Siria busca su lugar en el mundo un año después de Asad: "La reconstrucción es la prioridad"
- El Gobierno interino depende de las ayudas externas para la reconstrucción
- El país hace equilibrios entre Turquía y los países árabes mientras sigue sufriendo ataques de Israel
Un año ha pasado desde la caída del régimen de los Asad en Siria y la huida de Bachar al-Asad después de 13 años de guerra civil. En este año, no solo Siria sino su presidente interino, Ahmed al-Shara, han vivido una evolución: el país ha regresado a la arena internacional, mientras Al-Shara ha pasado de líder yihadista a ser reconocido internacionalmente como presidente interino y a ser recibido por Donald Trump en la Casa Blanca en un encuentro histórico.
El antiguo yihadista ha demostrado su pragmatismo, según expertos consultados. "Al-Shara tiene tres grandes prioridades: las prioridades domésticas de la reconstrucción y la estabilidad, y la prioridad externa de la normalización de relaciones", explica a RTVE.es Jordi Quero, profesor de Relaciones Internacionales de la Universitat Pompeu Fabra. En el exterior, añade, "parece haber un interés convergente en que haya estabilidad en el país y que esta transición que se inició hace un año no descarrile".
"Siria no puede reconstruirse sola, tiene que buscar un equilibrio en términos de recursos", coincide Samuele Carlos Abrami, investigador principal del CIDOB, quien advierte además de que "la posición estratégica de Siria va a determinar su destino geopolítico".
La política exterior de los Al-Asad
Basta ver el mapa para entender los palabras del experto del CIDOB: Siria ocupa un lugar central en Oriente Medio, poderosos vecinos condicionan su política y, a la vez, lo que ocurre en el país tiene el potencial de afectar a toda la región y más allá, como ocurrió con la crisis de los refugiados que llegaron a Europa en 2015.
Hafez al-Asad, que dominó con mano de hierro el país entre 1971 y 2000, fue muy consciente del difícil equilibrio interno y externo que garantizaba su poder. Se alió con la URSS, a la que cedió la base marítima de Tartús, y se situó como líder panarabista y laico, que acogía a las organizaciones palestinas más a la izquierda a la vez que mantenía un tenso armisticio con Israel e intervenía en Líbano.
Su hijo heredó el poder en un contexto internacional muy diferente. El fin de la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética le forzó en los primeros años a acercarse a Europa, que le trató como un líder pro-occidental. Al comienzo de la Primavera Árabe parecía capaz de ofrecer una 'modernización autoritaria' al menos en lo económico, pero la guerra civil le aisló internacionalmente como un dictador sanguinario. Asad se apoyó de nuevo en Rusia y forjó una alianza con Irán. Irónicamente, antes de ser derrocado, y pensando que el régimen había sobrevivido a la guerra, los países árabes habían decidido rehabilitarle, devolviéndole su silla en la Liga Árabe y reanudando relaciones. El 8 de diciembre, Asad abandonó Siria y pasó a la historia.
Entra en escena Ahmed al-Shara. Líder yihadista, antiguamente afiliado a Al Qaeda y uno de los fundadores del Frente Al Nusra, antes de crear Hayat Tahrir al-Sham, EE.UU. había puesto precio a su cabeza. Sin embargo, su periodo al frente de la administración rebelde en la provincia de Idlib supuestamente le había moderado. Así han decidido creerlo todos los que ahora le dan la mano, desde los embajadores europeos a Trump.
Samuele Abrami destaca que el entorno internacional en el que se mueve Al-Shara es totalmente diferente al de Bahar al-Asad. "Ahora hay un nivel de incertidumbre cada vez mayor, debido a la guerra en Gaza, a cómo se posicionan EE.UU. o un vecino tan complicado como Turquía, que en el pasado estaba más cerca de las posiciones occidentales y ahora persigue su propia política. Lo mismo vale también para los países del Golfo, que antes tenían una política exterior menos asertiva, menos independiente y con menos recursos, y que ahora persiguen también sus propios objetivos".
La reconstrucción, el objetivo que mueve a Al-Shara a ser pragmático
Ese es el entorno en el que Al-Shara debe perseguir sus objetivos, que Marta Tawil, investigadora del Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México y miembro del Centro de Estudios Árabes Contemporáneos (CEARC), resume en tres. "Un objetivo principal es distinguirse claramente del gobierno de la época autoritaria encabezado por los Asad. Eso implica incluso plantear una nueva identidad nacional, una nueva orientación de las relaciones exteriores de Siria, con nuevos principios. Ya no se habla de una Siria arabista, el corazón latiente del arabismo en la región, sino de Siria como polo de equilibrio, abierta al mundo, que no tiene problemas con sus vecinos".
"El segundo -continúa Tawil- en términos individuales se explica por quién es Ahmed al-Shara: representa a otra generación que no vivió muchas cosas que vivieron sus padres tanto en el interior como en el exterior".
Y el tercero es la reconstrucción económica. "Sabe que para asentar su poder y legitimidad, y para que la transición no descarrile, el país tiene que empezar a reconstruirse y a recibir divisas e inversiones, y eso requiere mostrar la mejor cara y un discurso más flexible que el que tenía el régimen anterior", concluye la experta del CEARC.
“▶️Este fin de semana se cumple un año de la caída del régimen de Al-Ásad en Siria
— Radio Nacional (@rne) December 7, 2025
▪️La población llevaba 14 años intentando acabar con la dictadura
▪️Hoy celebran el 'día de la liberación'
🎙️@Laura_AlonsoC pic.twitter.com/uUXWbd6jCw“
Al-Shara preside una Siria destruida tras 13 años de guerra civil, con una sociedad dividida y unas necesidades económicas que exceden la capacidad del país. El Banco Mundial ha cifrado en más de 215.000 millones de dólares (cerca de 185.000 millones de euros) el coste de la reconstrucción, diez veces el PIB de 2024.
"La prioridad absoluta para él es reconstruir el país", coincide Jordi Quero. "Si la política exterior le es útil para eso, estupendo. Es perfectamente consciente de que necesita tener unas relaciones plenas de cooperación con muchos otros países, especialmente los del Golfo, Europa y Estados Unidos, para que le ayuden a pagar esa factura. Es un ejercicio de pragmatismo".
La reunión con Trump, el mayor triunfo de Al-Shara
Los esfuerzos de Al-Shara para presentarse como un moderado y el hombre fuerte de la nueva Siria se vieron recompensados el pasado 10 de noviembre con una histórica entrevista con Donald Trump en Washington. Era la primea vez que un jefe de Estado sirio visitaba la Casa Blanca.
Uno de los resultados de la visita fue que el Departamento del Tesoro suspendió parcialmente las sanciones más severas que pesan sobre Siria. Pero es de suponer que ambos trataron más asuntos, como la relación con Israel y el interés estadounidense por tener una base militar en el distrito de Al Mazzeh a las afueras de Damasco.
"No es exagerado verlo como un parteaguas, al igual que la participación de Al-Shara en la Asamblea General de la ONU", opina Marta Tawil. "Ese cambio de EE.UU. es fundamental. Al-Shara contribuyó con su experiencia de gobierno en Idlib, cuando mostró flexibilidad hacia EE.UU. y empezó a apoyar el combate contra el Estado Islámico. Eso le ha permitido transformar su imagen".
Para Samuele Abrami también fue "un punto de inflexión", que tiene que ver con la forma en que Trump aborda las relaciones internacionales, desde un enfoque personal y "bilateral", donde priman las transacciones.
Los perdedores de este acercamiento a Washington pueden ser Rusia y, sobre todo, Irán, los aliados de Asad.
"Al-Shara no ha roto con Rusia como con Irán", puntualiza Tawil. "Rusia podría mantener su base, EE.UU. tener otra, Turquía mantener su presencia en el norte... Creo que Damasco podría aceptar todo esto. Es un juego de equilibrio entre todos, que se observan para que ninguno avance demasiado".
Por su parte, el investigador del CIDOB cree que el presidente sirio no ha cerrado la puerta del todo a la República Islámica. "Habrá una manera de modelar las relaciones sobre un terreno diferente, pero no creo que quiera enemistarse con Teherán, y tampoco con Moscú".
Turquía y el Golfo: en búsqueda del equilibrio
En el difícil panorama regional, Al-Shara cuenta, de momento, con el beneplácito de Turquía. De hecho, se cree que el apoyo militar turco fue esencial para tomar el poder de manera fulgurante hace un año. Pero según los expertos, el presidente sirio busca un contrapeso en los países árabes, algunos de los cuales, como Emiratos Árabes, le miran con desconfianza.
"El escepticismo de algunos países del Golfo tiene que ver con esta idea de que detrás del Gobierno interino sirio hay una importante influencia turca", explica Abrami. "Es verdad que Turquía siempre ha sostenido a los rebeldes, pero cuando hablamos de la reconstrucción, no tiene los mismos recursos económicos que los países del Golfo. A Al-Shara le gusta mantener el apoyo político de Turquía, pero necesita los recursos de los países del Golfo".
Ankara tiene sus propios intereses, que pasan por evitar un estado fallido en su frontera sur, por donde, durante la guerra, entraron 3,6 millones de refugiados. Además, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, desearía una recentralización del poder político en Damasco. "A Erdogan le gusta la idea de socavar la base de poder regional de los kurdos en el norte con un gobierno sirio fuerte", resume Jordi Quero.
Marta Tawil cree que Al-Shara busca el apoyo político y económico de los países árabes como contrapeso. "Por eso está intentando retomar los acuerdos con Jordania. Y con Irak, para rehabilitar los oleoductos. Siria entiende que su posición central depende y se enriquece al recuperar esos vínculos".
La migración, principal interés de la UE
También la Unión Europea ha dado la bienvenida a Al-Shara, haciendo tabla rasa de su pasado. Siria es un canal importante para la emigración de Oriente Medio y Asia que se dirige a la UE. Los Veintisiete, en especial Alemania, esperan que una pacificación y estabilización lleve a parte del millón de refugiados que recibió en 2015 a regresar.
"Una de las preocupaciones principales de de la UE es el riesgo de una ola migratoria si Siria no consigue la estabilidad", afirma Abrami, quien no descarta que el club europeo también tenga intereses en la reconstrucción.
"La UE no quiere un colapso de esta paz que ha durado un año, y por tanto defienden la estabilidad, defienden la reconstrucción", dice Jordi Quero.
Israel, amenaza externa a la transición
Israel aprovechó el caos de la caída de Bachar al-Asad para ocupar territorio sirio más allá de los Altos del Golán y para bombardear infraestructuras críticas y objetivos militares y civiles (en junio atacó el palacio presidencial en Damasco), con excusas como las de prevenir una hipotética agresión o proteger a las minorías, como los drusos.
La última incursión israelí ocurrió el pasado 28 de noviembre y costó la vida de al menos 13 personas, incluyendo dos niños. Trump advirtió a Tel Aviv contra cualquier injerencia en Siria que pueda poner en peligro la transición.
Jordi Quero interpreta las acciones de Tel Aviv como una llamada de atención para disuadir a los nuevos gobernantes sirios de cualquier escenario rupturista. "Israel está enviando un aviso, le está diciendo al presidente sirio 'cuidado, porque estamos dispuestos a elevar el volumen de la conversación si fuera necesario'", dice el profesor de la UPF.
Tawil cree, por el contrario, que "el proyecto hegemónico y expansionista israelí" es el factor más preocupante para el gobierno sirio. "Israel trata de fomentar la división sectaria, agudizarla, y eso crea fracturas en Siria. Al-Shara trata de apaciguar a Israel: Damasco fue la única capital regional que no condenó los ataques israelíes contra Irán, a pesar de que la fuerza aérea israelí usó el espacio aéreo sirio", explica.
Las acciones israelíes, advierte la experta del CEARC, tienen un efecto desestabilizador y de radicalización en toda la región. "Una cosa es lo que haga el Gobierno sirio y otra cosa es la sociedad siria. El Gobierno sabe que no puede empujar demasiado un cambio radical respecto a Israel sin recibir nada a cambio".
Según Samuele Carlo Abrami, Washington tiene mucho que decir aquí. "EE.UU. quiere evitar un enfrentamiento directo y seguramente congelar la situación de conflicto a través de un statu quo que pueda controlar. Una de las propuestas de Trump es la normalización de las relaciones entre ambos países. Ha llegado a hablar de incluir a Siria en los Acuerdos de Abraham, lo que es tan fascinante como poco creíble".