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El Rayo, la mudanza fuera de Vallecas y un contraejemplo: el parlamento inglés ya intenta regular este tipo de casos

  • La Comunidad de Madrid estudia trasladar el estadio del Rayo Vallecano fuera de su barrio mientras los vecinos se niegan
  • En el Reino Unido se comienza a legislar contra movimientos que socaven los símbolos y el legado de los clubes

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Grada del Estadio de Vallecas y de Anfield
Grada del Estadio de Vallecas y de Anfield Europa Press (EP) / Associated Press (AP)

Cien años de Rayo Vallecano. Cien años desde que se fundara en la casa de doña Prudencia Priego, primera presidenta de la entidad, el club que se explica a través de un barrio trabajador y con un sentimiento de identidad muy profundo entre sus seguidores.

Parte de ese arraigo se explica a través de un estadio, hoy el Estadio de Vallecas, sito en la calle del Payaso Fofó. Varias mudanzas desembocaron en una sede inmersa en el corazón del barrio, propiedad de la Comunidad de Madrid, que puede no ser la definitiva, dada la voluntad del ejecutivo regional de trasladar el estadio a “una nueva ubicación”, según la presidenta Isabel Díaz Ayuso, ya que, explicó el pasado mes de febrero, “cada vez es más insostenible que sigan en Vallecas”.

Ante esta intención, grupos políticos como Más Madrid han presentado en la Asamblea de la Comunidad una Propuesta No de Ley según la cual se conmina al Gobierno de la Comunidad de Madrid a “llevar a cabo un plan de modernización y reforma del estadio del Rayo Vallecano con el objetivo de respetar su ubicación actual, en Puente de Vallecas”. Además, son muchas las voces entre el vecindario que reclaman que el estadio permanezca en el barrio.

Una cadena humana en Vallecas pide que el centenario campo del Rayo se quede en el barrio

Un proyecto de ley inglés para casos como ese

El pasado mes de marzo en el parlamento inglés se presentó una propuesta legislativa que deberá ratificarse, como pronto, en 2025 (debido a la convocatoria anticipada de elecciones por parte de Rshi Sunak, Primer Ministro británico), que constituiría un organismo independiente de regulación del fútbol (IFR).

Éste, en el artículo 48 de su carta fundacional, explica cómo deberá ponerse coto a los traslados de estadios, “sin la autorización” del organismo. Los condicionantes que llevarían a la IFR a denegar estos traslados no “socaven” la estabilidad financiera del club ‘desplazado’ y, también, que no cause “perjuicio” alguno al “legado” del mismo.

Otras mudanzas

En España destacan dos en el País Vasco, como son los casos de San Mamés que, si bien no supuso ninguna nueva ruta para los aficionados ‘athleticzales’, no se ubica exactamente en el mismo emplazamiento en el que lo hacía el ‘viejo’ estadio. Además, el cambio de estadio también ‘trasladó’ el arco que cubría la cubierta a Lezama, despojando al nuevo templo bilbaíno de un símbolo identificativo.

En San Sebastián también conocen la mudanza, después de cambiar Atocha por el Estadio de Anoeta, en 1993. Yacía, precisamente, en Atocha un aroma a fútbol inglés, con la grada recibiendo las salpicaduras del balón al rodar junto a la banda o a la línea de fondo en las jornadas lluviosas.

En Londres, Wembley, por ejemplo, evitó cambiar la ubicación original de 1923, con la remodelación de un estadio que acaba de ser la sede de la final de la Champions League, una más, y, sí, con el arco original como custodio del mítico estadio.