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Análisis

Europa afronta dividida la cumbre del crecimiento

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El debate sobre el crecimiento en Europa

Europa quiere arrancar el motor parado del crecimiento, pero los mecánicos no coinciden en cuál es la herramienta que hay que utilizar. Todos reconocen que la cura de austeridad por sí sola no es suficiente. Europa no crece ni crecerá este año según las previsiones económicas de Bruselas, pero los Veintisiete difieren en cómo hay que aplicar la dosis de crecimiento.

La cumbre del G8 en EE.UU.  fue un aperitivo para tantear hasta dónde  está dispuesta a ceder la canciller Angela Merkel ante las presiones de sus socios  europeos. La líder de la ortodoxia presupuestaria se quedó sola en Camp David en su apuesta por crear una agenda de crecimiento basada en reformas estructurales y consolidación fiscal -algo que ya se está haciendo- y no en estímulos coyunturales. Pero en la cena informal de este miércoles en Bruselas contará con el respaldo de los países nórdicos y Holanda.

Del otro lado están los países periféricos, acosados por los mercados, el paro y la crisis de deuda soberana, sin tiempo para esperar a que las reformas estructurales surtan efecto a largo plazo y de cuya supervivencia depende el proyecto de la moneda común. Y cuentan, además, con un aliado inesperado, Reino Unido, que desde fuera de la eurozona defiende alguna de las líneas rojas de Merkel: eurobonos y mayor intervención del BCE.

La pregunta es obvia: ¿Cómo se puede crecer en Europa y con qué dinero? La respuesta depende de quién conteste.

Los periféricos: suavizar el ajuste fiscal

Nadie lo reconoce en público, pero en privado cada cual negocia en Bruselas su propio calendario de ajuste fiscal. España, Italia y Grecia, entre otros, defienden que, con las previsiones económicas en la mano, cumplir la meta de reducción del déficit al 3% en 2013 es una quimera. "Habría que pensar cuánto antes en restar menos gasto a las cuentas públicas. Hay que seguir haciendo recortes pero a un ritmo más lento porque cumplir los objetivos es en este momento imposible", señala a RTVE.es, Federico Steinberg, investigador principal de Economía Internacional del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid.

En su opinión, los recortes fiscales simultáneos en varios países socavarán el crecimiento y al mismo tiempo impedirán reducir la deuda, por lo que propone hacer una política fiscal contracícilica. "Si seguimos recortando a esta velocidad, los ingresos del Estado seguirán cayendo y encima tendrá que gastar más en el coste del interés de la deuda y en prestaciones de desempleo", considera.

Sin embargo, el profesor de la Washington University en St Louis e investigador de Fedea, Michele Boldrin, no comparte ese enfoque. "Llevamos relajando el ajuste desde hace cuatro años y éste ha sido el resultado. Hacer un recorte más lento no es creíble y no sirve para nada.  Bruselas ya ha suavizado el ajuste y ahora el mensaje que hay que mandar es que se seguirá recortando", afirma y advierte: "Como se dice en inglés 'too little, too late' (demasiado poco, demasiado tarde)".

Alemania: reformas estructurales y ¿más inflación?

Boldrin tampoco está de acuerdo con impulsar una política fiscal expansiva, permitiendo una inflación más alta -a través de subidas salariales y bajadas del tipo de interés- en aquellos países que tienen margen para ello, como por ejemplo Alemania y Dinamarca, y que es otra de las medidas que defienden algunos economistas porque "ayudaría a mejorar la competitividad en los países periféricos del euro".

"Esto es una locura. ¿Quién piensa que si suben el sueldo a los alemanes, esto implica que van a comprar más paelleras o que van a ir más de vacaciones a España? Es absurdo y peligroso porque podría generar una recesión en Alemania en perjuicio del resto de países", señala a RTVE.es Boldrin, que añade que "los tipos de interés ya están muy bajos (1%) y bajarlos medio punto no hará ninguna diferencia".

Permitir una inflación superior al 2% es algo que va contra el mandato del Banco Central Europeo (BCE), que tiene como finalidad mantener los precios estables y siempre ha tratado de que no se supere esta cifra. Además, la inflación es una obsesión para Berlín, una herida latente en la conciencia colectiva del país, que no olvidan que una subida desproporcionada de los precios (hiperinflación) llevó a los nazis al poder en los años 30.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schaüble, afirmó hace unos días que una inflación por encima del 2% podría considerarse dentro de niveles “aceptables”, pero no hay garantías de si esta subida sería sustancial y de si el Bundesbank lo permitiría. Para SimonTilford, el economista jefe del Centre for European Reform, Alemania debe afrontar una difícil elección: "O niveles de inflación más altos a costa de la confianza del electorado alemán en el euro o la suspensión de pagos de varios Estados soberanos que, en última instancia, provocaría el colapso de la moneda común".

La Comisión y Francia: el BEI y los eurobonos

Entre estos dos campos de batalla, hay otras propuestas que sí que podrían contar con el apoyo unánime de los Veintisiete. Entre ellas, destacan, por ejemplo, destinar los excedentes de los fondos europeos a promover el empleo -una medida impulsada por Mariano Rajoy-, aumentar el capital del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y los "eurobonos de proyecto",  dos iniciativas del presidente de la Comisión Europea que llevan meses sobre la mesa pero que ahora parece que podrían fructificar.

José Manuel Durao Barroso ha cifrado en 10.000 millones de euros ese incremento de capital, que permitiría al BEI  incrementar su capacidad de préstamo hasta 60.000 millones de euros  durante los próximos tres años y apalancar o conseguir inversiones por  valor de 180.000 millones de euros con el objetivo de financiar grandes proyectos de infraestructuras transeuropeos. "Se trata de favorecer la inversión pública para que ésta desencadene la privada", ha declarado el político portugués.

Los "eurobonos de proyecto", dedicados a financiar proyectos industriales y de infraestructura, nada tienen que ver con los eurobonos (a secas), destinados a mutualizar la deuda de los Estados miembros y a los que se opone radicalmente Merkel frente a la postura a favor de sus socios del euro, François Hollande, Mario Monti y Rajoy, entre otros. Cameron también los defiende como una "ayuda colectiva" que permita poner fin a la especulación sobre el futuro del euro.

Sin embargo, la negativa de Berlín parece que sobrevivirá a cualquier presión. Merkel, además, podrá contrarrestar los envites de Cameron con la tasa Tobin, el impuesto a las transacciones financieras, que podría ser una fuente de ingresos importante para la UE, pero calificado de "locura" por el premier,  incapaz por ahora de defraudar a la City.

España: más intervención del BCE

Ante un acuerdo político por el crecimiento, hay quienes esperan una reacción inmediata del BCE. Steinberg cree "Europa necesita ya un balón de oxígeno" tras una semana de incertidumbre en los mercados, en la que las dudas sobre Grecia y los problemas del sector bancario español dispararon los ataques contra la deuda de los países periféricos.

"Lo que haga el BCE será lo verdaderamente determinante a corto plazo. Es fundamental que haga una política expansiva, que baje los tipos de interés y que inyecte  más dinero para depreciar el euro. Tiene que reactivar el mercado de deuda soberana en el mercado secundario y continuar las subastas de liquidez a los bancos", asegura Steinberg, al estilo de las operaciones masivas de liquidez a bajo coste (LTRO) que realizó a finales del año pasado y principios de enero.

Rajoy ha pedido a Mario Draghi, presidente del BCE, que defienda el euro y la deuda pública de los países. "Lo más urgente ahora mismo es que cuando un país o una entidad  financiera tenga un vencimiento de deuda pueda refinanciarlo", afirmó este lunes desde Chicago el presidente español.

El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Angel Gurría, también ha instado a los líderes europeos a tomar medidas de tales proporciones que "dejen sin palabra" a los especuladores, como por ejemplo, aumentar la potencia de fuego del fondo de rescate, la posibilidad de  emitir eurobonos e incrementar la capacidad de actuación del BCE.

Los hay que van más allá y piden una reforma de los estatutos del BCE  para atribuirle un doble mandato -estabilidad de precios y promoción del empleo como la Reserva Federal estadounidense- y capacidad para poder comprar deuda soberana en el mercado primario y rebajar así directamente su precio de emisión.

"El BCE acaba de inyectar un trillón de euros y si los Gobiernos no limpian la banca ni hacen reformas, esta inyección va a tener el mismo resultado. El dinero entrará por un lado y saldrá por el otro. El BCE no puede violar su mandato y enfadar a los demás comprando alegramente deuda italiana y española mientras no hagan sus deberes", subraya a RTVE.es Boldrin.

Sin tiempo para dudar

El economista italiano afincado en EE.UU. tiene claro cuál es la receta esencial para que Europa y, en especial, los países mediterráneos vuelvan a crecer en el corto plazo. "La razón principal por la que las economías están paradas es la falta de crédito. Si queremos crecer, los bancos deben volver a conceder crédito, pero ahora mismo no pueden y ese es el problema de partida fundamental que hay que ataja.", explica a RTVE.es. En el caso de España, la solución es, según Boldrin, "nacionalizar las cajas que están quebradas, limpiarlas, separar los activos, y crear un megabanco malo público con ayudas internacionales".

Hollande recomendó a Rajoy acudir cuánto antes al fondo de rescate europeo para recapitalizar el sector financiero, algo que el Gobierno español ha desautorizado hasta no tener la valoración de los balances de  la banca española de dos consultoras independientes.

Fuentes comunitarias han asegurado que la propuesta que se está estudiando es precisamente cambiar el funcionamiento del Mecanismo Europeo de Estabilidad para que pueda inyectar directamente capital -hasta 500.000 millones de euros- a los bancos, a pesar de las reticencias mostradas por Alemania hasta ahora. Actualmente, los fondos destinados al sector financiero tienen que ser prestados a los Gobiernos nacionales, añadiendo así más deuda soberana a los Estados.

De una forma u otra, en lo que coinciden todos los economistas es en que el tiempo se está agotando. "Todo esto, de lo que espero se hable en la cumbre, habría que haberlo  hecho ayer. Estoy convencido de que el tiempo se está acabando. Podríamos sufrir un verano horroroso", advierte Boldrin. "No hay tiempo para esperar a que las reformas surtan efecto a largo plazo. Necesitamos soluciones ya. En un año puede que no haya ni euro, ni Europa", afirma Steinberg.

Al igual que la salida de Grecia del euro ha dejado de ser un tabú,  la ruptura de la moneda común, el proyecto más ambicioso de la UE, no es un escenario improbable.  O esta Europa da con la tuerca ya, o para cuando la encuentre, la avería del motor será imposible de reparar.