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Elecciones generales 26J

Rajoy o cómo jugar otra partida con la misma mano

  • El candidato más votado rechazó dos veces presentarse a la investidura
  • Tras defender sin éxito la gran coalición, el PP es el favorito para ganar el 26J
  • Mantendrá su mensaje y la necesidad de concluir un "trabajo a medio hacer"

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El candidato del PP, en la presentación de los cabezas de lista del partido en las elecciones generales del 26J.
El candidato del PP, en la presentación de los cabezas de lista del partido en las elecciones generales del 26J.

Fecha y lugar de nacimiento: 27 de marzo de 1955 (Santiago de Compostela).

Estado civil: Casado. Tiene dos hijos, Mariano y Juan.

Formación: Licenciado en Derecho, obtuvo por oposición una plaza de registrador de la propiedad.

Idiomas: Estudia inglés.

"Voy a intentar formar Gobierno", dijo Mariano Rajoy en el balcón del PP en la calle Génova de Madrid la noche del 20 de diciembre. "Iniciamos una etapa que no a va a ser fácil, pero en las dificultades se ve a los políticos de verdad. Será necesario hablar mucho, dialogar más y llegar a entendimientos y acuerdos; yo lo voy a intentar".

Seis meses después, España vuelve a las urnas en un bis electoral sin precedentes que ha supuesto la legislatura más corta de la democracia o la precampaña más larga -según se mire- y que ha convertido a Mariano Rajoy Brey (Santiago de Compostela, 1955) en el presidente en funciones más longevo del país, puesto de nuevo ante un escenario que aboca a acuerdos y entendimientos.

En los apenas 180 días entre unas elecciones y otras, Rajoy ha protagonizado otros hitos en la política española reciente: siendo el candidato más votado, rechazó ante el rey no una sino dos veces la posibilidad de presentarse a la investidura y, en consecuencia, se ha convertido en el primer ganador de unas elecciones generales incapaz de formar gobierno.

Un comportamiento criticado por la oposición pero que encaja con el estilo de Rajoy en sus más de tres décadas de carrera política: su capacidad para ver y esperar, mantener la serenidad y no exponerse antes de realizar su jugada.

Corrupción y la dimisión de un ministro en funciones

Y momentos críticos ha pasado varios en estos pocos meses. La corrupción, calvario político para el PP en la pasada legislatura, ha seguido salpicando la reputación del partido hasta el punto de costarle una fianza bajo amenaza de embargo en plena precampaña. La red Gürtel y el caso Bárcenas han cedido algo de protagonismo a los últimos descubrimientos ante el alcance de la trama Púnica y en el PP de la Comunidad Valenciana. Ha abatido a un ministro y amigo personal de Rajoy, José Manuel Soria -el segundo en caerse del gabinete por temas relacionados con la ética política-, y ha hecho tambalear a uno de los grandes referentes municipales del PP, Rita Barberá.

La economía y el déficit, grandes caballos de batalla de las políticas del Ejecutivo, vuelven a llamar a la puerta del próximo inquilino de la Moncloa, que se verá obligado a ahorrar 8.000 millones adicionales, de una manera u otra.

Además, la calidad institucional del Gobierno en funciones se ha visto cuestionada por la negativa de la mayoría del Ejecutivo a someterse al control parlamentario, aunque Rajoy compareciera de forma voluntaria en marzo para explicar el acuerdo de la UE en materia de refugiados.

Gran coalición fallida sin apenas explorarla

Pero, sobre este paisaje, el retrato electoral de Rajoy ante el 26J lo dibujarán no solo las tareas que quedan por delante, sino el papel jugado en las negociaciones entre los líderes de los partidos para formar gobierno.

Se habla mucho de la política como juego y estrategia en un tablero de ajedrez, aunque en el caso de Rajoy la analogía apunta al póker. Convencido de su apuesta por la gran coalición con el PSOE y el apoyo de Ciudadanos, el líder del PP observó sus cartas y decidió pasar, vio que la apuesta de Sánchez fracasó y ahora que entiende que se ha visto el ‘cante’ de sus rivales, espera ganar la partida con la misma mano.

Rajoy despachó las principales jugadas de su negociación en 48 horas a mediados de febrero. Intercambió documentos con Albert Rivera y se reunió apenas media hora con Pedro Sánchez. Por lo demás, decidió quedarse al margen del "teatrillo" de los últimos meses, en palabras de los portavoces de su partido; un "bluf" y un "vodevil", en sus propias palabras en el debate de investidura del mes de marzo.

Campaña sin "conejos en la chistera"

Rajoy, que como todo el mundo ya sabe, gusta de ser "previsible" y es poco dado a los alardes comunicativos, es partidario de mantenerse en su carril y no apearse del discurso de la campaña del 20D. Señal de ello es que, por no variar, ni siquiera cambia el lema de la precampaña del PP, que pasó del "España en serio" al "Ahora más que nunca, España en serio".

En la campaña del 26J, se verá a Rajoy en un debate a cuatro -que ahora sí, aparecen como ‘normalizados’- y no tanto en las banderolas y carteles en las calles, en aras de la austeridad de esta campaña 2.0.

Una campaña en la línea de la anterior, sin sorpresas. "Si saliera con conejos de la chistera, la gente podría pensar que soy un impostor, argumenta. Y sus mensajes serán parecidos, en torno a los principales asuntos del país, desde el paro hasta la unidad nacional, pasando por los servicios públicos y la lucha contra el terrorismo.

Más que nunca, el candidato más veterano quiere encarnar el valor de la continuidad frente al cambio, de lo confiable frente a los experimentos volátiles.

Rajoy quiere completar su legado

Las encuestas hasta la fecha no han invalidado la estrategia de Rajoy. El barómetro preelectoral del CIS señala que el PP sigue siendo el partido preferido por los españoles -un 29,2% de los votos-, y conserva la distancia respecto a una izquierda que pugna entre sí y un partido ‘bisagra’, Ciudadanos, cuya competencia busca mantener a raya.

Es cierto que la valoración de Rajoy a ojos de los ciudadanos es la más baja de los líderes nacionales, con 3,09 sobre diez. Pero mientras que estos le declaran rival a batir y obstáculo para el futuro, nadie más ha dudado de que sea el candidato indicado. Según esgrimió en el Financial Times, hay Rajoy para rato y, de hecho, cree que "no es malo" no tener a un "sucesor natural" a quien ceder el testigo.

Rajoy se defiende a sí mismo y defiende su legado, que considera un "trabajo a medio hacer". El candidato que llegó a las generales de diciembre con el objetivo de minimizar la pérdida de poder político del PP, está en condiciones de mantenerlo e incluso remontar en la que será la quinta vez consecutiva que se presenta a unas elecciones generales.

Caracterizado a lo largo de más de treinta años de carrera política en todos los escalafones como el opositor, el superviviente, el ministro de casi todo, el hábil parlamentario, resulta que ante la elección definitiva la diferencia la podría marcar su capacidad para llevarse la partida con una baza.

Sin cambios significativos en las listas

Las listas al Congreso y al Senado del PP para las elecciones generales de 2016 apenas presentan más cambios que los estrictamente necesarios. El PP mantiene todos los números uno excepto en Las Palmas, Tenerife, Baleares y Málaga.

La ausencia del exministro Soria, número uno por Las Palmas, se suplirá con Carmen Hernández Bento, exdelegada del Gobierno en las islas -también se renueva la cabeza de lista al Senado-. En Tenerife, la número uno será Ana Zurita.

En Baleares, la lista la encabezará Teresa Palmer, tras la renuncia del anterior número uno. Por la misma razón, en Málaga, la portavoz del PP en el Pacto de Toledo, Carolina España, pasa a encabezar la lista, por delante de Celia Villalobos, que seguirá de número dos.

Las listas del PP en Murcia, Toledo, Valladolid, Badajoz, La Rioja, León y Segovia también sufren ajustes pero no afectan a sus cabezas de cartel.

En Segovia, al diputado Pedro Gómez de la Serna, expulsado del grupo parlamentario del PP tras su imputación por cobro de comisiones, lo reemplaza en el número dos de la candidatura por Segovia Jesús Postigo.