Fatena Al Ghurra, poetisa 'made in Gaza': "Sin la fuerza de las mujeres gazatíes, nuestro pueblo no habría sobrevivido"
- Después de 15 años exiliada en Bruselas, Al Ghurra volvió a Gaza tres días antes del 7 de octubre de 2023
- Su poemario Excepto yo se considera un punto de inflexión en la poesía femenina árabe
Fatena Al Ghurra (Gaza, 1975) es poeta, traductora y periodista. Envuelta en una elegante kufiya se acerca a Torrespaña, sede de RTVE.es, para hablar de su hogar: la poesía. En ella ha encontrado una salida para denunciar lo que ocurre en su tierra. Se quita el abrigo, se coloca un mechón del pelo y una llave del retorno cuelga sobre su cuello, el símbolo icónico que representa el derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares, de los que fueron expulsados en 1948 y en conflictos posteriores. Tiene tatuado en el interior de su muñeca 'made in Gaza', nació en el seno de una familia refugiada en la Franja, se enfrentó a un matrimonio forzoso, pero luchó para estudiar literatura y, desde hace 15 años, vive en Bruselas. Se ha convertido en una de las voces más importantes de la poesía árabe contemporánea. Es autora del poemario Excepto yo, traducido al español por Rosa Martínez Lillo (Editorial Gaviero, 2010), su trabajo ha sido traducido también al italiano y al neerlandés. Al Ghurra se ha convertido en una reconocida defensora de los derechos de la mujer y figura destacada del feminismo palestino. Pasó por Madrid para presentar Poemas Contra el Genocidio, junto con otros autores palestinos, una obra de Ignacio Gutiérrez de Terán, profesor titular de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Autónoma de Madrid, un acto organizado Casa Árabe y Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
PREGUNTA: Después de 15 años viviendo en Bélgica, volvió a Gaza tres días antes del ataque de Hamás que derivó en el comienzo de la masacre en Gaza, el 7 de octubre de 2023. ¿No esperaba el inicio de un nuevo capítulo sangriento de la historia de la Franja?
RESPUESTA: Llevaba muchos años intentando volver, pero nunca tuve éxito. Solía compartir en redes sociales mi decepción por no conseguir autorización para entrar en Gaza. En enero del 2023, empecé un periodo de terapia para curarme de una depresión muy grande. Me sentía como un Ficus sycomorus cuyas ramas sobresalían del suelo. Es una higuera muy importante en el antiguo Egipto y el Mediterráneo y, muy representativa de Gaza. Al verbalizar que me sentía tan mal, por primera vez temí por mí misma y fue una señal para pedir ayuda. Yo era ese árbol desgarrado de sus raíces. Decidí volver a hacer los trámites, tenía una necesidad imperiosa de intentar regresar a mi tierra y volver a abrazar mis orígenes. Y todo ocurrió de una manera muy extraña. En septiembre de 2023 me puse manos a la obra, hice los trámites y en menos de un mes, el 4 de octubre, estaba entrando en Gaza.
P: ¿Qué sintió en ese momento?
R: Sentí que Gaza respondió a mi petición, a mi deseo de volver a reconectar con mis raíces. Cuando alguien me pregunta '¿de dónde eres?', nunca respondo 'soy de Gaza', más bien digo 'me he fabricado en Gaza'. La respuesta siempre sorprende. En mi opinión, el 'soy de Gaza', no expresa sobre este lugar. Me fabricaron con la industria que caracteriza esta ciudad y con todos los ingredientes creados por esta gran tierra. Gaza es el motor de todos los acontecimientos y es la fuerza motriz de Palestina. El momento en el que llegué a Gaza, por fin mi alma volvió a mi cuerpo.
P: Al volver pagó un precio muy alto. No se imaginaba el comienzo de una de las peores pesadillas...
R: Viví el terror y el asedio, pude ir y ser testigo de la sangre y de las bombas, mientras buscaba refugio en el Hospital Al Quds (Jerusalén). Lo que vi y viví me produce un dolor que me acompañará toda mi vida. Me duele no haber tenido tiempo y la oportunidad de ver cómo había cambiado Gaza. No tuve la ocasión de visitar lugares de mi infancia y mi juventud. Mis escuelas y mi universidad. Tampoco me dio tiempo de ver a mis amigos de la infancia. Solo llegué para ver Gaza derrumbarse delante de mí.
P: Pero usted tiene nacionalidad belga ¿Podía salir con el estallido de los bombardeos?
R: El 7 de octubre, cuando me desperté y me enteré del tema, todos me miraban en casa y me preguntaron '¿qué vas a hacer?, ¿vuelves?'. Les dije que no había regresado para estar solo tres días. Estuve en el centro de la acción como voz y testigo documentado esta experiencia humana que cambió el mundo y lo cambiará para siempre. Desde el 7 de octubre, comenzaron a comunicarse conmigo. Mi nombre es conocido en la comunidad cultural y mediática en Bélgica. Empezaron a contactarme para salir, pero les dije claramente que no iría sin mis padres. Mientras tanto, intentaba escribir y compartir todo lo que mis ojos veían. Además, me di cuenta de que mi presencia estaba unida a la supervivencia de mis padres. Tienen más de ochenta años y si no salían conmigo era muy difícil conseguirlo después.
P: Finalmente, consiguió salir con ellos rumbo a su casa de Bruselas, todos evacuados por las autoridades belgas.
R: Sí, después de tres meses conseguimos salir los tres. No sé qué habría sido de ellos si yo no llego a viajar a Gaza. Viví el terror de los bombardeos desde todos lados. No cesaban y el asedio se cernía sobre nosotros. No había ninguna salida. Ellos también fueron un motivo para abandonar Gaza. Juro que quienes me sacaron del infierno fueron mi madre y mi padre para ponerles a salvo. Si no llegan a estar, no habría salido de Gaza.
P: ¿Cómo vio y ve a las mujeres en el enclave palestino en medio de tanto terror?
R: No hay mujer en el mundo igual a la mujer gazatí. Lo que ha experimentado a lo largo de las décadas de historia, todo lo han y hemos heredado, han demostrado su resiliencia. Han mostrado con creces su capacidad de coexistir, reconstruir y encontrar formas de vida alternativas. Soy muy consciente de lo que digo y, es que sin la fuerza de las mujeres gazatíes, nuestro pueblo no habría sobrevivido hasta este momento. Cuando un hombre se desmorona, la mujer le da la vuelta a las cosas. Cuando asesinan a un familiar, ellas se consuelan y hacen redes de apoyo. Ellas han hecho frente al hambre y a las enfermedades. Buscan leña y agua. La mujer ha jugado todos los papeles posibles en este contexto, renunciando a su cuerpo, a sus necesidades, a su belleza, para hacerse cargo de una familia e, incluso, de familias enteras. Las mujeres son las que han soportado tareas todo el tiempo.
Retrato de Fatena Al Ghurra poeta, traductora y periodista palestina en Torreespaña. RTVE
P: Los temas principales de la poesía palestina suelen ser la patria, la ocupación, el exilio, la nostalgia y la guerra. Pero en su caso, las mujeres son las protagonistas de su escritura. Su poemario Excepto yo se considera uno de los libros que han marcado un antes y un después en la poesía femenina árabe, cuyos versos plasman temas referentes a la condición de las mujeres de su país, pero también de los países árabes.
R: Escribo lo que siento. Expreso mis pensamientos. No tengo una meta que alcanzar ni una frontera que cruzar o romper. Escribo sobre mis convicciones, después me doy cuenta de que son difíciles de aceptar para algunas personas. Creo en la libertad humana sin importar el sexo. La libertad es una responsabilidad muy grande y viene con sus propias leyes establecidas que tienen que ser respetadas. ¿Dónde están las mujeres? ¿Dónde están los autores de estas leyes y por qué ellas no están en la redacción de las mismas? La ley a menudo existe, pero la han escrito ellos. Por ejemplo, existen leyes sobre el derecho de las mujeres a la educación, al igual que los hombres o que las mujeres tienen derecho a heredar. ¿Es así en todos los casos? No, porque no hay ninguna ley que proteja el derecho de la mujer a obtener sus derechos.
P: ¿Ha roto con un tema tabú, en una sociedad tan conservadora, como la sexualidad?
R: Los tabúes han desaparecido para mí. También he tenido muchos problemas, incluso con la familia, por hablar de temas tan espinosos. Mi padre me ha dicho en varias ocasiones que estoy traicionando a Dios. Cuesta explicarles que el propósito no es abofetear ni atacar a la comunidad, pero quienes se desvían de las normas establecidas son expulsados y dejan de tener la protección de la comunidad. Pero siempre tuve claro que hablar de estos tabúes serviría para arrojar luz sobre problemáticas que están ahí. Las mujeres tenemos que entender que no es ninguna vergüenza hablar de estos temas. Entender que estas normas machistas diseñadas para limitar su papel en la sociedad e impedir su influencia en la sociedad.
P: Muy joven tuvo que enfrentarse a un matrimonio concertado. Un infierno que duró nueve años. ¿Saliste más fuerte de aquella vivencia?
R: Truncaron mi infancia de una forma muy afilada y dura. Pasé de ser una chica soñadora que veía la vida de color de rosa a vivir en un pozo oscuro en un matrimonio concertado. No voy a entrar en detalles, pero fue una experiencia difícil en todo el sentido de la palabra. Es una vivencia que deja marcas en el alma y en el cuerpo. Esta cruel experiencia me podría haber destruido como persona y me podía haber rendido a presiones de una sociedad. Sin embargo, desde muy temprano me di cuenta de que esa vida no era para mí. Siempre me he visto a mí misma de una manera diferente. En otro lugar me veía muy lejos. Lo consideré como una prisión, me dije que estaba presa y tenía dos opciones. No existía una tercera: o cumples con tu pena de prisión sin saber cuándo van a liberarte pero luchando por tu libertad o pierdes el tiempo llorando. Decidí usar este tiempo para fortalecerme y prepararme para el momento en el que llegara la libertad. Terminé mis estudios a pesar de la voluntad del marido, que no quería esto para mí. Confié completamente en mí misma hasta que pude terminar la universidad y empecé a trabajar. Y ya me liberé de esta relación.
P: Saliste de Gaza en 2008… Primero a Egipto y luego a Bélgica… ¿Cómo es ser mujer, palestina y refugiada?
R: Es una cuestión muy importante. Venir a Europa fue como saltar desde un precipicio y sin saber lo que te espera. Pero la vida me ha enseñado a confiar en la intuición y a saltar con los ojos cerrados. Por supuesto, una de las experiencias más relevantes que ha forjado mi personalidad es la experiencia del refugio. No soy solo una refugiada en Bélgica, ya nací refugiada en Gaza. Tengo el título de refugiado en mi certificado de nacimiento. Asistí a escuelas para refugiados patrocinadas por la UNRWA. Siempre me ha acompañado esa sensación de pertenecer y no pertenecer al mismo tiempo. El país que descubriste que es tu hogar y no vives en él. Con el tiempo he aprendido a que mi país tiene que vivir en mí. Cuando tuve la oportunidad de buscar refugio en Europa y llegué a Bélgica, fui de las pocas mujeres que llegan solas. Sin familia, sin becas, más bien divorciada con todo lo que supone en nuestra sociedad. Fue un duro golpe, demasiados desafíos y conflictos con la familia, especialmente con la parte masculina en la familia.
“Con el tiempo he aprendido a que mi país tiene que vivir en mí“
P: En varias ocasiones has hablado de la poesía como tu país, tu hogar. ¿Cuándo te das cuenta del poder de la poesía?
R: Estoy convencida de que es mi lugar. La poesía para mí lo es todo. Aun sabiendo que todavía no he escrito lo mejor de mí, y todavía no he escrito lo mejor posible. Cuando salí de Gaza, todavía tenía una de las promesas que me hice, que fue la de empezar una nueva vida de cero. La vida es ahora, este es otro capítulo. Empiezo como si tuviera 20 años y así es como me siento. Así que no puedo haber escrito lo mejor, pero escribiré sobre Gaza. El genocidio no ha terminado y la humillación no ha cesado hasta este momento.
P: Nos queda algo en el tintero…
R: Quiero añadir algo con respecto a las mujeres. Hay algo de lo que no se habla, especialmente por parte de las asociaciones de mujeres y las feministas, que se supone que deben desempeñar este papel, al menos presionando a los gobiernos para que satisfagan las necesidades de las mujeres, como toallas sanitarias y productos de higienes, porque muchas enfermedades se han producido debido a la falta o ausencia de estos productos. Esto es algo que no dice nada, como si no fuera importante.