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La tensión en los mercados multiplica la inversión en productos financieros sin supervisión

  • Los derivados no regulados aumentaron un 18% en el primer semestre
  • Los inversores buscan los derivados que ofrezcan más rentabilidad

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La tensión de los mercados y la incertidumbre sobre los productos financieros clásicos ha disparado la contratación de derivados no regulados, que se negocian fuera de cualquier supervisor, como la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Este tipo de instrumento financiero ha aumentado un 18% en el primer semestre de 2011, hasta alcanzar los 530 billones de euros (708 billones de dólares), según el informe del Banco de Pagos Internacionales.

“El comprador prefiere un traje hecho a medida que uno estándar”, explica a RTVE.es el analista financiero de Nordkapp Inversiones, Felipe Sánchez Coll. Esa es la diferencia fundamental entre los contratos de derivados no regulados y los regulados, es decir, los que se contratan a través de un intermediario oficial (una cámara de contrapartida) que en el caso de España es el MEFF, que depende de la CNMV.

El aumento en la negociación de estos derivados tiene un precedente: la  crisis financiera desatada en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers, el  cuarto banco de inversiones de Estados Unidos. Entonces, los CDS (Credit Default Swaps),  seguros de cobertura contra impagos, registraron un fuerte repunte por  la desconfianza de los inversores y aumentaron también de forma  exponencial el riesgo de una cascada de impagos.

El aumento en el volumen de derivados no regulados  tiene sentido ahora porque las entidades financieras quieren garantizar  sus inversiones en un momento de incertidumbre económica avivada en el último año, por los rescates financieros de Irlanda, Portugal y Grecia.

Los derivados, regulados o no, actúan como un seguro sobre el precio de cualquier activo en el que se invierte, esté o no en los mercados bursátiles. Entre ambos media sin embargo, una diferencia de peso: los no regulados exigen asumir más riesgo, pero también ofrecen una mayor rentabilidad.

Más riesgo, más ganancias

Los contratos de derivados no regulados se negocian sin intermediario y fuera de la supervisión de la CNMV. Son los denominados OTC (las siglas en inglés de Over the Counter).  Estos derivados abarcan cualquier tipo de valor, pero fundamentalmente  tres mercados son los que mueven mayor volumen de negocio: el petróleo,  los tipos de interés y las divisas.

Al no tener un intermediario, la negociación se hace directamente  entre las partes. El inversor puede arriesgar más que en el caso de los  derivados regulados, al no haber un supervisor. El riesgo es mayor porque no hay cámara de contrapartida, pero también se puede obtener un mayor beneficio, porque permite apostar por una horquilla más amplia en el aumento o la caída del precio de un valor.

El riesgo sobre la inversión no desaparece, pero se distribuye. El comprador acuerda con el vendedor el precio de un determinado activo en una fecha futura, teniendo en cuenta la situación del mercado y el tiempo que va a tardar en producirse el pago del activo negociado. Se asegura así de que va a pagar el precio esperado sin verse afectado por los riesgos del mercado que pueden provocar una fuerte caída o descenso en el valor de un activo.

En el caso de los contratos de derivados regulados, la ventaja es la seguridad de un contrato estándar bajo la  supervisión de una organización como MEFF, que actúa como cámara de contrapartida, el mercado secundario oficial  regulado por las leyes españolas e integrado en Bolsas y Mercados  Españoles (BME) bajo la CNMV.

La cámara de contrapartida ejerce como intermediaria y se encarga de que ambos, comprador y vendedor reciban el valor correspondiente, es decir, ejerce como comprador para cada vendedor y como vendedor para cada comprador.

La crisis de deuda y el mercado oculto

La relación entre la crisis de deuda y el auge de los derivados no regulados es, por tanto, directa: cuanto más crece la desconfianza de los inversores más aumenta este mercado oculto para los supervisores bursátiles.

Aunque toda la gestión de la crisis de deuda depende en última instancia de las instituciones políticas, ahora el punto de mira se sitúa en el Banco Central Europeo. El organismo que supervisa la economía de la zona euro se resiste a aumentar su intervención sobre el mercado de deuda soberana.

Sin embargo, Sánchez Coll recuerda que es el organismo regulador que menos ha intervenido en su ámbito de supervisión, si se compara con la adquisición de bonos de EE.UU. por la Reserva Federal y la de títulos ingleses por el Banco de Inglaterra. Según el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo había adquirido el pasado mes de octubre el equivalente al 4,5% del PIB de Europa, frente a la Reserva Federal y el supervisor inglés que habían comprado un 12,4% y un 18% respectivamente.

Alemania debería pensar en una solución cooperativa

Añade Sánchez Coll, que Alemania, que hasta ahora se ha opuesto a la emisión de deuda común en la zona euro, debería pensar en una solución cooperativa porque los países de la zona euro "tienen que salir todos adelante" y España, por ejemplo, "no es una pieza única".