Cuando el show no debe continuar: músicos que prefieren el compromiso al espectáculo
- Artistas como Judeline o Arca se han retirado de festivales en nuestro país por motivos éticos ligados a los ataques a Gaza
- RTVE confirma que España no participará en el Festival de Eurovisión 2026 ni lo retransmitirá
Jean Paul Sartre, Colita, Javier Marías, Brigitte Bardot, Marlon Brando, incluso Juan Marsé… son algunas figuras que han rechazado un premio o involucrarse en algún tipo de evento en el que no se sentían cómodos por motivos diversos, ya sea por razones políticas, salvaguardar su independencia, denunciar una situación o hasta vergüenza. Y este jueves 4 de diciembre, RTVE confirmó que España no participará en el Festival de Eurovisión 2026 ni lo retransmitirá. Razón: Israel.
En la asamblea de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), organizadora del festival, las cadenas públicas excluyeron una votación para apartar a Israel del concurso con 738 votos a favor, 264 en contra y 120 abstenciones. Ergo, el país gobernado por Benjamín Netanyahu, acusado de cometer genocidio en Gaza, podrá participar en Eurovisión. Segunda consecuencia: España, Países Bajos, Irlanda, Bélgica y Eslovenia se ausentan. E Islandia se lo piensa. “Lo sucedido en la Asamblea de UER confirma que Eurovisión no es un concurso de canciones sino un festival dominado por intereses geopolíticos y fracturado. RTVE se retira de Eurovisión”, posteaba en X el presidente de la Corporación José Pablo López.
Por supuesto, no es el primer caso de conflicto entre convicción y espectáculo. En Eurovisión precisamente tuvo lugar el affaire Serrat en 1968, sustituido por Massiel que a la postre acabó conquistando el concurso con “La, la la”. La versión más asentada es que el cantautor no representó a España porque quería cantar en catalán. Aunque también se cree que fue influido por su representante, José María Lasso de la Vega, al que luego sustituyó tras la polémica.
Hace pocos años, el de Poble-sec opinó en una entrevista que “hubiera sido una muestra al mundo de que en España se respetaba su diversidad cultural, siendo mentira que la respetaba, pero hubiera sido de un Gobierno inteligente”.
Fondo KKR
Este 2025, nuestro país ha sido especialmente tumultuoso en este complejo terreno moral por el propio asunto de Israel-Gaza. ¿Por qué? En mayo, El Salto publicó que el fondo de inversiones proisraelí KKR, con intereses inmobiliarios en los territorios ocupados ilegalmente por Israel, había comprado por 1.300 millones de euros la compañía Superstruct Entertainment, propietaria de un muchos de los festivales más importantes de música de España: Sónar, Arenal Sound, Viña Rock, FIB, Resurrection, Monegros, Madrid Salvaje, I Love Reggaeton…
Un mensaje a favor de Palestina en la última jornada del Sónar que se ha celebrado este sábado en Barcelona EFE/Marta Pérez
Y se dispuso el dilema sobre la mesa, inevitablemente. Y el boicot, máxime el imaginario que manejan algunos de estos eventos. Artistas o bandas como Fermín Muguruza, Reincidentes, Porretas, Arca, Los Chikos del Maiz, La Élite, Samantha Hudson, Alba Reche, Camellos o Califato ¾, por citar solo unos pocos, se desvincularon de estos festivales por convicciones morales.
La gaditana Judeline lo explicaba así: “He decidido no participar este año en el FIB dada su vinculación con el fondo KKR. Sé que muchas de las cosas que hacemos tienen implicaciones que no siempre se alinean con nuestras convicciones, y que la mayoría de lo que consumimos puede tener consecuencias nefastas para una parte de la población o el planeta, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Sin embargo, en este caso la relación es directa y evidente. Estoy en contra del genocidio y a favor de los derechos de Palestina hoy y siempre”.
El rapero puertoriqueño Residente también se sumó al boicot cuando investigó el asunto: “El trasfondo financiero de estos festivales me impide participar, ni siquiera por un segundo, en nada relacionado con esta tragedia”.
Hubo otras decisiones también críticas. Alizzz en el Sónar, por ejemplo, proyectó durante su show frases como "Libertad Palestina" y "Delete KKR". O Love of Lesbian, con su líder, Santi Balmes, reflexionando sobre el escenario del FIB: “Si un pueblo que hace 80 años fue víctima de un genocidio y ahora en el siglo XXI comete otro, tiene un problema de memoria y por el camino ha perdido la humanidad”. Un comportamiento que quizá veamos en Eurovisión, no es descartable. O el caso de Kase O, que trató de argumentar por qué iba a actuar y muchos de sus seguidores se lo recriminaron, pese a que donó parte de las ganancias y en sus redes difundió "Viva Palestina libre” y “Stop genocidio”. Y un apunte relevante: pese al boicot de tantos artistas y la presión general, los festivales del fondo KKR no experimentaron ningún bajón de público.
Israel, Rusia, Sudáfrica…
En los últimos dos años, ha habido artistas que han retirado sus catálogos de streaming en Israel a través del movimiento "No Music For Genocide”. Ahí encontramos a Björk (que tampoco actúa en China por su apoyo al Tibet), Rina Sawayama, Primal Scream, Japanese Breakfast y muchos más en una iniciativa liderada por grupos como Massive Attack, Fontaines D.C., Kneecap y Amyl & The Sniffers. Y muchísimos antes que ya habían rechazado actuar en las últimas décadas, desde Carlos Santana a Gorillaz a Elvis Costello, Devendra Banhart, Stevie Wonder, Lauryn Hill, a través de movimiento BDS, sin olvidar a Roger Waters, el fundador de Pink Floyd, que incluso intenta que otros no actúen. Aunque en 2009 prometió un concierto si se destruía el muro de Cisjordania.
Porque a lo largo de las últimas décadas, numerosos artistas han decidido negarse a actuar en determinados países o lugares por motivos éticos, políticos o humanitarios. Durante los años del apartheid en Sudáfrica, muchos músicos, como Bruce Springsteen o Caetano Veloso, se negaron a dar conciertos en el Sun City como forma de protesta. Se trataba de un complejo de hoteles y casinos que blanqueaba la imagen del régimen además de obtener divisas de turistas. Otros como Barry Manilow o Rod Stewart sí actuaron allí, sin armar demasiado revuelo. Queen también lo hizo y levantó, en cambio, una tremenda polvareda. Años después su baterista, Roger Taylor, lo reconoció como un error pese a sus buenas intenciones.
En el contexto de tensiones internacionales recientes, varios artistas decidieron cortar relaciones con Rusia. Rammstein, por ejemplo, con una gran base de fans allí, canceló sus conciertos tras la invasión de Ucrania, también Green Day, Eric Clapton, Imagine Dragons, Nick Cave y un largo etcétera comprometidos con la causa de Kiev. En esta línea para presionar a Vladimir Putin y crear conciencia global, el octogenario Neil Young intentó que su primer concierto de la gira europea empezara en Kiev para apoyar al pueblo ucraniano. No pudo ser por peligroso.
Siguiendo con el compositor de “Heart of Gold” o “Like a Hurricane”, Young es uno de los paradigmas de músicos combativos que han estado como punta de lanza en muchas causas, retirándose de Spotify incluso para luego recular por la presencia en su plataforma de Joe Rogan (que alentaba a los antivacunas, en su opinión) o denunciado que determinados políticos usen su música en sus mítines. Concretamente Donald Trump, que también ha recibido avisos y hasta amenazas de ir a los tribunales si no dejaba de pinchar sus canciones por parte de los Rolling Stones, ABBA, Celine Dion, REM… Esta fricción es un clásico entre arte y música.
En nuestro país también hay casos de este estilo, por supuesto. La banda Cariño se quejó de que el PP había usado una canción suya en Instagram, o Santiago Abascal años ha cerrando el mitin con “Malamente” de Rosalía hasta que esta tuiteó: “Fuck Vox”. Habrá mil rifirrafes más.
Hasta los Beatles
Otros músicos han centrado su protesta en causas muy específicas. Morrissey, conocido por su compromiso con el bienestar animal y la cancelación de conciertos, pues supera los 350 shows anulados, como el de este junio en Madrid con solo 24 horas de antelación, se negó a hacer una gira en Canadá en 2006 en protesta contra la caza anual de focas. Y en sus conciertos intentaba (y conseguía) prohibir la venta de carne. En España, Nacho Vegas, en el Palau, puso un vídeo en 2016 contra un banco en un concierto patrocinado… por ese banco: estuvo a punto de no celebrarse, con las más de mil personas esperando fuera. Un artista comprometido que antes ya había acudido a una oficina de Cajastur en Gijón para hacer un “escrache musical”.
En todos estos casos, y tantísimos más, el hecho es simple, que cantaban 7 Notas 7 Colores. O, más bien, con la distancia lo podemos ver así. En 1964, los Beatles se negaron a actuar en Estados Unidos, en Jacksonville, según recordaba Paul McCartney en Instagram. En aquella época allí se segregaba al público por razas, y el bajista de los ‘Fab Four’ rememoró: “Nos pareció mal, así que dijimos 'no vamos a hacer esto'". O cuando el show, alguna vez, no debe continuar.