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Reforzar el eslabón entre investigación y empresa, clave para no perder el tren de la innovación

  • Falla la conexión entre equipos de investigación y empresas, según los expertos
  • España, bajo la media europea en innovación debido a la baja inversión privada

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España es el noveno país del mundo en producción científica –medida en publicaciones científicas internacionales-, pero falla a la hora de trasladar esos resultados de la investigación a la economía aplicada.

“El problema es que tenemos una capacidad de generar y utilizar tecnología que es seis veces menor que la media europea”, se lamenta a RTVE.es Juan Mulet, director general de Cotec, la Fundación empresarial para la innovación tecnológica.

Reconoce –al igual que el Ministerio de Ciencia- que esa transferencia desde los laboratorios a las empresas se atasca debido a la falta de inversión privada en I+D+i, la escasez de empleos en sectores de media y alta tecnología y el bajo número de empresas innovadoras. También falla una apropiada formación técnica por el atraso en Formación Profesional.

Aunque el director general de Cotec recuerda que desde 2004, el I+D empresarial “ha ido creciendo a un ritmo del 15% anual, la crisis ha roto completamente esa buena trayectoria, que estaba funcionando”.

Por debajo de la media europea

Como resultado, España se sitúa por debajo de la media de la UE en innovación: en el puesto 19 (sobre 28 países analizados) del último Marcador Europeo de la Innovación presentado este mes por la Comisión Europea, en el mismo grupo que Croacia, Italia, Republica Checa, Portugal, Hungría, Polonia, Malta o Eslovaquia.

“Tenemos que correr para llegar a la media de la UE. Los Veintisiete ya se están planteando saltar del 1,19% del PIB [de inversión privada destinada a I+D+i] al 3%, y no podemos quedarnos descolgados”, advierte a RTVE.es el secretario general de Innovación, Juan Tomás Hernani.

Y para no perder ese tren, el Ministerio de Ciencia e Innovación ha marcado unos objetivos muy ambiciosos que deberían conseguirse en 2015: 6.000 millones de euros adicionales en inversión privada, 40.000 empresas más aplicando innovación y medio millón de empleos nuevos en sectores de media y alta tecnología.

Eso significa intentar multiplicar casi por cinco el número de empresas innovadoras y doblar los fondos empresariales destinados a I+D, ya que -según datos de 2009- unas 13.600 empresas realizan I+D en España e invierten 7.500 millones de euros anuales en innovación.

Principales débilidades

La economía española ha vivido “históricamente” de sectores “con poco valor añadido, como el turismo o la construcción”, señala Mulet.

Ahora, tras la crisis, “se está notando que esas empresas se vuelven hacia la innovación como la solución. Han vivido sin ella, pero ahora la necesitan. Para empezar hay que cambiar su mentalidad e inyectarles mano de obra muy cualificada”, añade el director general de Cotec.

Pero esa mano de obra escasea. No en el nivel universitario -de licenciados e ingenieros-, sino en el técnico y tecnológico, procedente de la Formación Profesional.

Además, en estos momentos, no existen estructuras empresariales suficientes para asimilar a la gente más formada, “el sistema retributivo laboral es muy poco atractivo” y la formación dentro de las empresas “es escasa, con lo que los trabajadores se quedan atascados, sin especializarse y sin mejorar en sus conocimientos”, enumera a RTVE.es Mulet.

Según el responsable de Cotec, también “falla el eslabón entre la investigación y las empresas”. Si tienes que transferir los resultados de la investigación y la tecnología a las empresas, primero les tienes que explicar esos avances para que comprendan las ventajas y sus usos, y después, tienes que enseñarles a utilizarlas. “Eso requiere equipos grandes de gente –afirma- y eso aquí no hay”.

Ayudar a proyectos que vayan del laboratorio a la empresa

Para poner fin a esas debilidades y hacer tratar de lograr los objetivo, el Ministerio ha modificado a partir de 2010 la política estatal: primero, sustituyendo la tradicional política unidireccional -en la que el Gobierno es el único en impulsar la innovación- por una estrategia (Estrategia Estatal de Innovación, e2i) que implica a toda la sociedad y que afronta la cuestión de forma multidisciplinar, desde la financiación, a la formación y la sostenibilidad medioambiental.

Ahí se inscribe el Plan Innovación 2010, con el que –según explica a RTVE.es el secretario general de Innovación- “se sustituyen las viejas herramientas que daban dinero para generar la transferencia de innovación por otra más potente, con la que se financian proyectos de investigación vinculados a empresas”, es decir, que incluyan todos los eslabones de la cadena desde el laboratorio a la empresa.

Así, se pretende seguir subvencionando la investigación -centrada en proyectos de colaboración público-privada a largo plazo- y se añade un apoyo técnico a las empresas que se impliquen en esos proyectos.

El cambio de estrategia fue bien acogido, “hubo 177 participaciones de universidades ligadas ya a empresas”, asegura Hernani. Así, en un año “muy difícil” –advierte- se produjo un incremento del 54% en los recursos distribuidos por la Secretaría de Innovación al alcanzar “3.150 millones de euros en convocatorias, convenios y contratos”.

“Ahora, en 2011, vamos a sectorizar. Queremos ayudar a entender los mercados a los que nos queremos enfocar: el de la salud -farmacéuticas, maquinaria sanitaria, instrumentos médicos de precisión…-, el de las energías renovables –eólica marina, fotovoltaica, termosolar…- o redes inteligentes”, detalla el responsable de Innovación.

Un mundo en mutación constante

Y, dentro de la enorme movilidad y cambio que caracteriza la ciencia y la innovación, Hernani destaca un elemento que –en su opinión- debería tenerse en cuenta: que la captación de talento es un factor más para la movilidad de las personas por el mundo.

“Así, mientras estamos hablando de que Alemania ofrece miles de puestos de trabajo a ingenieros españoles, un grupo de empresarios me explicaban el otro día que van a tener que importar técnicos de FP para labores muy especializadas”, comenta.

O, por ejemplo, al comparar los costes españoles en la externalización del sector tecnológico con los del Estado indio de Bangalore, “se comprueba que montar factorías de software en Salamanca o Cáceres es competitivo”.

Por eso, advierte Hernani, se necesita también mejorar la capacidad de reacción ante lo que sucede en el mundo. “Necesitamos una estructura lo más flexible posible de los sectores científicos y tecnológicos, que tolere que haya gente de aquí que se vaya y, luego, vuelva; que haya sectores en los que venga gente y otros, en los que se vaya”, concluye.