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El BBVA descarta una recaída y mejora sus previsiones para la economía española

  • El servicio de estudios afirma que el crecimiento será nulo en el tercer trimestre
  • La mejoría de las expectativas evita que vuelva a haber un crecimiento negativo
  • Con todo, cree que el paro no se reducirá en 2011, como espera el Gobierno

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Pese a las dudas que mostraba en sus últimos análisis, el servicio de estudios del BBVA descarta ahora que la economía española sufra una recaída en el tercer trimestre del año, que registrará un estancamiento pero no un retroceso del PIB, al tiempo que ha mejorado sus previsiones para 2010, cuando la actividad se contraerá un 0,2%, y 2011, cuando crecerá un 0,9%.

La nueva previsión de ese servicio de estudios para 2010 es más optimista que la del Gobierno -que pronostica un retroceso del 0,3%-, aunque la del próximo ejercicio es más pesimista, puesto que el Ejecutivo prevé un crecimiento del 1,3%.

Mejoría de las expectativas

De acuerdo con el último informe Situación España del BBVA Research, la economía española afrontaba la posibilidad de volver a registrar una caída trimestral por la persistencia de la volatilidad en los mercados financieros y la debilidad de la demanda interna como consecuencia del ajuste presupuestario.

El informe señala que las incertidumbres y las tensiones financieras persisten, pero considera que hay una mejoría de las expectativas, lo que ha permitido que la economía no haya caído en el tercer trimestre, en el que el crecimiento "habría estado cercano al cero".

"Estamos mejor de lo que esperábamos", ha aseguró el jefe del servicio de estudios del banco, Rafael Doménech, quien ha explicado que se observan menores tensiones de liquidez, un mayor dinamismo de las exportaciones y un comportamiento de la demanda privada mejor del previsto.

Señala también que la marcha de los ingresos públicos augura que el Estado cumplirá con su compromiso de alcanzar un déficit del 6% del PIB a final de año y que, incluso, lo logrará “con alguna holgura”, aunque es "crucial" que todas las administraciones públicas sean rigurosas con el ajuste fiscal.

El paro, el peor indicador

El servicio de estudios de la entidad, sin embargo, no es tan optimista en cuanto a la tasa de paro, ya que espera que ésta se sitúe en el 20,1% de la población activa este año, frente a la previsión del Gobierno del 19,8%. Para 2011, la entidad financiera cree que el desempleo no sólo no se reducirá, como espera el Ejecutivo (19,3%), sino que alcanzará el 20,6%.

Doménech ha hecho hincapié en que el aumento del PIB estimado para el próximo año sigue siendo reducido, está muy lejos del potencial de crecimiento de la economía española y es todavía insuficiente para generar empleo al ritmo que requiere la recuperación.

El economista jefe de BBVA Research ha explicado que el año que viene terminará "el proceso de destrucción de empleo", pero la creación de puestos de trabajo no será tan elevada como para que se note una caída significativa de la tasa de desempleo.

A su juicio, dicha tasa se moverá en el entorno del 20,5%, "décimas arriba o abajo", dependiendo de cómo fluctúe la población activa.

La caída del desempleo dependerá la aplicación de la reforma laboral

Según Doménech, el hecho de que se genere empleo de manera más rápida dependerá de cómo se implemente la reforma laboral, ya que ha asegurado que todavía existe mucha incertidumbre entre las empresas.

En este sentido, ha recordado que el servicio de estudios del BBVA calculó hace meses que una reforma laboral "óptima", unida a la fluidez del crédito, podría suponer un punto adicional del crecimiento del PIB y la reducción de la tasa de paro en la mitad de tiempo.

En opinión del BBVA, avanzar y consolidar las reformas puestas en marcha por el Gobierno será la clave para mejorar las expectativas de crecimiento potencial de la economía y acelerar la salida de la crisis.

En este sentido, el informe incide en que los mercados financieros están muy atentos a los avances de las reformas estructurales, ya que la percepción del riesgo-país en el caso de España depende significativamente de su capacidad estructural.