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El paisaje que uno se encuentra cuando recorrer el extrarradio de la capital siria es pura destrucción. Después de 13 años de guerra civil, Damasco ha quedado completamente devastada por los constantes combates y los bombardeos entre las fuerzas de Bachar al Asad y los rebeldes. A su paso solo ha quedado una población sumida en la miseria.

Un equipo del Telediario acompaña a Fadía, madre de cuatro hijos. Vive en una casa muy humilde, casi sin muebles. Llevaba años en una tienda de campaña después de que su primera vivienda fuera destruida en un bombardeo. Es la realidad que viven muchos sirios, que continúan en los campamentos de desplazados debido a que sus casas están totalmente destruidas. Para ellos, el retorno definitivo es, todavía, una opción remota.

Siria vive su primer viernes bajo administración insurgente tras la caída del régimen de Al Asad. En Damasco, los sirios se han echado de manera masiva a la calle, pero con calma y respetando el mensaje de Mohammad Al Golani: nada de tiros al aire y de atemorizar a la gente. El mensaje de la Mezquita de los Omeyas ha sido el de no volver la vista atrás, el del fin del revanchismo. Quieren una Siria para todos los sirios y de la que todos puedan sentirse orgullosos. Después del rezo, concentración en esta Plaza de los Omeyas preguntamos con qué mensaje se quedan de lo que han escuchado hoy, muchos dicen que con el de respeto a las minorías. Informa Laura Alonso, enviada especial a Damasco.

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La caída del régimen de Bachar al Asad ha venido acompañada de la aparición de una nueva bandera. Los rebeldes se han encargado, ciudad por ciudad, de sustituirla por la oficial en su ofensiva relámpago. La bandera que han elegido estos grupos es la que se impuso cuando Francia ocupaba Siria, cuyos colores reflejan tres formas de islam. Un símbolo que se ha extendido por todo el mundo. Las embajadas sirias de Madrid, París o Moscú la cambiaron rápidamente sin que haya habido ningún cambio de embajadores.

La puesta en escena del Gobierno en funciones de Siria, liderado por Mohamed al Bashir también refleja qué quieren transmitir a la sociedad siria. Suele mostrarse con esta bandera y también con otra, que incluye la declaración de fe a Mahoma.

En la morgue del hospital de Harasta, a las afueras de Damasco, se han encontrado 40 cuerpos en los frigoríficos, algunos de ellos con signos de tortura, que han sido enviados a la capital para su identificación. En el suelo hay restos de sangre y el hedor es insoportable. Hahmed, un miliciano paramédico, cuenta que este centro médico era solo para militares y prisioneros. Son detalles que aún no se han confirmado y que están en proceso de investigación. Lo que es cierto es que hay más de 100.000 desaparecidos de los que no se sabe nada.

Foto: OMAR HAJ KADOUR / AFP

Los jardines de la residencia del derrocado presidente Bachar al Asad, en Damasco, se han abierto este miércoles al público por primera vez. Aunque no totalmente, ya que los ciudadanos se pueden asomar solo unos metros. Se sienten felices por tener acceso a un lugar hasta ahora impenetrable. "Estoy muy contento, llevaba años fuera de mi país, me hirieron en las protestas contra el gobierno", relata a TVE Abdul mientras enseña las cicatrices que le atraviesan el abdomen.

Foto: AP Photo/Hussein Malla

Después de que los insurgentes hayan derrocado al régimen de Al Assad, toca la reconstrucción de Siria tras décadas de brutal represión contra la población civil. Laura Alonso, corresponsal de RNE en Oriente Medio, está en Sednaya, la cárcel siria conocida como "el matadero humano", donde familiares buscan los cadáveres de sus seres queridos detrás de los muros de la prisión. Allí ha podido con Fátima, que tiene hasta 20 familiares desaparecidos, al igual que Wael y Yasser, que también buscan a sus hermanos.

El director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abderrahman, ha confirmado que han encontrado "entre 40 y 50 cadáveres" en la prisión siria de Sednaya, al norte de Damasco. Abderrahman ha explicado que la mayoría de los cuerpos "eran de ejecuciones recientes".

Con el control de cada ciudad siria, como es el caso de Damasco y la caída total del régimen de Bachar al Asad, la Defensa Civil de Siria ha abierto las cárceles, donde se encontraban numerosos prisioneros políticos, como han ido denunciando durante años organizaciones de Derechos Humanos.

La cárcel de Sednaya, controlada hasta ahora por el Gobierno de Bachar al Asad, era denominada por Amnistía Internacional como "el matadero". Las instalaciones carcelarias habrían albergado entre 10.000 y 20.000 detenidos, según las estimaciones de Amnistía Internacional. El uso de tortura y fuerza excesiva salió a la luz tras un motín de presos en 2008.

Desde el comienzo de la crisis en Siria en 2011, en el marco de las revueltas populares de la llamada Primavera Árabe, la prisión se había convertido en el destino final tanto de opositores pacíficos a las autoridades como de militares sospechosos de oponerse al régimen. Los datos de Amnistía Internacional apuntan a que 130.000 personas han desaparecido durante la dictadura de Al Asad.