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¿Cómo afectan los traumas de la infancia en la vida adulta?

Para Todos La 2- Carlos Pitillas
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Los traumas vividos en la infancia pueden ser clave para entender muchos de los patrones de conducta o reacciones que una persona repite con el tiempo. Este es el eje central del libro Caminar sobre huellas, del doctor en psicología Carlos Pitillas. El especialista ha participado en el programa ‘Para todos La 2’ para explicar cómo los primeros años de vida desempeñan un papel esencial en la construcción de la mente.

Cuando una experiencia se convierte en trauma

El término ‘trauma’ se ha utilizado tanto que ha perdido parte de su significado original. Pitillas aclara que todas las personas atraviesan situaciones difíciles, en las que se les exige demasiado o no reciben lo que necesitan, pero eso no siempre deja una huella traumática. Lo que sí puede generar un trauma son vivencias inesperadas y extremadamente desestabilizadoras, que afectan de forma tan profunda que desbordan la capacidad del niño o adolescente para comprenderlas o darles sentido.

Ejemplos de estas situaciones traumáticas son convivir con adultos agresivos, crecer en un entorno de negligencia emocional o vivir en un ambiente marcado por el rechazo constante. Para poder adaptarse, la persona desarrolla estrategias emocionales intensas que acaban organizando su manera de relacionarse durante la adolescencia y la vida adulta.

Cuando una experiencia se convierte en trauma

Un niño pequeño con los ojos cerrados y una sombra que sugiere maltrato Getty Images

Aprendizajes tempranos que marcan

En muchos casos, los comportamientos rígidos, los patrones autodestructivos o la tendencia a sabotear momentos de estabilidad están vinculados a una historia que a veces ni se recuerda. Es un pasado lejano donde se interiorizó la idea de no merecer un trato digno. En ese contexto, las personas heridas aprenden que, en los vínculos más cercanos o donde el afecto está en juego, los demás acabarán aprovechándose o alejándose.

Estas experiencias traumáticas ocurren en una etapa de gran dependencia, en la que se aprenden por primera vez los significados de estar con otros y del propio valor personal. Son vivencias que se graban con especial intensidad y que influyen directamente en la forma de desenvolverse en la edad adulta.

Aprendizajes tempranos que marcan

Una niña en el colegio sola, rodeada de gente socializando Getty Images

Relaciones familiares y memoria corporal

Según el experto, la mayoría de los traumas surgen entre la primera infancia y la adolescencia, momentos en los que la vulnerabilidad frente a los demás es mayor. Durante estos años, el cerebro aún no puede formar recuerdos visuales de lo vivido antes de los tres años, pero el cuerpo sí conserva la memoria. Así, aunque no exista una imagen clara de haber sido agredido, pueden aparecer reacciones físicas de alerta, sensación constante de amenaza o respuestas defensivas desproporcionadas.

Como orientación práctica, Pitillas señala que el primer paso es tomar conciencia del propio malestar, en lugar de responsabilizar a otros. A partir de ahí, defiende que un proceso psicoanalítico riguroso puede ayudar a entender el origen de los pensamientos y mecanismos que configuran la personalidad. En otras palabras, para sanar, es necesario mirar atrás.