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Maccabi le da la vuelta al marcador y consigue pasar a la final

  • Los de Tel Aviv se imponen por 92 a 85 ante los de Siena

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El Maccabi Tel Aviv ha conseguido lo que parecía un imposible tras remontar un marcador muy adverso (con diferencisa superiores a los 20 puntos) e imponerse en las semifinales de la Final Four al Montepaschi de Siena por 95 a 82.

Los macabeos se convirtieron en finalistas de la Euroliga 2007-08 como lo hacen los verdaderos campeones, después de saber sufrir, de superar un mal inicio de encuentro con una remontada tan lenta como certera que destrozó de golpe las ilusiones que había cimentado el Montepaschi Siena.

   El cuadro italiano lo tuvo todo a favor. Tuvo el partido en su mano en la primera mitad, pero no supo, o no pudo, rematar a su rival, y ante un oponente de la talla del israelí eso se suele traducir en derrota segura. De nuevo el Montepaschi queda abocado a la lucha por el tercer puesto y el Maccabi a pelear por la gloria, que en este caso sabe a auténtico dulce después de haber estado tan abajo.

 

El conjunto de Zvi Sherf acusó de salida la responsabilidad de ser el equipo a batir, de partir como el favorito de esta confrontación para estar en la final del domingo. De ello se aprovechó el cuadro de Simone Panigiani, que metió de entrada el miedo en el cuerpo a los 'amarillos'. McIntyre dirigió a sus compañeros con precisión milimétrica y el resto lo hicieron su defensa y el cúmulo de despropósitos en ataque de un Maccabi que tardó más de tres minutos en inaugurar el marcador.

Fue un festival de errores de los que sacó provecho el Montepaschi Siena, que incluso llegó a tener hasta dieciocho puntos de ventaja (36-18) y a soñar con sentenciar mucho antes de lo que nadie en el Palacio de los Deportes podía prever.

Sherf había buscado todas las soluciones posibles y la única que le sirvió en el segundo cuarto fue la de Lior Eliyahu, quien con ocho puntos mantuvo algo el tipo para su equipo. Su labor bajo los tableros y los triples de Sharp y Norris concedieron un respiro al Maccabi, que tras llegar al final del primer parcial con un adverso 20-8 pudo hacer tablas en el segundo (25-25) e irse con vida al descanso (45-33). Conclusión hasta el momento, festival del equipo italiano.

Sin duda, la labor de Sharp, por puntual, significó un punto de inflexión, porque el Maccabi entró definitivamente en la contienda. Los sistemas de ataque encontraron recompensa y los defensivos dieron sus frutos. Panigiani recurrió, como en la primera mitad, al esloveno Vlado Ilievski para darle más ideas a su equipo y para acompañar a McIntyre y a Romain Sato, pero el Montepaschi ya no tenía al Maccabi del inicio enfrente, tenía a ese equipo experimentado, con argumentos y el acierto necesario para ir acercándose de manera paulatina.

David Bluthenthal, con un triple, una falta técnica a Ksistof Lavrinovic y otro postrero triple del brasileño Alex García dieron al partido una nueva cara para enfocar el último parcial (64-61). Otra conversión desde fuera de la zona de Bluthental firmó el primer empate del partido (64-64) entre el clamor de la grada amarilla, que estalló aún más de júbilo cuando Will Bynum situó por delante al Maccabi (64-67) y el propio Bluthental continuó con su exhibición de lanzamiento lejano (66-70).

Por entonces McIntyre y Sato estaban sentados para recuperar oxígeno, pero dado el cariz que había tomado el encuentro, con su equipo agarrotado en ataque y sin argumentos para desbordar la defensa del Maccabi, Panigiani no tardó en devolverles a la cancha. Ya era tarde. El Maccabi era el Maccabi,  ese equipo que llegaba con la vitola de claro aspirante a un nuevo título.

A los hombres del Montepaschi Siena se les encogió la muñeca y todo lo habían sido virtudes se convirtió en defectos, en incapacidad ante un Maccabi lanzado hacia la final, hacia la lucha por el título continental que tan lejos había tenido.