Imla era jugadora de hockey profesional, Muse profesora de música y Monka regentaba un restaurante. Todas pertenecen ahora a la Tercera Brigada de Asalto de las fuerzas ucranianas.
"Hay muchos estereotipos; mucha gente dice que las mujeres no son aceptadas en el Ejército", cuenta la ex deportista. Ella se alistó como médico, pero aprendió a pilotar drones y, desde entonces, no ha dejado de hacerlo.
La tecnología ha transformado el campo de batalla y las vidas de miles de mujeres militares, permitiéndoles ocupar roles de combate tradicionalmente asociados a los hombres. Más de 70.000 han servido en el Ejército este año, un 20% más que al inicio de la invasión rusa.
Muchas se dedican a pilotar drones, que causan entre el 70 y el 80% de las bajas y lesiones en el frente, apunta este experto.
Son el presente de la guerra y un desafío para el futuro. En su constante evolución, las mujeres también juegan un papel crucial. Muse, a sus 44 años, ha sido rechazada en muchas brigadas por su edad y género. Ahora su trabajo como técnico de aeronaves no tripuladas es fundamental y, asegura, "todos podemos tener cabida en un campo determinado, tanto mujeres como hombres. Solo necesitas encontrar tu lugar".