba a acabar en violencia.

Juan Luis Polo exime de responsabilidad a las plataformas, que en su opinión no pueden convertirse en una especie de centro nacional de inteligencia para los estados. "Las autoridades tienen acceso a las redes y pueden inferir quién está organizando un acto violento", recuerda.

"Es una bola de nieve - considera por su parte Leticia Rodríguez - Muchos de los que asaltaron el Capitolio eran youtubers", como Ashli Babbit, la mujer que murió de un disparo. "Se les permite crear su realidad paralela y luego ¿cómo se les para?", se pregunta.

¿Quién censura en las redes?

El "dilema" para los operadores digitales, apunta Rodríguez, es como "depurar el contenido" en una internet saturada, más aún cuando detrás de algunos mensajes o cuentas se ocultan organizaciones, intereses comerciales o incluso estados. Un reto difícil que además raya con la censura.

Hay que marcar una barrera entre la libertad de expresión y el ejercicio de engañar

"Es necesario un marco regulatorio, en el que los usuarios no nos veamos afectados" y se proteja a públicos vulnerables, apunta la profesora de la Universidad de Cádiz. "Hay que marcar una barrera entre la libertad de expresión y el ejercicio de engañar".

Juan Luis Polo se declara "partidario de la libertad de expresión por encima de todo", pero recuerda que Facebook o Twitter son "empresas privadas que generan normas de uso". "Cualquier plataforma tiene directrices que aplican a valores de convivencia y es fácil que si vulneras parte del decálogo de funcionamiento te puedan bloquear". Más aún si se trata de Trump, el hombre más poderoso del mundo, un caso en el que "todo se escapa de lo normal".

"Es una mezcla delicada entre libertad de expresión, la autorregulación y o lo que pueda constituir delito, que hay que poner en manos de una autoridad competente", añade el experto en marketing digital.

Mientras que generar desinformación solo es delito en determinados supuestos, como la manipulación de valores bursátiles o la creación de alarma social, explica el abogado Carlos Sánchez, "la libertad de expresión no ampara hacer apología del delito". Si eso se hace lo normal es que te cierren la web", añade, pero quien debe decidirlo "es un juez".

En España y en Estados Unidos, atacar un parlamento es delito, recuerda el abogado.

Twitter ya no es el espacio de libertad que propició las revueltas de 2011

"La censura desde las plataformas es muy peligrosa", advierte no obstante Sánchez, quien compara las normas de uso sociales con "contratos abusivos" y considera que Twitter "ya no es el espacio de libertad que propició las revueltas de 2011".

La Unión Europea discute en la actualidad un reglamento sobre la gestión de las plataformas, a través de las llamadas Acta de Servicios Digitales y Acta del Mercado Único Digital, que abordará estas cuestiones. La PDLI espera que ampare el derecho a la libertad de expresión y que no deje la censura en manos privadas.