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La joven Malala y el indio Satyarthi ganan el Nobel de la Paz por defender los derechos de la infancia

  • El comité noruego defiende "su lucha por los derechos de las niñas a estudiar"
  • Kailash Satyarthi es un indio que se rebeló contra el trabajo infantil en los 90
  • La paquistaní Malala ya ha sido reconocida con otros premios como el Sájarov

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La joven Malala y el indio Satyarthi ganan el Nobel de la Paz por defender los derechos de la infancia

Últimos Nobel de la Paz

- 2013: la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas

- 2012: la Unión Europea.

- 2011: Ellen Johnson-Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakul Karman.

- 2010: el disidente chino Liu Xiaobo.

- 2009: el presidente de EE.UU, Barack Obama.

- 2008: el expresidente finlandés Martti Ahtisaari.

- 2007: el exvicepresidente de EE.UU. Al Gore y el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático.

- 2006: el economista bangladeshí Mohammed Yunus y su banco Grameen.

- 2005: la Agencia Internacional de la Energía Atómica y su directo Mohamed El Baradei.

- 2004: la ecologista keniata Wangari Maathai.

- 2003: la abogada defensora de los derechos humanos iraní Shirin Ebadi.

El Nobel de la Paz de 2014 ha premiado la defensa del derecho de las niños a ser, precisamento eso, niños. Y el comité noruego ha puesto dos nombres propios a esta lucha, aunque subraya que hay muchos más: la joven paquistaní Malala Yousafzai, que arriesgó su vida por reivindicar que las niñas deben ir a la escuela, y el indio Kailash Satyarthi, presidente de la Marcha Global contra el Trabajo Infantil.

"El comité entiende que es importante que un hindú y una musulmana, un indio y una paquistaní, se unan en la lucha común en pro de la educación y en contra del extremismo", ha afirmado el presidente del comité noruego, Thomas Jagland, durante la lectura del fallo. Una declaración que va más allá y que implícitamente subraya la comunión de dos países -India y Pakistán- enfrentados entre sí y siempre al borde de la guerra.

Según la Organización Internacional del Trabajo, hay 168 millones de niños de entre 5 y 14 años que trabajan en todo el mundo. Uno de cada seis. Y la mayoría, son niñas. Satyarthi y Malala, con su compromiso inquebrantable, han dado visibilidad a esta lacra.

Malala, icono del derecho a la Educación

Malala es un icono de la libertad, la igualdad de la mujer y el derecho a la Educación. Los talibanes intentaron acallarla a tiros en 2012, pero sólo consiguieron que su voz se oyera más alto y más lejos que nunca. Hasta en la ONU, donde la joven pronunció un inspirador discurso: "Un profesor y un libro pueden cambiar el mundo". Desde que se recuperó del atentado no ha dejado de reivindicar el derecho a la educación universal.

Malala ha esperado a salir de su instituto de Birmingham para expresar ante los medios de comunicación su alegría por ganar el Nobel. Este gesto, no renunciar a sus clases para celebrar el premio, lo dice todo. "Doy a mi padre las gracias por no cortarme las alas", ha dicho. "Este premio es para los niños que no tienen voz y que necesitan ser escuchados. Les quiero decir a los niños que defiendan sus derechos, que no esperen que nadie lo haga por ellos", ha añadido, al tiempo que ha pedido que el premio sirva para reconciliar a Pakistán y la India definitivamente.

La adolescente paquistaní es la galardonada más joven con un Nobel de la Paz. Su nombre ya estaba en las quinielas el pasado año. Para algunos su juventud jugaba en su contra. Hoy se ha visto que en lugar de ser un hándicap es un activo poderoso: con tan sólo 17 años ha sido capaz de ilusionar al mundo con su sueño de que todas las niñas puedan ir a la escuela. “Ha demostrado con su ejemplo que los niños y jóvenes pueden contribuir para mejorar su situación personal y lo ha hecho ante las más peligrosas circunstancias”, ha subrayado el comité noruego.

El Nobel de la Paz no es el primer reconocimiento para esta joven. Ha ganado el Sájarov a la libertad de conciencia del Parlamento Europeo. Y en España fue galardonada con el premio Convivencia.

Satyarthi, el azote de la esclavitud infantil

Menos mediático pero igual de combativo es Satyarthi, que lleva toda una vida dedicada a denunciar la explotación infantil por la que también ha sido premiado, entre ellos con el Robert F. Kennedy de Derechos Humanos (1995), la medalla del Senado Italiano (2007), y el premio internacional Alfonso Comin (2008).

Nada más saberse galardonado con el Nobel de la Paz, Satyarthi ha pensado en ellos. En los oprimidos. "Es un honor para todos estos niños que todavía sufren la esclavitud, están sometidos al trabajo y al tráfico", ha declarado el indio, de 60 años, a la cadena de televisión CNN-IBN nada más hacerse público el galardón.

El Comité Nobel Noruego ha destacado de él que "mostrando gran valor personal" y siguiendo la tradición de Gandhi, "ha liderado varias formas de protesta y manifestación, todas pacíficas, centrándose en la grave explotación de los niños para obtener beneficios financieros". Asimismo, "ha contribuido al desarrollo de importantes convenciones internacionales sobre los derechos de los niños".

En 1998, Satyarthi encabezó una movilización civil contra la explotación infantil que reunió cerca de 7,2 millones de personas y que dio lugar al nacimiento de la ONG Bachpan Bachao Andolan. Hasta hoy la organización ha liberado a 80.000 menores de la opresión y les ha ayudado a reintegrarse en la sociedad.

Premios con rostro

Después de dos años de premios sin rostro -la Unión Europea en 2012 y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas en 2013- el Nobel de la Paz 2014 recupera el sello propio y se sacude la sombra de desprestigio de los últimos años tras varios reconocimientos controvertidos, entre ellos el de Barack Obama en 2009.

Dotado con 1,1 millones de dólares (870.000 euros), es el único que a diferencia del resto de premios Nobel se entrega en Noruega y no en Suecia. La ceremonia se celebrará en Oslo el próximo 10 de diciembre, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Alfred Nobel, y el mismo día se entregarán el resto de premios en Estocolmo.

Este premio es uno de los más codiciados del mundo pero, seguramente, para Malala y Satyarthi el mayor galardón es que el mundo mire por un momento a una infancia explotada y maltratada, privada del derecho a aspirar a un futuro mejor.