Imanol Arias regresa al teatro con 'Mejor no decirlo', una comedia sobre lo que callamos por amor
- En El despertador de RNE Imanol Arias presenta Mejor no decirlo, hasta el 23 de noviembre en el Teatro Bellas Artes de Madrid
- También desvela detalles de Innato, su próximo estreno en Netflix, y se sincera sobre su causa judicial
Después de pasarse más de dos décadas contándonos cómo pasó todo (2001-2023) con la perspectiva y voz de Antonio Alcántara, Imanol Arias (Riaño, 1956) llega al Teatro de Bellas Artes de Madrid —tras su paso por Argentina— para recordarnos que, a veces, sin embargo, es Mejor no decirlo.
Y si no, que se lo digan a Él, su personaje, y a Ella (María Barranco), su mujer sobre las tablas. Hasta ahora siempre les había ido bien. Su fórmula imbatible de saber cuándo hablar y cuándo callar les había permitido mantener un matrimonio sólido y estable. Incluso feliz. O eso creían. Porque, ¿qué pasaría si de repente deciden soltar por una vez aquello que nunca verbalizan?
Quizá, suceda que aflore una espiral de confesiones, reproches y revelaciones capaces de sacudir los cimientos de su relación. En todos los sentidos. Y quizá también ocurra, que, de una comedia ácida que emplea el humor como herramienta para explorar los límites de la sinceridad y las verdades a medias que sostienen la vida en pareja, surja algo más profundo. Porque, quizá, todos nos vemos reflejados en ello.
De hecho, así fue cómo nació la función. "Las comedias francesas son maquinarias perfectas que no dicen ninguna tontería. Todo tiene que ver con expresiones humanas", reflexiona Arias en la sección "Butaca preferente" de Piti Alonso en El despertador de RNE, con Gorka Rodríguez.
"La autora, Salomé Lelouch, se inspiró en una experiencia con su madre", recuerda. Tras separase de su padre y convivir con otro hombre con una vida totalmente diferente a la suya, Lelouch se quedó fascinada.
"En una Francia donde el diálogo y la comunicación empezaban a quebrarse resultando imposible que dos personas con ideas diferentes hablaran tranquilamente, —como está ocurriendo ahora en España—, esta pareja lo conseguía", explica Arias. Además, "de una manera grandiosa: amándose por encima de todo".
Eran, junto con el teatro, la excepción de la norma. "Ahora hay mucho ruido y el teatro continúa como el único sitio donde se produce un acto de verdad que congrega a una gente y que, siendo igual todos los días, es diferente. Te enfrenta con el actual mundo multi diverso con una cantidad de impactos terribles de todo tipo", sostiene Arias.
Y por eso, añade el actor, "el humor de esta obra no tiene gags". "Nadie tropieza. Depende de los públicos". Las risas, como los debates, las opiniones o las emociones en general, nunca son iguales y jamás se repiten. Todos y todas son únicas. Incluso para uno mismo, como el propio Imanol Arias descubrió en el rodaje de Innato, su próximo estreno el 5 de noviembre en Netflix.
““
"Lo primero que me sorprendió es que yo, sabiendo mi personaje, iba temiendo lo que podía pasar", confiesa. Convertirse en un asesino múltiple no es sencillo y ser Félix Garay, el 'asesino del gasoil', tampoco ayuda. En especial, si justo cuando sales en libertad estalla una nueva ola de crímenes idénticos a los perpetrados 25 años atrás.
Porque, ¿cómo podrá su hija Sara (Elena Anaya) escapar de ese pasado de "hija de"? ¿Qué ocurre si uno de sus nietos, Sebas, descubre quién es su abuelo y comienza a obsesionarse?
"Innato tiene algo de serie con un tiempo. No me gusta hacer comparaciones, pero se parece más a las true detective que a las ficciones que impactan desde el principio y que son rápidas", detalla avanzando también que "habrá una segunda oportunidad". "No termina en esta primera parte", dice Arias.
Su condena de cárcel por cinco delitos fiscales
Y ahora que ha alcanzado ese punto de su carrera en el que "lo que eliges es qué tipo de vida quieres" y no tanto qué papel viene mejor, es cuando "mejor está su piel". "Está estupenda. Está bastante curtida, entre el bacalao seco y la carne de Angus —bromea— e incluso me avergüenzo de haberlo pasado tan mal a veces porque no merece la pena".
"No tengo que ir a Brieva —subraya en relación al pacto de dos años y dos meses de cárcel que alcanzó con la Fiscalía Anticorrupción por cinco delitos fiscales entre 2010 y 2013—. Puedo trabajar y, además, creo que hice lo que tenía que hacer".
““
"Cuando todo se aquilató para ser lo justo, porque al principio no lo era y no podía aceptarlo, lo acepté. Y al aceptar, devuelves, compensas y quieres recuperar la vida porque los procesos judiciales son muy extensos. Incluso si ganas, puede volver", cuenta.
En su caso fueron 10 años. Largos y "complicados". "He metido la pata muchas veces porque te alteras. Por ejemplo, en Bilbao monté un pollo porque sí, porque tienes la autoestima muy tocada y el ego que te mantiene para trabajar muy alto. Y eso es una enfermedad que no merece la pena", asegura.
"Ahora incluso me compadezco y pienso: 'qué pena no volver a repetir para aprender a estar mejor y, sobre todo, para aprender a no estar tan pendiente de la gente que te detesta o que te ama, ni de las necesidades de la gente para informar'. El periodismo tiene un grave problema, que es que a la política le interesa mucho manipularlo", concluye Imanol Arias.
El despertador de RNE