Ruth Ferrero analiza la relación de los Veintisiete con EE.UU.: "La pelota está en el tejado de Europa"
- La nueva estrategia de seguridad de EE.UU. desconcierta en el Viejo continente
- Ferrero es profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense
La ruptura del eje transatlántico que figura en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos desconcierta a Europa, que todavía no ha dado una respuesta unificada y coherente ante el desafío.
Ruth Ferrero, profesora de Ciencias Políticas y Estudios Europeos en la Universidad Complutense de Madrid, considera que, ahora, "la pelota está en el tejado de Europa".
Pregunta: ¿Estados Unidos sigue siendo un aliado de Europa?
Respuesta: diría que estamos asistiendo al quiebre del eje euroatlántico, pero no es algo que haya traído como novedad Donald Trump, sino que la tendencia ya se veía desde hace tiempo, concretamente desde el cambio en la estrategia de política exterior de Obama, con el paso hacia el Indopacífico como prioridad norteamericana frente al espacio atlántico.
Y ya en ese momento empezaron a aparecer las primeras muestras de dar un toque a los europeos para que avanzásemos en nuestros procesos de construcción del área de seguridad y defensa. La aparición de Donald Trump en 2016 ya fue mucho más disruptiva precisamente porque puso en marcha una mayor asertividad en todo ese marco de la política exterior en relación con Europa.
P. ¿Eso no cambió con Biden?
R. Esto no se revirtió en su totalidad con Biden, puesto que él precisamente mantiene algunas de las principales líneas de actuación en la política exterior estadounidense. Ya con el segundo mandato de Trump observamos que, efectivamente, la quiebra de esa unión euroatlántica que se remonta a finales de la Segunda Guerra Mundial en términos de defensa, fundamentalmente, está quebrada.
Por tanto, depende de lo que estemos hablando.
Podemos hablar de un aliado o no, porque todavía está por definirse cuáles van a ser los ejes de trabajo. Pensemos, por ejemplo, cómo se ha plegado la Unión Europea a algunas pretensiones en el marco regulatorio en relación con Estados Unidos.
La cuestión aquí es si esa línea va a continuar o vamos a observar un cambio en la actuación de los Veintisiete con relación a EE.UU., que sea más asertiva con Trump.
P. Los sectores liberales de la UE denuncian que, a diferencia de Obama y Biden, ahora se estaría dando una pinza entre Trump y Putin para aplastar a Europa. ¿Cree que se está produciendo?
R. Bueno, depende de cómo definamos Europa.
Yo creo que aquí la cuestión está en que, efectivamente, estamos asistiendo a una fractura ideológica importante, y esto sí que es novedoso con relación a otros presidentes estadounidenses, como pueden ser Obama o Biden, puesto que Donald Trump lo que está adoptando son posturas que podríamos denominar incluso de iliberales y todo lo que supone el movimiento que cuestiona las estructuras de la democracia representativa tal y como la conocemos y del Estado de derecho en las democracias occidentales.
La cuestión aquí es que, efectivamente, Trump se siente más cómodo operando con hombres fuertes del tipo de Vladimir Putin o de Xi Jinping o incluso con Viktor Orbán.
La cuestión es cómo definimos a la Unión Europea, sobre todo teniendo en cuenta todas las derivas iliberales que se han observado en los últimos tiempos y cómo las fuerzas reaccionarias cada vez tienen más poder en el marco de la Unión Europea.
Vamos a ver cómo evolucionan, si con mayor representatividad de estas fuerzas reaccionarias, y en consecuencia tendremos una nueva definición de la Unión Europea, y si se mantiene la correlación de fuerzas que tenemos hasta el momento, que es esta que estaba sostenida sobre el Estado de Derecho, una serie de principios y valores reflejados en los Tratados.
P. Dando por hecho que la Unión Europea de la que hablamos es esta de los principios y valores del Estado de Derecho liberal, ¿sí estaríamos ante una pinza?
R. En ese caso, sí, claro. Si efectivamente hay una defensa cerrada de las democracias liberales por parte de los europeos, sí que podríamos estar asistiendo efectivamente a una pinza entre los regímenes no democráticos, como puede ser el ruso, el chino y un régimen en retroceso como Estados Unidos.
La cuestión es la capacidad de resiliencia de las democracias europeas ante esa pinza.
P. Las instituciones de la Unión Europea han dado, hasta ahora, respuestas contradictorias. ¿Cree entonces que depende de la respuesta ciudadana y de sus gobiernos?
R. Efectivamente, va a depender de cuál vaya a ser el posicionamiento que tanto los gobiernos como la ciudadanía que elige a esos gobiernos, en tanto en cuanto tengamos la capacidad de elegir a esos gobiernos, se vaya a dar.
Y aquí es bien significativo, por ejemplo, cómo se está reaccionando por parte de las élites políticas europeas, como puede ser el caso de Von der Leyen. Con esa continuidad en la alternancia de la subalternidad en relación con Estados Unidos, en lo que tiene que ver con las cuestiones comerciales y regulatorias.
Precisamente por esa carencia en el marco de la política de seguridad de defensa, para no dejar débil el flanco de la seguridad de la defensa, se cede en aquello en lo que somos más fuertes y, en mi opinión, esto es claramente un error. Tampoco ha funcionado esa diplomacia del agasajo que ha puesto en marcha Rutte desde la OTAN, puesto que es una política de aplazamiento de Donald Trump, que, sin embargo, no está teniendo, a la luz de la publicación de la nueva Estrategia de Seguridad de Estados Unidos, el resultado esperado.
Es decir, no estamos asistiendo a un viraje hacia el reforzamiento del eje trasatlántico, sino más bien hacia una mayor quiebra de ese eje. La pelota ya está en el tejado de los europeos, y aquí es donde veremos cómo evoluciona esa toma de decisión: si efectivamente somos capaces de reforzar los vínculos internos, la geopolítica interna de la propia Unión Europea, o no somos capaces de hacerlo. Eso tiene que ir acompañado con procesos de resiliencia democrática en los cuales creo que algunos gobiernos están dejando mucho que desear.
P. ¿Los países de la UE podrían salir de la OTAN o replantearse su presencia en la organización militar?
R. En estos momentos, ni los Gobiernos ni las sociedades europeas están en condiciones de una salida inmediata del marco de la OTAN.
Es así porque, entre otras cuestiones, las élites económicas y las élites políticas, están favoreciendo una sensación de ansiedad, de miedo y de incertidumbre en el marco de las sociedades europeas.
Por lo tanto, se refuerza la idea de refuerzo de la seguridad nacional y para conseguirlo lo que se hace es invertir más en defensa y a sabiendas de que, en un medio-largo plazo, la Unión Europea no va a poder ser autónoma de Estados Unidos.
El paraguas sobre el que ha estado operando durante los últimos ochenta años la Unión Europea no se puede desmantelar de un plumazo. Por eso la respuesta no es sencilla, en plan “debemos seguir o no debemos seguir”. La cuestión aquí es si salimos de ese marco. Si efectivamente no es algo temporal el hecho de que esté Trump en la Casa Blanca y que el siguiente presidente estadounidense vaya a cambiar la estrategia en relación con Europa. Si eso lo tenemos claro, si este cambio se va a mantener en el tiempo, hay que empezar a pensar en otro tipo de estrategias de refuerzo del pilar de la seguridad, la defensa propiamente europea.
Y ahí el problema es que, de nuevo, no hay un plan estratégico en el marco de la Unión Europea que visualice, digamos, esa potencial salida del marco del marco OTAN. Y lo que nos encontramos es con estrategias nacionales y no supranacionales y, por tanto, no hay un refuerzo de las propias capacidades en materia en materia de defensa.
P. Dentro de las posibilidades de respuesta a este proceso de ruptura, ¿cree que Europa tiene autonomía para buscarse otras alianzas? ¿Tiene autonomía para aliarse con China, por ejemplo?
R. Yo creo que tiene autonomía si quiere tenerla. Si solamente nos focalizamos en las cuestiones que tienen que ver con la defensa, estamos perdidos, porque de lo que se trata es de reforzar los polos en los que la Unión Europea está más reforzada. Y ahí justamente es donde yo creo que tendría que tener lugar la reacción, donde puede ser más fuerte la Unión Europea en relación con otros competidores a nivel global en términos de regulatorios, por ejemplo, en términos de avance en transición verde, en términos de comercio no.
Estos son pilares que, potencialmente, pueden reforzar la posición europea.
Si nos centramos sólo en aquello en lo que somos más débiles —como puede ser la tecnología, la innovación, la inteligencia artificial, y la seguridad y la defensa— evidentemente no estamos en condiciones de competir y vamos a estar en una posición subalterna con cualquiera con el que nos pongamos a hablar.
Aquí no se trata sólo de China. Se trata también de reforzar las alianzas con el sur global, con las potencias medias, como puede ser México, Brasil, Sudáfrica, etcétera. En mi opinión, es por ahí por donde debería actuar la Unión Europea para reforzar su posición en estos ámbitos en los que sí que tiene ahora mismo una capacidad clara de liderazgo; en otros en donde no lo tiene, se juega en desventaja.
Una de las cuestiones fundamentales es que, ahora mismo, lo que estamos viendo por parte de las élites políticas europeas es que lo único en lo que se quiere avanzar es en el refuerzo y la defensa del mercado único. No hay ninguna intencionalidad política para avanzar más allá de ese mercado único o de alguna política sectorial, como puede ser el ámbito de la defensa, pero ya hemos visto que se articula en términos nacionales y no supranacionales.
Y es muy difícil poder romper esa tendencia.