Así se vive en esta cárcel española
- Ocho de cada diez personas que salen de prisión no vuelven a entrar
- La discapacidad es para las mujeres una doble brecha de género
En España, el sistema judicial cree en la reinserción social. Un método que funciona: ocho de cada diez personas que salen de prisión no vuelven a delinquir. Pero, ¿qué ocurre dentro para que cambien su conducta? El programa 'Para todos La 2' pasa un día entero en el centro penitenciario de A Lama, en Pontevedra, una especie de miniciudad donde trabajan 500 profesionales.
La educación
Las paredes del centro llaman la atención por lo coloridas que son. La idea es humanizar al máximo la estancia de los mil internos que cumplen condena. En este recinto hay hombres y mujeres; las cárceles mixtas son las más habituales.
Una imágen de unas niñas observando el mar en la pared de la cárcel
Los programas de estudio en la cárcel son voluntarios. Se imparten desde clases de español para extranjeros, hasta de educación primaria y secundaria con sus respectivos títulos, para que los interinos puedan acceder al mercado laboral. También hay bachillerato, con opción de seguir en la universidad. Además, existen asignaturas centradas en la salud mental y otras pensadas para quienes cumplen condena por violencia de género o agresión sexual.
Un taller de igualdad de género en el programa de desintoxicación
Marta García, directora del centro educativo penitenciario Nelson Mandela, cuenta que cuando los alumnos llegan a primero están muy inquietos, que “no son capaces de estar cuatro horas seguidas en clase”. Pero con el tiempo se adaptan a la rutina y “son capaces tanto de trabajar como de seguir estudiando”. Marta recuerda cómo algunos le dicen: “Esto a mí me engancha”. Vive cerca de la prisión y a veces se los encuentra por la calle o en sus puestos de trabajo.
La desintoxicación
Además de estudiar, dejar las drogas es otro pilar clave en los centros penitenciarios. Muchos internos llevan años enganchados a alguna sustancia y eso ha alterado sus gustos, actitudes y personalidades por completo.
“La droga es como una pareja“
Los talleres de desintoxicación también son voluntarios y duran un año. La psicóloga y coordinadora del módulo, Ana Terlera, explica que “la droga es como una pareja: cuando decides dejarla, es como una ruptura”. Su labor es acompañarlos en el proceso de duelo, ayudarlos a despedirse y reconstruirse.
La independencia económica
En el caso de las mujeres, muchas ingresan en situación de gran vulnerabilidad. El trabajo remunerado dentro del centro penitenciario las empodera. Hay distintos servicios en los que pueden trabajar y cobrar, como lavandería o panadería.
Mujeres en prisión
Sandra, de Vigo, lleva casi un año en la cárcel. Explica que su adicción a la cocaína la llevó a delinquir. Allí dentro siente el apoyo de su familia, que va a visitarla. Para ella, trabajar la hace sentirse válida y con responsabilidad. “Tengo muchos años por delante. Espero hacer el programa y salir bien”, dice. En este tiempo ya nota grandes cambios: “Volví a redescubrir las cosas que me gustan. Volví a reírme de verdad. La persona que era fuera no se parece en nada a la que soy ahora”.