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Casi la mitad de los niños en Gaza prefieren morir: "En el cielo hay agua, comida, dulces y chocolate"

  • Israel ha asesinado a más de 18.430 niños desde que comenzó su ofensiva en Gaza
  • Los restos de misiles y las latas de comida vacías se han convertido en sus nuevos juguetes
Casi la mitad de los niños en Gaza prefieren morir
Dos niñas palestinas juegan alrededor de la destruida Universidad Islámica Majdi Fathi / NurPhoto vía Getty Images

"Ya no hay lugares para que los niños jueguen y se diviertan". Zainab para de hablar. "Eh… No hagas caso a los aviones de guerra…", señala. Apenas comienza la nota de voz, el zumbido de la guerra la interrumpe. Su voz se entrecorta y para un segundo. La joven palestina, escritora y traductora de 24 años, se recompone y pide perdón por las interferencias, como si fuese culpa suya. Como si quisiera disculparse porque el ruido de los aviones militares estropease el audio. O porque molestara a quien lo escucha.

Se aclara la voz y, en un intento de no perder el hilo, continúa: "Su vida está vacía. Se pasan el día aburridos o insistiendo a sus madres para que les den algo de comer o algo con lo que entretenerse, pero es que no hay nada. Antes iban a la escuela, hacían sus deberes en casa, iban a centros de ocio… Pero ahora ya no queda nada".

Los niños de Gaza, cuando juegan, lo hacen en las calles devastadas o entre los escombros de edificios bombardeados por Israel. "Juegan a correr o a la rayuela, con piedras y botellas vacías. También con latas de comida vacías porque están tiradas por todos lados. Algunos juegan con los restos de los misiles. Ya no hay campos de fútbol porque o están destruidos o se han usado como refugio para la gente desplazada. Entonces los niños juegan en la calle y eso les pone en peligro porque hay coches y carretas de burros que les pueden atropellar o bueno, ya sabes…", la voz de Zainab se apaga.

De un hachazo, la vida de los gazatíes se partió en dos en 2023. Bombas, misiles, explosiones. Ríos de sangre por las calles. Niños con amputaciones. Niños sin padres. Niños hambrientos. Llantos. Sueños rotos y un futuro a la deriva. La dignidad robada de todo un pueblo.

En el cielo hay chocolate

La Franja de Gaza se ha convertido en el territorio más peligroso para todo: para los periodistas, los trabajadores humanitarios, para conseguir comida o para ejercer de médico. También para ser niño. La directora ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Catherine Russell, declaró en julio ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que "todos los días, durante casi dos años, [Israel ha asesinado] a una clase entera de niños".

Representantes sobre el terreno de varias organizaciones humanitarias como Save The Children, Oxfam o Glia, entre otras, declararon en una rueda de prensa conjunta que muchos niños de Gaza quieren morir porque "en el cielo hay agua, comida, dulces y chocolate".

Según un estudio de la ONG War Child, el 49% de los niños en Gaza han expresado su deseo de morir y el 96% siente que la muerte es inminente. "Tal es el nivel de trauma en Gaza. Nunca lo habíamos visto antes, pero tampoco sorprende a nadie que sepa un mínimo de lo que está ocurriendo en la Franja", alertaba el director ejecutivo de War Child, Rob Williams. Las cifras suelen ser mucho menores. Según Williams, "en términos de trauma, normalmente se espera que el 22% de la población menor de 18 años requiera algún tipo de intervención psicosocial después de haber vivido un conflicto. Lo que ocurre en Gaza es tan intenso y lleva tanto tiempo que el 90% de los niños de Gaza muestran la necesidad de intervención psicosocial".

Hay familias rotas, vidas truncadas. Niños que a cada explosión se han visto obligados a crecer un año más. Hasta convertirse en pequeños adultos por haber tenido que vivir experiencias que ningún niño debería.

En la tierra no hay comida

Cada intento por sobrevivir en la Franja supone arriesgarse a morir. Cada día, desde que la Fundación Humanitaria para Gaza (empresa estadounidense respaldada por Israel) empezó a repartir ayuda humanitaria en el enclave palestino, el Ejército israelí ha disparado contra aquellos que intentaban conseguir un saco de harina, una garrafa de agua, una olla con algo caliente.

Israel siempre ha justificado estos ataques como "disparos de advertencia", pero los médicos y trabajadores humanitarios de Gaza son testigos de otra realidad. "Al centro de salud llegaron tres heridos de bala, dos en la cabeza y otro en el cuello, lo que deja muy obvio que los disparos que se efectúan no son fortuitos, no son disparos al aire. Son disparos intencionados para dar a la gente que está desesperadamente buscando comida", asegura a RTVE Noticias el coordinador de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Gaza, Aitor Zabalgogeazkoa.

El anestesista Raúl Incertis, que volvió a España hace unas semanas después de colaborar con médicos gazatíes en el Hospital Nasser de Jan Yunis, en el sur del enclave, ha evidenciado la misma realidad. "Todos los días, varias veces al día, recibíamos heridos de bala en la cabeza y el tórax, la mayoría proveniente de la Fundación Humanitaria para Gaza, pero también de los repartos de la poca ayuda que entra de la ONU. Muchos de ellos eran niños, por debajo de los 15 o 16 años. Los que han sobrevivido con disparos en la cabeza se han quedado hemipléjicos de por vida", señalaba en una entrevista en La Hora de la 1.

Israel asesina con fuego, pero también con el hambre. Este mismo viernes, la ONU declaró la hambruna en la Franja. Después de los tres meses de bloqueo total a la ayuda humanitaria por parte del Gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el control de lo que entra ahora es absoluto. De los 600 camiones diarios de ayuda humanitaria que se necesitarían para cubrir las necesidades básicas de los casi 2,4 millones de gazatíes –como han señalado el Gobierno de la Franja y la ONU– apenas entran unas decenas de ellos cada día. Según el Ministerio de Sanidad del enclave, al menos 263 personas, incluidos 112 niños, han muerto por hambre y desnutrición desde que comenzó la ofensiva israelí, la gran mayoría en los últimos tres meses.

"Los niños tenían una buena vida antes del genocidio", cuenta Zainab, mientras otro avión sobrevuela Deir el Balah, donde vive junto a su familia. "Eran listos, comían la comida más rica, siempre estaban riendo y contagiando alegría. Ahora solo piensan en conseguir comida y estar a salvo. Veo cómo mi primo pequeño le pide comida a su madre: 'Mamá, solo quiero un trozo de pan, no estoy pidiendo fruta. Quiero comer lo que teníamos antes, quiero beber leche'. Solo tiene cinco años y la mitad de su vida la ha vivido en un genocidio", relata Zainab.

Su amiga Lina*, en un mensaje de texto, cuenta a este medio cómo las conversaciones de los niños han cambiado: "Ya no son sobre dibujos animados o juguetes, ahora hablan sobre tiendas de campaña, ayuda humanitaria y cómo conseguir agua sin tener dinero". Un día, su primo de seis años le dijo al oído que "echaba de menos el sabor de los dulces".

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"No son los niños que deberían ser"

Con cada nuevo amanecer en Gaza, la lucha por vivir se repite. Durante su estancia en la Franja como coordinador de MSF, Zabalgogeazkoa recopiló una serie de fotografías que muestran la vida cotidiana en Gaza –todo lo cotidiana que puede llegar a ser: una tienda que sigue vendiendo flotadores de colores chillones para ir a la playa (lugar al que Israel ha prohibido ir); unas cometas "hechas con tres palos y una bolsa" atrapadas en los cables de la luz; chavales enganchados a la parte trasera de un camión, "un juego divertido y peligroso a la vez, [aunque] no más peligroso que la vida diaria en Gaza", escribe Zabalgogeazkoa.

Los niños siguen siendo niños y, aunque tengan que esperar las largas colas para conseguir agua y comida, "siguen haciendo cosas de niños, se tiran agua y cosas así, algo que igual no deberían hacer, pero no lo pueden evitar", cuenta el trabajador humanitario.

Glosario de la guerra en Gaza, por MSF

El coordinador de emergencias en Gaza de Médicos Sin Fronteras, Aitor Zabalgogeazkoa, captura la realidad de la Franja durante la ofensiva israelí.

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  • Glosario de la guerra en Gaza - MSF

    Ilusión

    "A pesar de que este fin de semana fue difícil encontrar comida en el mercado, hay tenderos que mantienen viva la ilusión de ir a la playa, prohibida por ahora"
  • Glosario guerra en Gaza - MSF

    Cometas cautivas

    "La chiquillada tiene algunos juegos de los de siempre: las canicas, tirar piedras, subirse a los carros... Y volar las cometas hechas con tres palos y una bolsa, que quedan a veces cautivas, como lo están sus creadores"

Pero los niños ya "no son los niños que deberían ser", lamenta Zainab. "Son violentos, se enfadan a la mínima… Y es por el terror psicológico que están sufriendo. Ya no están felices ni tranquilos, ni juegan, ni ríen. Siempre están enfadados, gritando o llorando por las cosas más pequeñas y lleva horas parar esos episodios de enfado o llanto que les surgen", añade la joven.

"Ahora, en vez de ir al colegio o estar jugando, tienen que hacer cola para conseguir agua, para cargar los teléfonos móviles. Se pasan horas y horas haciendo cola simplemente para conseguir los derechos básicos que se supone que deberían tener en casa mientras hacen sus deberes", denuncia Zainab. La joven recuerda que antes de la guerra todos los niños tenían estudios. "Todos sabían leer, escribir, calcular… Pero ahora solo ves a niños analfabetos por las calles recolectando madera para que sus familias puedan cocinar, corriendo a los centros de distribución donde se tienen que pelear para conseguir comida", cuenta.

"Los humillan, los golpean, los…" Zainab para, respira, se recompone. "Reciben todo tipo de tratos humillantes que te puedas imaginar (...) Al parecer, ahora los niños son un objetivo. Y no han hecho nada para merecer esto", denuncia la joven palestina.

Al parecer, ahora los niños son un objetivo. Y no han hecho nada para merecer esto.

Todo lo que se pueda decir sobre Gaza se queda corto, nada puede llegar a retratar la realidad que viven los palestinos bajo el asedio israelí. Las palabras parecen tener efecto inocuo. Ya solo resuenan las bombas en los tímpanos y el hambre en las tripas. "Nuestros cuerpos están agotados. Nuestros rostros están pálidos. Nuestros espíritus están cansados", dice Lina.

*Lina es un pseudónimo para preservar la identidad de la joven palestina entrevistada por RTVE Noticias