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Mali, Francia y los intereses españoles

  • España es el segundo país occidental más afectado por la crisis en Mali
  • La seguridad energética se podría ver afectada en el medio-largo plazo
  • Algunos expertos piden al Gobierno español que se implique más en el Sahel

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Las empresas de gas en el norte de África, preocupadas por un posible corte de suministro

Son 3.000 los kilómetros que separan Madrid de Bamako. Y solo 14 Europa de África: la distancia entre la costa andaluza y el norte de Marruecos por el Estrecho de Gibraltar. Una puerta al continente más pobre y desprotegido. Un muro de contención para el terrorismo y los tráficos ilegales.

“Responsabilidad” e “interés estratégico” son las dos palabras que más han repetido los ministros españoles de Asuntos Exteriores y Defensa para articular la respuesta del Gobierno ante el conflicto armado en Mali y la amenaza yihadista en el Sahel. Pero la participación española se ha limitado a un discreto apoyo logístico que Francia, líder de la intervención militar en el país africano, juzga insuficiente. ¿Qué se juega España en la estabilidad del norte de África?.

Terrorismo y delincuencia en el patio trasero

Hay una hidra terrorista que recorre de oeste a este el Sahel, un terreno de nadie semidesértico e inhóspito en el que los radicales islamistas gozan de total impunidad. “Es un patio trasero en el que no hay vallas, pueden entrar en el patio, pueden entrar en la casa. Ya lo han hecho. No hay fronteras que les contengan. No tienen límites de actuación”, advierte el experto Félix Arteaga en la mesa redonda Mali, frontera con España, organizada por el Real Instituto Elcano.

Terroristas, insurgentes, criminales, delincuentes, señores de la guerra, tribus… Cada vez resulta más difícil definir a estos actores violentos no estatales, que se financian con los rescates de secuestros de occidentales y el tráfico ilegal de armas y drogas.

"Tienen recursos y capacidad suficientes para reclutar personal y movilizarlo", señala el profesor de Relaciones Internacionales de la UNED, Carlos Echeverría a RTVE.es. En menos de un año, tres grupos –Al Qaeda en el Magreb Islámico, el salafista Ansar el Din, y Monoteísmo y Yihad en África Occidental)– consiguieron controlar en el norte de Mali un territorio de 830.000 kilómetros cuadrados, arrinconar al movimiento nacionalista tuareg, y poner en jaque al Gobierno de Bamako.

Más aún, han demostrado su músculo operativo al dar un golpe al corazón económico de Argelia, su producción de hidrocarburos, con el secuestro múltiple de unas 800 personas –más de un centenar de extranjeros– en la planta de gas de In Amenas el pasado 17 de enero. Este lunes, un supuesto grupo islamista ha atentado contra un puesto de vigilancia de un gasoducto situado en la localidad de Yebahia, al este de Argel.

Inseguridad energética

Argelia es una pieza clave para la seguridad energética mundial. Es el tercer suministrador de gas de la Unión Europea, y el principal de España, que importa el 40% del gas y un 3% del petróleo de este país africano.

“No hay riesgo de desabastecimiento en el corto plazo porque España tiene una importación muy diversificada gracias a la ley que limita en un 50% la dependencia energética de un solo exportador, pero puede tener consecuencias en el medio-largo si este tipo de ataques se repiten”, explica a RTVE.es Gonzalo Escribano, investigador y director del programa de Energía del RIEL.

Una interrupción del suministro de gas de Argelia y Nigeria desencadenaría la tormenta perfecta

La propia Argelia es quién más se juega en garantizar la seguridad de sus instalaciones energéticas. La producción y exportación de hidrocarburos representa el 60% de sus ingresos fiscales y un tercio de su Producto Interior Bruto (PIB) por lo que no se puede permitir perder ni reputación ni inversores. El país ya tiene una situación interna explosiva. Tras las primaveras árabes, el Gobierno ha aumentado los subsidios para paliar el descontento social. El régimen pende de la estabilidad socioeconómica.

Gas y petróleo

Pero la crisis de Mali puede abrir un foco de tensión en otro frente, hacia el golfo de Guinea y, según los expertos, esto desembocaría en una "tormenta perfecta".

"España ha demostrado gran capacidad para gestionar crisis como la guerra en Libia o el embargo petrolero a Irán pero si el conflicto de Mali se desborda hacia el sur y hacia el norte, una interrupción simultánea del suministro de Nigeria y Argelia no sería tan fácilmente digerible", observa Escribano, que apunta que se traduciría en mayores costes económicos.

Nigeria, el país más poblado de África y primer productor de petróleo del continente, exporta un 15% de su crudo y gas a España. Y hasta ahora, pese a algunos ataques esporádicos de Boko Haram -un grupo islamista vinculado a Al Qaeda- a empresas gasísticas y petroleras, la continuidad del suministro ha estado plenamente garantizado.

"La amenazas son gestionables pero España no puede caer en la autocomplacencia ni en la conformidad. Debe participar en el diseño de un enfoque regional en el norte de África porque de ello dependen su seguridad energética a medio-largo plazo", añade el experto del Real Instituto Elcano.

El 25% del petróleo que importa España procede de Argelia, Libia y Nigeria (un 3 %, un 7 % y un 15 % respectivamente) y el 55% del gas, de Argelia y Nigeria (un 40 % y un 15 % respectivamente).

Al Qaeda y Al-Andalus

En esa evaluación de riesgos y costes de intervenir más activamente en Mali, Fernando Reinares, experto en terrorismo internacional, advierte que España es, después de Francia, el segundo país occidental más afectado por la desestabilización del Sahel.

“La hostilidad contra España en el discurso yihadista solo es superada por las acusaciones vertidas contra Francia”, advierte Reinares.

El investigador del RIEL señala que antes de su muerte, Osama bin Laden, dio instrucciones de potenciar la filial de Al Qaeda en el Magreb y su sucesor, Ayman al Zawahiri, se ha encargado de estimular el frente africano. Las alusiones a Al-Andalus y a la ocupación de Ceuta y Melilla son “frecuentes”, lo que, unido a la proximidad geográfica, convierte a España en un objetivo prioritario.

Mauritania es un país donde se han detectado varios grupos extremistas, entre ellos el denominado Al Qaeda en el Magreb. En 2006 se sumaron al entramado terrorista de Bin laden y fue entonces cuando comenzaron a atentar contra objetivos occidentales

“Todo esta red yihadista ha tenido presencia en España desde mediados de 1990”, cuando se produjeron las primeras detenciones de células terroristas del GIA (Grupo Islámico Armado), germen argelino de AQMI, advierte el experto.

Y para frenar la amenaza más inminente, que el “condominio yihadista” de Mali instale un santuario islamista en el norte del país, Reinares considera que España debe superar al “alza” su alineamiento con Francia, dado que la cooperación francesa es estratégica en materia terrorista para los intereses españoles.

Cooperación antiterrorista

Un avión de transporte Hércules C-130 y medio centenar de instructores para el Ejército maliense es todo lo que España ha aportado hasta ahora. La ONU y la UE han apoyado, de palabra, la intervención francesa y varios países europeos han ofrecido apoyo logístico, pero solo hay tropas de combates galas sobre el terreno.

Periodistas y trabajadores humanitarios han denunciado violaciones de derechos humanos en aquellas regiones del norte de Mali controladas por los salafistas y regidas bajo la sharía. Los malienses desplazados en el interior del país han dado testimonio de amputaciones de manos, ejecuciones y torturas.

Desde que comenzó el conflicto en enero de 2012, más de 500.000 de malienses han abandonado sus hogares huyendo de la guerra y del fanatismo. ACNUR prevé que la cifra alcance el millón de refugiados y desplazados internos.

“Europa subestimó la amenaza”, concluye Sékou Dit Gaoussou Cissé, el embajador maliense en Madrid, que espera que la ONU dé un paso más y se implique más activamente en la protección de la población civil. Advierte, también, de que no hay tiempo para lamentarse. Y recuerda un proverbio africano: “Si la casa arde, no hay que preguntarse por dónde sopla el viento”.